El autobús hace una parada para recoger a más personas, una mujer toma asiento a mi lado y la quedo mirando, porque parece tan contenta, tan feliz sonriendo ampliamente y siento envidia de no poder sentirme como ella. Miro al frente hacia donde su mirada observa, para ver con quien sonríe, pero nadie le está devolviendo el gesto; "una loca", pienso y pongo los ojos en blanco, volviendo la mirada hacia la ventana.

—Hola —escucho segundos después.

Dirijo mi mirada hacia ella sin contestar a su saludo.

—¿Te sucede algo? —Pregunta—. Pareces triste.

Claro que lo estoy, ¿tanto se nota mi miseria?

—Hola —respondo con una falsa sonrisa—. No sucede nada —Ella vuelve a sonreír.

—No te creo —dice—. Pero no soy nadie para hacer que me cuentes, solo soy una desconocida, ¿cómo te llamas?

La quedo mirando.

—Nathalia —contesto—. ¿El suyo?

—Soy Annette —dice sonriendo ampliamente—. ¿Y a dónde vas, Nathalia?

Un suspiro sale de mi boca. Me exaspera tener que dar explicaciones o decir las cosas que hago y más a una completa desconocida.

—Lejos —susurro.

—¿Lejos a dónde? —Vuelve a preguntar—. Borgoña no es lo suficientemente lejos, si lo que buscas es huir de algo o alguien.

—Lo sé —mi entrecejo se frunce y la miro seriamente.

—Lo siento, no me conoces y ya estoy siendo irritante contigo —suelta una risita.

—No hay problema —miento.

Vuelvo mi mirada hacia la ventana, dejándole en claro que no quiero seguir hablando con ella. Cierro los ojos, me siento cansada, como si no hubiera dormido lo suficiente y lo único que quiero ahora es una hermosa cama en donde poder descansar, para olvidarme de todo el mundo, aunque sea por unas horas nada más. No sé por qué, pero viajar siempre me da sueño. Recuesto la cabeza en el cabezal del asiento y me sumerjo en un sueño casi profundo y digo casi, porque estoy en esa fase en donde te encuentras dormida, pero aún puedes escuchar lo que sucede a tu alrededor.

«—Tienes que volver conmigo».

No puede ser posible que aun estando lejos de él, pueda escucharlo en mi cabeza.

No me va a dejar en paz.

—¡Largo de mi cabeza! —Un grito ahogado resuena en mi mente—. ¿Acaso estás obsesionado con meterte dentro de mí?

Entonces todo se vuelve oscuro, sombras y tinieblas nos rodean. Su figura aparece ante mis ojos y una sonrisa maliciosa es dibujada en sus labios, está tan solo a pocos centímetros de mí, sus ojos verdes me observan risueños y el calor que su cuerpo emana me sofoca.

—Eso me hizo pensar en algo que aún no hago, pero que me encantaría hacer —su voz se vuelve más ronca y casi melódica, cuando susurra cerca de mi oreja.

El color rojo parece plantarse en mi rostro, al mismo tiempo en que mi cuerpo se sofoca a causa del calor que empieza a experimentar. Me siento una estúpida y completamente avergonzada. Claramente eso ha sonado sucio y no solo para mí, sino para cualquiera con una mente bastante podrida, y no me sorprende que la de Daron lo esté, menos la mía.

Pervertido.

—Tu pervertido.

—¿Qué es lo que quieres? —Digo para olvidar el bochorno.

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Where stories live. Discover now