|004|

5.5K 464 39
                                    

En cuanto lo veo voy a gritar horrorizada, como es característico en una película de terror, pero el chico tapa mi boca con su gran mano y se posiciona detrás de mí, haciéndome sentir indefensa. A pesar de que estoy muy confundida y aterrada no puedo ignorar su delicioso aroma, una combinación de maderas y especias, su olor es adictivo.

Trato de decir algo haciendo señas con mis manos, quiero decirle que me suelte, y al parecer lo ha entendido pues me suelta, susurrando en mi oído.

-Lo haré, pero por favor no vayas a gritar -santo cielo, siento que su voz me excita.
No sé qué rayos pasa por mi cabeza, debo recobrar mis sentidos. Asiento para que entienda que he captado sus indicaciones, y que no voy a gritar aunque ganas no me falten.

Trato de volver en sí, ya hasta las ganas de entrar al baño se me han quitado, estoy curiosa por saber de él, y caliente, muy caliente.

- ¿Qué haces aquí? -pregunto en un hilo de voz, pues no quiero romper a mi promesa de no gritar como una histérica, que es como hubiera actuado en primer lugar.

- ¿No es obvio? Vine al baño -comenta, sin pena, con ese acento tan seductor casi vibrante, que sino me equivoco está entre el alemán y el español... Es embriagante.

-Al baño de chicas, ¿no? ¿En serio piensas que voy a creermela? -me cruzo de brazos, adoptando una mirada retadora. Sí claro, y yo soy Maddona. Si cree que me quedaré con la duda está muy equivocado, porque quedarme con la duda es lo que más detesto en el mundo.

-Me confundí, ya iba de salida -se dispone a marchar, pero lo detengo por la muñeca.

-Sólo dímelo, prometo no echarte de cabeza -bueno, parece que me he vuelto toda una chismosa, pero lo cierto es que estoy demasiado curiosa y nunca me ha gustado quedarme con la duda sobre nada.

-Bien, voy a decírtelo, pero debes prometerme que no vas a reírte, ¿de acuerdo? -pide, demasiado serio, igualando mi pose de hace unos segundos. Afirmo con la cabeza en repetidas ocasiones, cual niña pequeña cuando su padre dice que sólo va a comprarle caramelos si promete no hacer travesuras y comerse las verduras que mamá le dé.

-Está bien -elevo mi palma a la altura de su pecho, que es donde mi cabeza llega; realmente no es mucha la diferentes, unos diez o doce centímetros más alto que yo.

-Estaba siguiendo a alguien porque tengo matarlo, y me pareció que entró por aquí -suelta de pronto, muy sin pena, muy normal, como si lo que me estuviera diciendo es que se acaba de comer un cono de helado.

Y no puedo evitar hacer lo que le he prometido que no haría, me largo a reír como si me hubieran contado el chiste del año. Río por al menos tres minutos. Y él me observa con tanta indignación que hace que me provoque aún más gracia.

-Tú sí que tienes imaginación... Mejor sólo dime que has venido a espiar a las chicas -digo mientras aún río, y me limpio algunas lágrimas de los ojos.

Él tiene arrugado su ceño y los labios apretados, en una mueca muy singular, mientras me ve con ojos incrédulos, bonitos ojos grises llenos de incredulidad y enojo.

Pronto siento como alguien se acerca al baño, y él también lo percibe porque pone cara de pánico.

-Espera, yo lo arreglo -salgo del baño y cierro la puerta tras de mí, recargando mi espalda sobre ésta. - ¿Perla? -pregunto, impresionada, al ver a mi amiga acercarse.

-Demonios, Ayline, ¿por qué tardas tanto? Me ha dado ganas y el profesor no quería dejarme salir... Tuve que decir que estabas mal del estómago -dice lo último con el rostro arrepentido.

- ¿¡Le dijiste qué!? -grito histérica. Oh, por todos los cielos, qué vergüenza.

-Lo siento, de verdad, pero no se me ocurrió otra cosa. Ahora, déjame pasar, que mi vejiga está por explotar.

- ¡No! -niego rotunda al instante, impidiendo su paso, ella me ve extrañada. -Tienes razón, estoy enferma del estómago... No querrás entrar ahí, Perla, morirás antes de siquiera dar un paso -escandalizo para darle intensidad a mi excusa, no quiero que vea a aquel muchacho que está dentro, además, conociendo a mi amiga, sé que tendrá un buen tema con el cual molestarme, y se imaginará cosas que obviamente no suceden.

- ¡Rayos, Ayline, qué asco!

-Sí, lo siento. Y será mejor que te vayas a clase porque estaré aquí para rato -ella accede de inmediato, haciendo caras de asco y evitando vomitar. Sabía que funcionaría, mi amiga es demasiado delicada y asquerosa como para comprobar por ella misma si le estoy diciendo la verdad o no. La quedo viendo hasta que desaparece de mi campo de visión.

Cuando siento que estamos seguros entro nuevamente. Busco dentro, ya no hay nadie en ese baño.

Mi vista viaja hacia una pequeña abertura que las hace de ventana, aunque es bastante estrecha, es la única forma en la que pudo haber salido, no creo que se haya esfumado...

Con aún más cosas en mi cabeza, y con mis necesidades sanitarias sin ser satisfechas regreso a mi salón. He demorado demasiado tiempo haciendo nada realmente y ya sólo quedan diez minutos de la clase, por lo que deben pasar lista y no quiero romper mi récord de asistencias.

Camino nuevamente a mi aula, apresurada y muy dudosa, y al entrar todos mis compañeros se me quedan viendo, algunos tienen sonrisas en la cara, otros me observan con cara de espanto y desagrado.

Observo a mis amigas para encontrar una explicación, Sophía apunta a Perla con el pulgar, y ésta última se disculpa con la mirada, hundiéndose en su pupitre.

Tomo asiento aguantado las risitas de mis compañeros, y mis ganas de salir corriendo. El profesor pide silencio a todos, aunque él también me ofrece una mirada de pena. Me siento tan incómoda ahora, como el centro de atención.

Trágame tierra.

Standcrows: El Nerd Vampiro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora