NO HAY DIAS SIN HORAS ( 4 )

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                                                     (CAPÍTULO  4)

Tan ensimismado en sus pensamientos estaba Alberto, que, no vio una luz que, abandonando su carril, iba directamente hacía su coche,  se abalanzaba, zigzagueante cómo si lo condujera un borracho. Por una fracción de segundo, Alberto pensó que, era una moto. Pero no, Alguien, conduciendo  un coche gris metalizado, Matrícula de Barcelona. Se pasaba el semáforo en rojo en aquel cruce fatídico y se abalanzaba a toda velocidad hacia su coche.

Fue imparable... nadie podía ya haberlo evitado. El choque fue tremendo, de frente directamente y a una velocidad superior a 140 kilómetros hora, tan fuerte fue el choque que, el auto de Alberto fue a parar, dando vueltas y trombos sobre un  campo sembrado de cebada y que, sirvió de mullida alfombra al auto de Alberto, Totalmente destrozado...Justo en el último cruce de la ciudad, cuando apenas faltaban un par de kilómetros para llegar al hotelito.

Lo último que pudo ver Alberto fue, a una figura borrosa que se acercó raudo al coche, apenas pudo distinguir su rostro, barba de más de una semana mal cuidada y unos ojos tremendamente azules... Después, nada... Alberto perdió el conocimiento.

Sofía Abrió los ojos despacio, ni siquiera sabía que había pasado. A poco de salir y después de enfadar a Alberto. Se había quedado profundamente dormida y no recordaba nada. Solo sabía que le dolía todo el cuerpo y no sentía sus piernas, aunque, moverlas, parecía que las movía. Las tenía como dormidas, pesadas... Se giró hacia Alberto, esperando a ver si él, le podía decir que había pasado. Lo que los ojos de Sofía vieron la hizo lanzar un grito de horror y desesperación que poco tenía de humano.

Pocos segundos antes de desmayarse, notó como, algo o “alguien” la agarraba y tiraba de ella sacándola del auto. Después, perdió el conocimiento. A lo lejos se escuchaban las primeras sirenas...

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Se desesperaba Alberto. No podía evitarlo, cada vez que llegaba la hora de dormir, su mente le jugaba aquella mala pasada de, volver a recordar aquel día... El día en que perdió a Sofí. Nunca se lo perdonaría, si fuese estado más atento...Miró dulcemente el rostro de Sofí, Hoy tan apagado, tan ausente de todo y de todos.

La llevó a la cama y suavemente, con mucho mimo la tapó y despidiéndose de ella, la besó tiernamente en los labios.

―Hasta mañana mi amor, no te olvides que te amo... ―Despidiese Alberto, saliendo seguidamente de la habitación.

Fuera lo esperaba Antonia.  Alberto la miró directamente a los ojos para preguntarle ¿Dime Antonia, los médicos siguen sin saber exactamente lo que la pasó, no averiguan nada? ¿En cinco largos años y siguen sin saber la causa de quedarse así, como si fuese una muerta en vida...?-―No, Alberto. ― Dijo Antonia. ― Seguimos tan ciegos como al principio, tan solo se sabe que, al parecer, sufrió un shock, no sabemos ni por qué ni la causa  que lo provocó pues, aparentemente nunca tuvo lesiones graves, solo algunas magulladuras sin importancia ¡Igual que tú! Nadie hoy da crédito de que, tal como quedó el coche y sin embargo los dos salisteis ilesos. No así el conductor del otro auto que, estaba prácticamente deshecho e irreconocible.

―Es cierto. Asintió Alberto ― Ni yo, puedo decir cómo fue posible pues, ni me acuerdo de como ocurrió el accidente, sólo sé lo que me dijeron los de urgencias, cuando desperté...”Y creo que jamás lo sabremos, según me dijeron. Nadie vio como fue el accidente.

―Sin embargo. Dijo Antonia  ― Se sabe que “alguien nos sacó del coche pues, estabais los dos fuera del, cuando llegaron los servicios de emergencia Pero, ¿Por qué no se quedó allí? Suspiró Antonia.

―Movió la cabeza apesadumbrado Alberto diciendo  ― No lo sé, Antonia, ¡No lo sé! Todo está tan oscuro en mi cabeza hoy, como en el mismo día del accidente, ni siquiera sé que hacíamos en el coche ni hacia dónde íbamos... Es un misterio para mí, desde aquel día todo se me borró de la cabeza, si no fuese sido por la documentación del coche, no hubiera sabido ni donde vivía.

―Lo que sí es raro es que, no hubiera ni una sola fotografía, donde estuvieseis los dos juntos. Comentó extrañada Antonia.

―Sí, también me extrañó a mí pero, no sé qué decirte Antonia, no me acuerdo de nada. El doc., dice que, mi mente se niega a recordar mas allá de los últimos instantes vividos después del accidente. ― Se apesadumbró Alberto.

―No te preocupes más, amigo mío. Ya verás que un día cualquiera, Sofía despertará y te ayudará a recordarlo todo.

―sí, ojalá ― murmuró Alberto, Brillándole extrañamente la mirada.

NO HAY DÍAS SIN HORAS    <El cielo fue testigo>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora