Justo cuando creí poder escapar, el pico de la botella apunta directamente hacia mí. Trago saliva y miro al chico que la giró.

Dominic.

—¡Al fin le toca a la mojigata! —grita Kendall quien parece haber estado esperando toda la noche para mi turno.

Esto...esto es extraño. Sus ojos como alquitrán me examinan y sonríe de la manera más repugnantemente lasciva. Con únicamente sus vaqueros, puesto que Jenny ha tenido el agradable placer de quitarle una prenda, se levanta para coger la carta que dictará mi destino sea cual sea. El pobre de Trent ha tenido que quedarse en un rincón viendo como su supuesta amiga-novia, tuvo que cumplir con su parte del reto.

—Vaya, esto va a ser...interesante —murmura Dominic a la vez que gira la carta en mi dirección.

Las manos me tiemblan el sólo pensar en que me tendrá que quitar alguna prenda, pero cuando gira la carta y leo la palabra castigo me relajo notablemente. Sin embargo no dura mucho porque caigo en la cuenta de que debo someterme a un castigo elegido por él.

Miro a Jenny quien parece tener una muy buena vista del suelo ahora mismo, y luego miro a Trent quien me mira con ojos preocupados y nerviosos. Sabe lo que cruza por mi mente, aun sin hablarle. Me dedica una sonrisa a modo de tranquilizarme, pero eso produce el efecto contrario ya que Dominic se acerca a mí y me coge por la nuca de forma brusca.

—Veamos que tan buena eres con la lengua —susurra contra mis labios antes de estampar violentamente su boca con la mía. Su lengua cálida y rápida, no tarda en abrir mi boca de un solo movimiento a pesar de mis constantes intentos por cerrarla y aligerar las cosas.

Él simplemente parece tener otros planes porque el beso comienza a tornarse demasiado caliente para mi gusto.

Escucho gritos y aullidos por parte de los demás presentes, lo que hace sonreír orgullosamente a Dominic.

Las mariposas no están donde deberían, en cambio la repugnancia es quien se muda en mi estómago provocandome algunas arcadas internamente. ¿No debería ser esto un poco más breve? Muerde mi labio inferior y deja un rastro de saliva alrededor de toda mi boca, por el salvajismo de su beso.

—Eh, tíos que no tenemos toda la noche —dice alguien del grupo.

Intento apartarme cuando comienzo a sentir que su lengua explora ahora mi mandíbula pero me lo impide aferrando su agarre en mi nuca. Nadie lo nota porque desde un principio que ha estado cogiéndome por ahí, pero yo sí que lo siento y comienzo a desesperarme. Esta clase de castigo no me está gustando un pelo.

Vuelvo a intentar apartarme pero lo vuelve a impedir cuando muerde fuertemente mi cuello. Suelto un gruñido y cruzo un lado de su rostro con la palma de mi mano. Los aullidos cesaron, y el silencio se instala con nosotros.

El calor del dolor en mi mano me deja atontada y el ver a Dominic con la cara roja de furia y por mi golpe me deja aún más aturdida.

—Maldita zorra —espeta e intenta acercarse a mí, pero Hunter lo coge por el cuello de la camiseta, arrastrándolo hacia atrás.

—¡Le pones una mano encima y no sales menos que cojeando de dolor de esta puta casa! —grita en el rostro de Dominic.

El resto de los presentes nos quedamos de piedra al oírlo y otro latigazo azota mi interior. Hunter tiene una mirada de homicida en el rostro y realmente parece querer golpear con vigor al chico de ojos negros. Muy pocas veces lo vi así, pero desde la distancia. Nunca he presenciado un cabreo con todas las letras en vivo y en directo de Hunter.

Cuando Dominic parece haberse tranquilizado, lo suelta dejándolo en su lugar anterior de un empujón, no obstante éste no hace más que gruñir y empujar su mano de encima.

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