|025|

2.8K 237 23
                                    

Le pido a Jared que se retire por un momento de la habitación. Ahora que lo pienso, ¿en dónde estará mi nana? Es curioso que aún no se haya presentado para ofrecerme el desayuno o para decir que debo ir a la escuela; aunque realmente me he despertado treinta minutos antes.

Me pongo en pie con algo de dificultad, ¿son las caídas las causantes de este dolor y agotamiento? Siento como si me hubiese pasado un camión de basura encima unas diez veces luego de correr un maratón. Busco lo más rápido que puedo un poco de ropa interior limpia y me coloco un camisón blanco que por fortuna no se transparenta tanto como creía. Me observo un momento en en el espejo, y me siento tonta a los pocos segundos, ¿qué más da si me veo bien? Qué patética.

Camino al baño y luego de hacer pipí y lavarme los dientes le pido a Jared que pase.

- ¿Irás así vestida a la escuela? -pregunta, luchando por ocultar una sonrisa. Le lanzo una mirada de sentencia y pongo los ojos en blanco después.

-Estoy muerta, ¿crees que quiero ir a la escuela si siento que me han molido a palos? -me pongo ambas manos en la cintura, elevando mis cejas. -Hablando de ello, ¿podrías explicármelo?

-Sí... Sobre eso -se rasca la nuca y se muerde el interior de la mejilla en un gesto que dice: «he hecho una pequeña travesura».

Abro mucho los ojos, y también la boca, con cierto recelo y sorpresa a la vez, pero inmediatamente después de realizar dicho gesto un fuerte dolor de cabeza logra hacerme perder el equilibrio. Mis piernas se vuelven gelatina y pierdo mi estabilidad por breves segundos, y cuando estoy esperando a que el suelo me reciba una vez más, Jared, sin saber cómo demonios lo ha hecho, se encuentra a mi lado, sosteniéndome. Me encuentro gravemente mareada, todo me da vueltas, y el dolor en mi cuerpo parece haberse intensificado.

Libero un gemido de sorpresa cuando siento cómo Jared me levanta en brazos con una facilidad tremenda, y me coloca suavemente sobre mi cama. Su cercanía de pronto me hace sentir un extraño hormigueo por todo el cuerpo. Sus labios se encuentran a escasos centímetros de mi rostro, y su plateada mirada se alterna entre mi boca y mis ojos. Me remojo los labios y él parece imitarme, y nos quedamos unos segundos viéndonos. El dolor vuelve a darme una punzada en la sien, cierro los ojos y trago saliva con dificultad. ¿Qué rayos pasó hace un momento?

-De acuerdo, será mejor que te quedes en casa -dice Jared, aclarándose la garganta y volviendo a tomar su distancia, cerca de la puerta.

- ¿Te vas? -pregunto, observando sus intenciones. De pronto quiero que se quede, aunque mis mejillas rojas y cuerpo acalorado me hagan sentir tímida.

-Tengo un asunto que resolver aún, pero te prometo que en cuanto lo haga vendré a verte -me queda viendo directamente. Si sigue con esa mirada va a matarme. -Y responderé todas tus preguntas -concluye, acomodándose la chaqueta.

-Está bien -digo, resignada, y resoplo con disgusto.

Él me ofrece una sonrisa de ensimismamiento, como si con ella dijera: «sé que vas a extrañarme; soy malditamente irresistible». Aunque en lugar de quejarme le sonrío de vuelta.

Lo veo desaparecer por la puerta, y vuelvo a suspirar. Este día será realmente aburrido.

-Por cierto, Perla y Sophía vendrán por la tarde -Jared vuelve a aparecer, asomando medio cuerpo por el marco de la puerta.

Sonrío tan grande por el detalle.

- ¿Tú las has llamado? -cuestiono con incredulidad. El me guiña como respuesta, y ahora sí se marcha.

Los minutos se pasan volando, tanto que no me doy cuenta que me quedé dormida. Hasta que Nala me despierta, llegando a mi habitación con una bandeja con zumo de naranja y fruta picada.

- ¿Cómo dormiste, mi niña? -me pregunta con su tono amable y maternal de siempre.

-Bien, Nala, me siento estupenda -le sonrío, aunque el gesto no llega a mis ojos.

-Algo me dice que no tienes ganas de ir a clases, ¿o me equivoco?

-Tienes razón, Nala. Sólo por hoy, ¿sí? -trato de convencerla con una mirada inocente.

-De cuerdo... Pero sólo hoy -advierte, poniendo la bandeja en mi regazo.

Por cierto...

- ¿Hace cuánto que se fue Jared? -quiero suponer que Jared uso la puerta para entrar y salir, por que no puede volar ni mucho menos teletransportarse, ¿verdad? Eso no forma parte de la maldición, ¿cierto?

- ¿Jared? ¿Quién es Jared? -dice, con el ceño gravemente marcado, y por su mueca sé que no tiene idea de lo que le hablo. - ¿Acaso has invitado a un amigo a tu habitación, Ayline? -me reprende. Sonrío internamente, porque me recuerda a mamá.

-No, no, creo que estaba soñando -bebo inmediatamente del jugo de naranja para que no siga preguntando, y me demoro en ello más de lo necesario.

Nala se me queda viendo con recelo, como si supiera que le estoy ocultando algo pero por más que se esfuerce lo lo fuese a descubrir. Se encoje de hombros y sale de la habitación.

-Vendré en media hora. Provecho, mi niña.

Standcrows: El Nerd Vampiro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora