Capítulo 14

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Lo que sucedió a continuación fue como una pesadilla. Kibum perdía y recuperaba la conciencia, y de ese modo pasaba de vivir su propia existencia a vivir la de otra persona.

Lo taparon y lo sujetaron con correas para bajarlo. Le pusieron unos topes metálicos para evitar que se saliera de la camilla. En la calle era más evidente la sensación de ser transportado. Le parecía que se estaba columpiando en el aire y que los enfermeros eran gansos graznando. Cuando sacó las manos, sintió que la tosca manta que llevaba sobre su cuerpo se había convertido en suave satén. Abrió los ojos, pero no vio nada. Lo habían encerrado en una caja. Entonces se dio cuenta de que no era una caja, sino un ataúd.

Se debatía para escapar, pero tenía los brazos atados.

- Cálmate, pequeño - le decía una voz - lo estamos sujetando. Quizá te duela un poco. Ya está.

El enfermero colgó el matraz de suero de un soporte.

- Llegaremos en seguida. No te preocupes. Pronto estarás mejor, ya verás…

Su presencia recordó a Kibum que había vuelto a la vida real, a su propio mundo. Se relajó y dejó que la alegre melodía de su acompaña lo tranquilizara.

Pero la calma duró poco. Hasta cuando él que le sujetaba la mano comenzó a alejarse. Volvían a transportarlo pero esta vez lo manejaban más bruscamente. Oía gritos y carreras. Cuando lo depositaron le pareció que estaba en un barco e incluso oyó el batir de las olas.

Cuando se abrió la tapa, la luz era cegadora. Al principio no pudo ver nada, pero cuando se habituó a la claridad, reconoció la cara que lo estaba mirando. Algo le cubría la boca, una cosa que se movía hacia dentro y hacia fuera.

La potente luz se suavizó. Se sentó y le pareció estar navegando, encerrado en una habitación de techo bajo, pero lujosamente amueblada.

- Ah, Kibum. No está nada mal para tu poco ortodoxa entrada a nuestro espléndido navío - el conde lo miro y la bufanda o lo que fuera aquello se le cayó - Es una goleta negra, veloz y aerodinámica. Yo mismo he elegido al capitán y a la tripulación. Te pido disculpas por las molestias, pero no ha podido ser de otra manera por culpa de tu excesiva curiosidad.

El conde le tendió la mano, pero Kibum rechazó su ayuda y decidió incorporarse el solo.

- No tengas miedo…

- No tengo miedo - le contestó Kibum con serenidad, aunque muy asustado.

- Nadie te va a lastimar. de hecho, Jessica y yo admiramos tu valor, tu coraje. pocos hombres arriesgaría sus vidas para hacer lo que tu has hecho esta noche.

- ¡Tienes que dejarme marchar! ¡No puedes retenerme de este modo! ¡Notaran mi ausencia!

El conde sonrió.

- ¿Puedo preguntarte quién, exactamente?

- Mi padre, la señora kwon.

- Para ellos, éstas profundamente dormido. De todos modos, cuando se den cuenta…, y como este barco es muy rápido - hizo un movimiento con sus manos, imitando el recorrido de un pez - estaremos muy lejos de aquí. En este momento están soltando las amarras y preparando el barco para zarpar. ¿No lo oyes?.

Desde arriba llegaban los rítmicos gritos de los hombres que tiraban de las cuerdas.

- Los marineros, el capitán….

Kibum conocía la respuesta antes de que el conde empezará a pronunciar la primera palabra.

- Nadie te ha visto subir a bordo; solamente el ataúd de nuestro pobre y querido sobrino, Fransz. Morir tan joven, tan hermoso - sus ojos penetrantes recorrieron el cuerpo de Kibum - ¡que tragedia! Y ahora, nuestro triste deber es volverlo a su tierra natal. No. No tienes escapatoria. Te quedarás como nuestro invitado o… - señaló el ataúd -  El capitán y su tripulación transportaran un cadáver y tendrán que descargarlo. Quizá tengamos un funeral en alta mar - no dio más importancia al asunto, hablaba de una manera tan cruel, tan impropia en él, tan despectiva - tu eliges.

Herencia Macabra MinKey (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora