Parte 5

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Rebusqué en mi mochila los auriculares que Dulce me había regalado,  eran de esos enormes que te abarcan casi toda la cabeza,  coloqué un concierto de Metallica y le subí todo el volumen. ¡Esta Poncho me las pagaría! Pensé, furiosa.

Miraba el techo y mi mente comenzó a divagar, olvidándome de la musica. Me mordí los labios al recordad ese día en la mañana a Poncho en la cocina... sin camisa... y ok,  no voy a decir mentiras ¡el condenado estaba muy bueno!  Pero seguro era de esos que el ego les sobraba, de esos que saben que pueden tener a cual mujer deseen,  en el momento que deseen, ¡ese tipo de hombres me parecían tan patéticos! Bueno,  también me parecían patéticas las mujeres que se lazaban a los brazos de los hombres como las propias urgidas. ¿Claudia sería de esas?  Seguramente. 

Pero ya,  no quería ponerme a analizar la vida de dos personas que muy seguramente en este momento disfrutaban.. de un buen sexo.

¿Cómo lo haría Poncho? Pensé, divagando nuevamente. Seguramente era de esos que primero te desnudaba con la mirada,  para luego arrancarte la ropa y besar cada parte de tu cuerpo,  con algún que otro mordisco. Tal vez primero te comería con la boca lo parte más sensible,  arrancandote un tremendo orgasmo para luego, sin esperar a recuperarte,  penetrarte y bombear fuerte y con rapidez, llevandote de nuevo a la cima.. Junto con él.

Mi sexo se apretó y comenzó a doler tras semejante imaginación, mis pezones se irguieron y me levanté de la cama repentinamente, sorprendida y con la respiración agitada.

Bien, de buena imaginación no carecía.

Pero el hecho de que esa tipa estuviera en la habitación de al lado, EN MI CASA me hervía la sangre ¿pero que debía hacer? Claro, no descartaba el entrar y sacarla por los pelos.. Pero me vería patética.

Lo único que sabia era que no podía quedarme en esta habitación. Me levanté,  busqué en el armario un traje de baño y bajé a la piscina lo más rápido que pude.

Diez minutos más tarde me daba un chapuzón.

Amaba el agua,  amaba la playa,  amaba la piscina. Yo era como una sirena en el mar.  Y en este momento el agua fría me ayudaba a calmar las ansias de mi cuerpo caliente... Sacudí mi cabeza y la hundí,  no quería pensar más en el torso desnudo de Poncho.

***

Oí un chapuzón y luego sentí unas gotas caer a mi cara.  Me levante de la tumbona donde,  no se en que momento,  me había quedado dormida. Vi hacia donde venía el ruido y estaba mi querido hermanastro haciendo brazos bajo el agua.

Bien,  lo que faltaba.

Tomé mi toalla y me saqué de la cara las gotas de agua, para luego levantarme.

—¿Te acerco el jabón y un cepillo?

El se acercó a la orilla.

—Ja-ja muy chistosa tú. —colocó sus brazos en el borde y se impulsó para salir.

Yo veía atenta como los músculos se le marcaban y  como su piel brillaba con el sol reflejando las gotas que salían de él.

—¿Ya se fue tu amiguita?—corrí la vista de su cuerpo.

—Mi novia. —me corrigió. —y si,  hace un rato. 

—Como sea.. Supongo que se la pasaron muy bien por la cara de estúpido que traes. –hice una mueca de asco.

—Si,  muy,  muy bien. —se rió y puso los brazos en jarra. —Y debo deducir que tu cara de amargada es porque llevas mucho sin una buena follada ¿no?

Mi Hermanastro (terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora