Parte 9

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Al día siguiente mi cara no podía parecer más que un zombie,  estaba...  ¿Como estaba? El sueño de anoche me pareció tan real que aun podía estremecerme, tenía la piel de gallina y aun temblaba. Esto no podía estarme pasando a mi,  justo hoy. 

Pero debía seguir con el plan,  tal y como iba. Aunque me estuviera ahogando por dentro. 

Debía bajar e ir a la Uni,  así que me alisté y salí sin molestarme en desayunar,  ya lo haría luego. Solo no quería toparme con el protagonista de mi sueño «o pesadilla» da igual. 

Mi auto seguía en el taller así que opté por ir en colectivo para también eviatar a Kuno, no tenia ni cara para verlo. ¿Por qué, si él no sabe lo que pasa por mi mente  ni en mis sueños y tampoco sabe de mis planes de hoy? Quizá sea porque si pasa por mi cara lo de estúpida perdida y sumamente culpable.

El día transcurrió sin contratiempos, al menos hasta que me encontré con Dulce para ultimar detalles, como me había dicho.

—¡Debes ir divina! Sexy, pero sin mostrar demasiado. Deja el nerviosismo y solo disfruta, dejate llevar y todo fluirá muy bien.

Quise por un segundo contarle sobre el sueño que tuve pero me la pense mejor,  no quería que ahora me intenseara con «mejor prueba con tu hermanastro, Any» y por eso lo omití. Además que era algo que quería olvidar. 

Al llegar a casa, corrí escaleras arriba rezando no encontrarmelo,  y lo logré. 

Al menos hasta el momento que bajé, horas después, ya vestida para salir. 

Él venía entrando y dejo las llaves del auto en la mesita,  mirándome de arriba a abajo. Esa mirada helada que me recorrió el cuerpo me hizo sentir desnuda,  y me estremecí. 

No,  por favor. 

—Lindo vestido. —dijo simplemente cruzandose de brazos.  

La verdad si lo era,  y me sentía orgullosa de ello. Era un vestido negro, muy vaporoso,   que a pesar de no tener escote adelante o atras,  tenía dos averturas a cada lado,  dejando a descubierto mis costillas. Llegaba a mitad del muslo dejando  descubierto mis piernas,  hasta mis zapatos de tacón de aguja que iban a juego con un maxi collar y un pequeño bolso de mano. Y el cabello de lo recogí en una trenza de lado. 

—... Aunque algo extraño para estar en casa con Vicky, estudiando. —dijo, tranquilamente. Yo reí con un toque de humor.

—¿Verdad? Menos mal no existe ninguna Vicky. 

—¿Y a donde vas? 

—¿Te importa? —me crucé de brazos. 

—Um no. Pero debería saber ya que soy tu hermano mayor. 

—¡Ay Poncho,  por el amor de Dios! Dejate el chiste.  —terminé de bajar las escaleras y pasé por su lado, aspirando su loción. —Pero si tanto te interesa,  saldré a cenar. Y luego.. —me encogí de hombros— quién sabe. Así que no esperes a que llegue, chismoseando por la ventana. 

—¿Ah si? ¿Jugarás toda la noche a las  muñecas con tu novio? —se burló. 

Cuando abrí la boca para responderle,  sonó un claxon afuera, y en vez de eso,  sonreí. Con elegancia giré en mis talones despidiendome de él con la mano. Pero el me siguió, y al ver el auto y ver de quien se trataba, se tensó y me tomó por la muñeca, sorprendiéndome. 

—No saldrás con Aarón. 

—¿Perdón? ¿Quién diablos eres tú para decidir con quien salgo o con quien no? —me solté de un sacudón.

—Anahí, tú la verdad me importas muy poco,  pero ese tipo es un imbécil.

—¿Más que tú? No lo creo. —me solté de su agarre con fuerza y caminé lo que restaba hasta la puerta. Estaba mareada,  no entendía su actitud y el lugar por donde me había tomado,  hormigueaba. 

—Has lo que quieras entonces.  Pero te vas a arrepentir de no haberme escuchado. 

Fue lo que oí antes de cerrar la puerta a mis espaldas. ¡Maldito! Respiré hondo para calmar la oleada de no se qué, que me recorría el cuerpo. Y sonreí de boca para afuera.

Aarón se bajaba de su BMW plateado y se recargaba en el, y cruzado de brazos me admiraba con una sonrisa de medio lado. 

Ya era el momento. 

Caminé hasta él y lo saludé con ma mano,  pero para él no fue suficiente,  pues se enderezo y me acercó a él tomandome de la cintura. 

—Hola,  bonita. —arrastró las palabras y con su boca buscó la mía,  dandome un beso que me tomó por sorpresa.  

—Aarón... —me separé con delicadeza colocando las manos en su pecho. Tal vez porque era la segunda vez que lo veía me molestó un poco que hiciera eso. —¿Nos vamos? 

—¡Claro que si! 

La cena no fue exactamente lo que esperé.  Durante el camino y al llegar,  todo el tema de conversación fue acerca de él. «Yo soy...yo hice...yo fui a..yo yo yo yo» y a parte siempre trataba de tocarme,  acercarse y besarme. 

Y yo estaba lo que le sigue a incomoda. 

—... Y conozco un hotel por aquí cerca,  podemos ir y seguir pasandola bien, bonita ¿te parece? 

Yo traté de sonreir pero solo me salio un suspiro de sonrisa y trate de ocultarla apoyando mi mano en la barbilla.  ¿No era lo que estaba esperando? Si. 

Entonces..  ¿Por que quería irme a mi casa? ¡Me sentía asqueada!

—¿Deseas irte? 

Oh,  si.  ¡Por Dios,  si!  Yo asentí. 

—Vale.  ¿Dividimos la cuenta de la cena? Estoy ansioso por irme quitarle la emboltura a ese caramelo. —dijo con su mirada seductora.

Asentí de nuevo,  lentamente, con rostro impasible. Pero por dentro quería llorar y desear no estar ahí. Estaba arrepentida.

Y podría jurar que sentía la risa de Poncho revoloteando a mi al rededor... burlandose de mi por lo patética que era.

Te lo dije,  te lo dije.

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Mi Hermanastro (terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora