—¿Todo bien, Jauregui? —Harris me zarandeó del hombro, y me incorporé para mirarla. Asentí con el ceño fruncido.

—Sí. Fuerte hoy, ¿eh? —La abracé, dándole un toque de ánimo en la espalda. Me dio un beso en la mejilla antes de irse.

Miré el vestuario desde una esquina, ajustándome la muñequera en la mano derecha donde tenía aquella pulsera que me hizo Maia en el primer partido que vino a verme. En ese momento el brazalete me pesaba, me apretaba demasiado. Después de lo que había en el vestuario, después de ver la cantidad de buenas jugadoras que el club había fichado y no habríamos podido conseguir ni un título aquella temporada.

Caminé hacia el centro, poniendo las manos en los hombros de Harris y Morgan. Suspiré.

—Sólo tenemos que ganar. Lo demás, no es cosa nuestra. —Todas asintieron, y dijeron algo, pero yo no escuché nada más. Simplemente miré hacia adelante, al túnel que desembocaba en el campo, en nuestro campo. En toda esa gente que gritaba, que animaba, que alentaba.

No sólo teníamos que esperar a que un equipo perdiera, teníamos que esperar a que dos perdiesen. Dos.

Ni siquiera me di cuenta de que estaba en el centro del campo con un pie encima del balón, escuché el pitido y pasé la pelota hacia Morgan.

Me moví por el campo sin perderle la vista al balón, pasándolo rápido cuando me llegaba. Levanté el brazo desde en medio y corrí para desmarcarme, pero nadie me vio. Suspiré, pasándome las manos por el pelo.

Cuando vi que perdían el balón, corrí rápido para presionar a la jugadora, metiendo la pierna para quitárselo y subí por la banda con la mirada puesta en la pelota y la portería. Morgan levantaba la mano, y golpeé el balón con algo de rosca que salió disparado hacia el centro del área, a la cabeza de Spencer, que directamente fue a las manos de la portera rival.

Me desesperaba, el tiempo corría y yo no estaba al cien por cien. Me daba miedo pisar, me daba miedo dar un mal golpe y que mi tobillo se fuese a la mierda. Podía escuchar los comentarios de la prensa en mi cabeza, y los 'Jauregui le ha fallado al equipo', pero no, iba a ser así.

La entrenadora había hecho los tres cambios, y apenas quedaban diez minutos de partido; estaba rota. Íbamos a perder la liga, y no podía dejar de echarme la culpa. Todo era mi culpa, yo era la capitana, yo debía levantar a ese equipo; pero no lo hice.

Miré el balón que llevaba Morgan en los pies, y Tobin la seguía por la otra banda; yo quedé en el medio, corriendo sin miedo a que mi tobillo se rompiese de nuevo, e incluso de una forma más grave que la vez anterior. Jadeé de cansancio, pero vi el centro de Morgan justo para mi cabeza. No perdí la vista al balón, y salté para rematarlo. Y lo rematé, mi cuello giró, pero al estar mirando la pelota no vi que la portera también saltaba para cogerlo. El impacto me dejó noqueada y caí al suelo, viendo cómo el balón iba manso hacia la portería, y que la defensa llegaba tarde a despejarlo, porque acababa de marcar gol.

Estaba aturdida por el golpe, pero me levanté rápidamente, mis compañeras me perseguían pero yo me deshice de ellas hasta llegar a la grada donde estaba Camila. La cogí de las mejillas y la besé, algo lento pero fue fugaz, porque fui a reencontrarme con mis compañeras.

En aquellos cinco minutos restantes, di lo que quedaba de mí, pero no debí haberlo hecho. Tobin mandó un pase en largo y yo corrí desmarcándome de las defensas, el balón iba medido a mi pie, pero en cuanto di la última zancada para controlar el balón, sentí el pinchazo más doloroso en la parte trasera de mi muslo. Cojeé hasta la banda y negué, levantando la mano y negando con el dedo índice, notando que mis lágrimas empezaban a brotar. No podía seguir, y los tres cambios se habían hecho. Me toqué el muslo negando, cabizbaja, y mis compañeras, incluso la portera del equipo contrario se acercaron a mí.

a coat in the winter; camrenWhere stories live. Discover now