Capitulo 7

224 30 1
                                    

Kibum había intentado ocultar a Minho su cansancio y agotamiento, porque deseaba ardientemente que lo viera y lo tratara como un chico normal. Una vez dentro, no sabia por cuánto tiempo podría aguantar, pero si el premio por resistir era que le permitieran volver a verle, tendría que disimular. Por suerte, su abuela se acostó temprano, y él también pudo hacerlo.

- Buenas noches, cariño - dijo la abuela.

- Buenas noches, abuela - contestó Kibum.

La leche se cubrió de una capa de nata mientras se acostaba. Kibum se encontraba en uno de sus peores estados: con el cansancio plasmado en cada músculo de su cuerpo y totalmente despejado.

Había una cosa que podía hacer para matar el rato. Entonces buscó debajo de la cama el diario de el otro Kibum.

10 de febrero de 1878.

Esta noche me llamaron para que fuera al laboratorio de papá. Minho y él discutían tan acaloradamente que no advirtieron mi llegada. Papá estaba recogiendo trozos de aparatos, de estanterías, botellas, tubos de goma. Minho le seguía, protestando.

- ¡Doctor Park, escúcheme! Me parece que todo este asunto está yendo por muy malos caminos - sujetó a papá por el brazo - ¡Es extremadamente peligroso, además de ilegal! ¡Si insiste en llevarlo a cabo, él podría, sin lugar a dudas, morir!

Papá se volvió hacia él.
- Si no lo hago, morirá de todas formas. Se está muriendo en este momento. Usted mismo lo ha visto. Dígame, Minho, usted quien a atendido al moribundo,  ¿Acaso no tiene la muerte cerca? Si no es esta noche, será mañana. Hasta un inepto se daría cuenta.

Minho soltó el brazo de mi padre y aceptó resignado moviendo la cabeza.

- Bueno, ¿Está usted dispuesto a ayudarme, o no?

Minho volvió a asentir con un ligero movimiento de cabeza.

- De acuerdo, entonces. Por favor, ayúdeme a llevar todo esto. Cuanto antes acabemos, antes se recuperará.

En ese momento se volvieron y me vieron en la puerta.

- Ah,  Kibum - me saludó papá - me gustaría que vinieses con nosotros para atender al conde. Ha empeorado y…

- ¡Doctor Park! - volvió a empezar Minho - Un muchacho tan joven no debería presenciarlo, debería ocuparse de…

- ¡Tonterias! - papá lo hizo callar - ¿Acaso no ha visto durante toda su vida procedimientos médicos?

- ¡Sí, pero Kibum es demasiado joven para observar un procedimiento tan peligroso!

Papá se volvió hacia él, incluso con más severidad que antes.
- ¡Un muchacho demasiado joven que desea ser medico! Para el no es ajeno el lecho donde nace la enfermedad. Me ha acompañado en las rondas de guardia, y en las consultas, y ha demostrado tener más inteligencia, valor y sentido común que muchos de los estúpidos estudiantes de medicina ¡No tengo nada más que decir!.

- Lo siento, yo solo pretendía…  

- Además - le interrumpió - el conde le a tomado cariño. Quizá su presencia le lleve un poco de alivio.

Mientras nos dirigíamos a los aposentos del conde papá intentó prepararme, pero nada habría sido suficiente para amortiguar el golpe que me esperaba. El conde yacía sobre un alto estrado, casi como en un féretro. Los brazos, posados sobre la colcha, estaban tan consumidos que parecían trozos de cuerda. Tenía la cara más blanca que las sábanas. No, no es cierto. Era un color completamente distinto. Parecía como si sus rasgos hubieran sido tallados sobre el más pálido marfil. Yacía inmóvil, como en un funeral. Solamente un débil movimiento de los ojos bajo los párpados me convenció de que aún no era demasiado tarde.

Herencia Macabra MinKey (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora