No hay días sin horas ( Capitulo 10 )

3.4K 4 0
                                    

                                 (Capitulo 10)

― ¡Doctora, doctora! Antonia al verse aludida se volvió sorprendida” estaba a punto de acabar de ver a su último paciente, tenía ganas de acabar ese día, e irse a su casa a descansar pensaba mientras caminaba hacia quien la llamaba con tanta urgencia. ―¿Qué sucede Ana? Preguntó cansada, pero amable. Temía que no fuera más que, otra falsa alarma. ―¡Doctora, tiene que venir conmigo!, la señora Sofí...” Sofía” ―Repitió agitada.  ― ¡Está como loca, nunca la había visto así, ni siquiera cuando le dieron los ataques del principio! ―Decía Ana, terriblemente afectada. Antonia se extrañó al escucharla, hacía mucho tiempo que, Sofí, no tenía un ataque. Y eso la extrañaba bastante. ¿Qué habría sucedido para que, de repente le volvieran sin más?-- Se preguntaba Antonia.”Por cierto, pensaba. ¿Dónde estaría Alberto? que, por primera vez en cinco años no había venido a visitar a Sofí. Esto sí, que la extrañó y la alarmó, Alberto no había faltado ni cuando enfermó de aquella neumonía que casi se lo lleva. Venía con fiebre altísima, se conformaba con verla desde la cristalera que, daba al “salom” del cine pues, con esa fiebre no se le dejaba acercar a ella ni a ningún otro paciente. Casi sin darse cuenta, Antonia había seguido a su enfermera pasillo adelante y ya estaban frente a la puerta de la habitación de Sofí. Aunque, ya hacía rato habían cesado sus gritos, gracias a un oportuno calmante que, le había suministrado, su compañero, doctor y amigo. Fernando. Fernando al verla sonrió, y al hacerlo  se dejaron ver unos dientes blanquísimos en una sonrisa perfecta. Era a pesar de sus años, un hombre de unos 47 o 48 años pero que, no dejaba de aparentar la treintena si acaso, debido a sus evidentes esfuerzos atléticos, que, él no dudaba en mostrar con dos botones menos en  su bata de trabajo sin cerrar y mostrando su velludo pecho.

― ¡Antonia!, ―exclamó ―¿Aún estas aquí...pensaba que, quizás ya habías marchado? No tuve tiempo de hacerlo, sonrió forzada Antonia.  ―Me pillasteis antes Sonrió, esta vez divertida.

―Fernando volvió a mostrarle su mejor sonrisa.”Se notaba que, sabía como hacerlo” ―¡Ven, Antonia! la agarró con confianza por el brazo. Y la llevó ante Sofí. Esta estaba cómo ausente, “nada raro en ella, llevaba cinco años así” Sólo que, cuando Antonia se fijó en sus ojos, vio algo que, nunca había visto antes en Sofí  Tenía lagrimas en sus ojos azul verdosos! ―¡Sofí...!Musitó emocionada  Antonia. No se sorprendió ya cuando, sin apenas girar la cabeza; Sofí, posaba sus ojos azul verdosos en ella ¡La estaba mirando a ella, a Antonia! directamente a los ojos y con una dulzura más propia de quién te conoce y sabe cuánto has hecho por ella. Sofí, no habló ni dijo nada, sólo observaba a Antonia, parecía... ¿cómo si le preguntara algo pero, el qué...?

― ¡Claro!, se dijo mentalmente Antonia. ―”Alberto..”. ― ¿Quiere saber... por qué, no ha venido Alberto? Antonia no pudo evitarlo, se abrazó a Sofí, con una emoción inmensa. No podía evitar sentir un cariño inmenso por aquella mujer que, por un fatal destino de la vida, fue a parar a su clínica privada en un estado completamente vegetal. Nadie pudo dar con la verdadera razón aún. Quizás haya llegado el momento de averiguarlo. Se dijo para sí, mientras la abrazaba.

NO HAY DÍAS SIN HORAS    <El cielo fue testigo>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora