Capítulo XIX: La Soledad

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La alegría era extasiante en aquel momento, y contar sobre este hecho resultaba algo obligatorio. No lo iba a poner en Facebook o en nuestra ninguna Red social con la extensión de un ensayo filosófico y con la ortografía de un niño de diez años. Al contrario, solo me interesaba que lo sepan dos personas: Julio y Dahiana.

Con Julio no requirió demasiado esfuerzo, solo le puse que iba a tener una hermana -al menos eso creía ciegamente mamá- y su respuesta no fue menos que una pedófila expresión de "Surge todo" sumado a la perturbadora luna con mirada acosadora. Siendo Julio el sujeto en cuestión, fue hasta esperado. Agregó luego un "bola" -entiéndase como un "es broma"-, junto con unos cuantos "ja" y concluyó con un "Felicidades loko" -Sí, con K"-. Apenas pude agradecerle de la emotividad. Ese hombre sabe como emocionar. no podía contener las lagrimas -bola.

Después de esa charla tan pasional, como que la emoción se había marchado, así que me apresuré a contactar con Dahiana antes que me dé igual todo el asunto. Mis papás y yo seguíamos en el comedor y volvimos a encender el ensordecedor ventilador de pie ya que el calor era insoportable. Papá era ahora quien cebaba, no estoy seguro de si eso lo vuelve un violador folclórico o algo así pero, según él, debía tomar a su ritmo, ni demasiado frecuente ni ralentizando el tiempo, él decía que debía ser "continuo", "constante", cosa que nunca comprendieron sus compañeros en la financiera y... bueno, entrelazada su gusto por la fina mecánica del cebar con la incompetencia de sus compañeros, casi todos novatos en el trabajo. Mamá reía a la par que pedía un poco de comprensión con esos desdichados, aunque coincidía plenamente con papá. Pero no piensen mal, cuando encuentran a alguien bueno, le dedican un sermón así de largo pero positivo.

Busqué hacia la puerta trasera para encontrarme con Soledad, pero había desaparecido. Gire la cabeza en todas las direcciones pero no logre dar con ella. Mamá me preguntó que estaba buscando, pero solo me pareció haber visto algo raro, no creo que ni en esta etapa de comprensión me entiendan que estoy viendo a alguien invisible para ellos. No pensaba en levantarme y buscarla, seriwa demasiado extraño para ellos, así que sólo permanecí en mi silla y retomé la promoción del gran momento en que me encontraba. Le di al buscador de chats y, tras un breve lapsus, recordé a quien debía  buscar -¿esto solo me pasa a mi?-, era dahiana.

Raramente, Dahiana se hallaba con su última vez desactivado, y sin foto de perfil. Daba esa impresión que  cambió de número o que te bloqueó. Esperaba que no sea ninguna de esas cosas, y con mucha fe le escribí. No pasaron ni dos minutos hasta que respondió con un Hola igual de seco al que le mandé para comprobar si existía un usuario al otro lado. Tras eso, si prosiguió la emotividad:

-¡Hola Dahiana! -Contesté.

-¡Holaa Mateo! ¿Qué tal?

-¡Genial! ¿Sabés por qué?

-No, ¿Qué pasó o que?

Como que de repente se encendió el cerebro...

-¿De verdad querés saber? -buscando echarle leña al fuego.

-Claro que sí, bobo -siempre tan tierna- ¿qué es?

-Y bueno, si querés saber... ¿Qué te parece si te cuento en persona?

-Hmm... ¿Tan importante es?

-¿Por qué entonces crees que te digo que es en persona? -bastante confiado de mi argumento.

-Hmm...OK. ¿Cuándo me vas a contar?

-Y qué te parece... ¿Mañana mismo?

-¿Sábado?... De tarde, ¿verdad?

-Obviamente.

-¿Y qué vamos a hacer?

-Que te parece si... ¿Vamos a Bellas artes y contemplamos algunos cuadros surrealistas? Hay una exposición que parece verdaderamente fascinante.

Dejame solo,  Soledad. Where stories live. Discover now