Parte 30

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A la hora del almuerzo íbamos en camino a un restaurante fuera de la ciudad, según mamá esos eran los mejores porque además de buena comida, ofrecían una vista increíble. Fuimos todos en el coche de ella, así que a Poncho y a mi nos tocó irnos atrás. Fuera un viaje de una hora tranquilo sino fuera porque Poncho no me dejaba en paz, me tenía los nervios en punta cada que acercaba su mano a la mía y la acariciaba, o  me apretaba el muslo, o me miraba de una manera que dejaba clara sus intensiones. Yo quería matarlo, sobre todo porque eso parecía divertirle.

Al llegar mis padres fueron adelante hacia la entrada, segundos luego que cruzaron la puerta sentí los brazos de Poncho rodearme y apretarme el culo para acercarme a él. Me dio un fugaz beso que me dejó mareada y acercó su boca a mi oído.

—Estás irresistible con esos vaqueros. —yo reí y me aparte.

—Ya Poncho, pueden salir y vernos. Vamos.

Me solté con dificultad y nos dirigimos adentro. Luego de ubicar una mesa nos trajeron el menú y ordenamos. El día fue muy bueno, el ambiente relajante y la conversación amena, salvo que Poncho buscaba mis muslos debajo de la mesa y acariciaba entre ellos, eso me excitaba y me ponía nerviosa a la vez.

—Chicos a Tysha y a mi nos sienta bien que se estén llevando mejor, nos hace por fin sentirnos como una familia que es lo que siempre hemos querido. Nos ponían muy mal sus peleas.

—Vale, a mi también. No creo que vuelva a pasar. —dije.

—Pero tengo que hacer mi trabajo de hermano mayor y eso incluye molestarla. —dijo Poncho y me apretó la nariz sin siquiera voltear.

—¡Ay, tarado! Así tampoco —lo golpee y todos rieron.

Una vez listos para irnos recibí una llamada de Dul.

—Hello, friend!

—¡Anahí! ¿Que mierdas pasó con Kuno? —inquirió Dulce del otro lado ignorando mi saludo.

—Esperate.. ¿Cómo supiste?

—Me llamó hace un rato preguntándome si podía hacer que lo llamases, que no contestabas sus llamadas, sonó muy desesperado. ¿Que pasó?

—Pues si, Dul, pasó algo. ¿Pueden venir May y tu a mi casa más tarde para contarles?

—May se fue a la playa con Robert y no sabe a que hora llega, iré yo.

—Vale, vale. Te espero. ¡Te quiero!

—Y yo a ti, amiga.

Colgué y aproveché para ver las notificaciones, llamadas y mensajes de Kuno que no pensaba contestar. Al menos no por el momento.

Más tarde ese día, mi madre fue a casa de mi abuela acompañada de Alfonso, no llegarían hasta la noche y fuera perfecto tener la casa sola con Poncho, si no fuese porque esperábamos visitas. El tal Christopher venía a ver el clásico de clásicos en casa, o algo así.

Preparaba unas botanas y ponía a enfriar refrescos y unas cervezas cuando sentí a Poncho detrás de mi abrazarme.

—Estoy a punto de devolver a nuestros amigos para que aprovechemos que tenemos la casa solo para nosotros. —murmuró besando el hueco entre mi cuello y mi hombro.

—Yo también pero sería de mala educación —me voltee y lo rodee por el cuello, besándolo y abrazándolo.

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Mi Hermanastro (terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora