El Final y la Despedida (II)

Start from the beginning
                                    

-Sí -respondí.

-Dale -respondió ella.

Así que, moviéndose unos pasos de su mostrador, extrajo la gaseosa que pedí de un refrigerador, estiró unos platos de la zona baja del enorme aparador blanco y de un termo grande de unos cinco litros, junto a las servilletas, sirvió el humeante cocido negro en un frágil vaso de plástico, que parecía inminente su derretimiento ante el calor del líquido -afortunadamente esto no pasó.

Nos sentamos en la primera mesa al entrar, y la silla de ella era la que estaba más cercana a la puerta, por lo cual, desde su lugar y gracias a la majestuosa vista que brinda la ventana, podía ver todo el panorama de la calle que va descendiendo desde esta esquina; yo, en cambio, me limitaba a ver lo que hacía un agente de tránsito para que circule más rápido el tráfico en ese sector; Soledad, para mí, sentada en la silla de la otra mesa, pero sentándose frente al respaldo, dejaba muy cerca su cabeza de la mía. Por alguna razón, su boca se sentía extremadamente arrimada a mí. Como si al soltar un leve suspiro podría romperme los tímpanos. El ambiente dejó en ese mismo momento de ser agradable.

-¿Qué esperas? -susurra maliciosamente Soledad- No creo que hayas venido para estar en silencio.

- ¿Y qué querés? No creí que iba a venir.

-Querido... sabés que siempre voy a estar..

- ¿Y qué pasó con que tenía que elegir?

-Bueno, ya elegiste.

-Pero... ¿ya? Digo, no hice nada determinante ni nada.

- ¡Nde! -dice Dahiana conectándome nuevamente a tierra agitando su mano delante de mi rostro- ¿Estas pio acá?

-Y más o menos -respondo un poco apenado.

- ¿Por qué maso? -pregunta ella, mientras le da un valiente sorbo a su humeante cocido.

-Pensá bien...

-Pues... -con los dedos hundiendo mis ojos- Nada.

-Esperana... ¿Vos piko crees que no te conozco?

-No lo hace... -susurra ella.

- ¿Por qué gua'u?

-Porque... vos estás mal, todavía -dice orgullosa de su deducción.

-E'a. ¿Por qué decís?

-Te conozco nio Mateo. No me jodés.

- ¿De dónde saca que se conoce a las personas? -dice Soledad, susurrándome-

-De dónde decís que me conocés Dahiana -pregunto, con gesto agresivo.

-Y por qué si. Siempre estábamos juntos. Se nio cuando estás bien o mal.

- ¿Y por qué ahora te pones como que sos mi psicóloga?

-Y fui mucho tiempo -responde, subiendo un poco la agresividad.

-Pero te equivocás. No podés suponer cómo estoy.

- ¡Hey!¿por qué piko gritas? -reprochandome en voz baja- No es Ko para tanto.

-Pero en serio -prosigo enojado- No podés ir diciendo que me conocés.

-Y si que te conozco, por eso sabía que esto iba a ser perder el tiempo.

Y así, se levantó de golpe con un rostro distante al de la alegría. Se veía bastante enojada, y Soledad volvió a repetir sus gélidas frases a mi oído.

-Ahí se aleja, de nuevo... -mientras miro a Dahiana con un gesto inexpresivo- Qué pena... pero bueno, ¿quito el cuadro?

-¿Cuadro? -mi expresión pronto tomó una de sorpresa- Qué cuadro?

Dejame solo,  Soledad. Where stories live. Discover now