Raimondo Fiori, luego de besar a su novia de manera casta, lo siguió:

-Nos quedamos esperándote como media hora, en la cafetería -reprochó él, mirando al pelirrojo.

Lorenzo lo miró, frunciendo el ceño.

-¿Para qué? -preguntó. Realmente no parecía saberlo.

Raimondo entendió que él no había puesto atención mientras se despedían y acordaban reunirse luego.

-Baboso -le dijo, bajito-. ¿Qué hacen? -se interesó luego, al ver algunos papeles regados por la mesilla y dos laptops encendidas.

Angelo se acercó a su hermana por detrás y, sujetándola por los hombros, le besó una mejilla; mientras tanto, miró el contenido de los papeles, pudiendo darse cuenta de que eran unos formularios para... ¿qué cosa estaban haciendo ellos? Se sintió confundido, pero Gianluca le aclaró rápidamente las dudas:

-Decidimos el objeto social de la fundación y... en el nombre; aún no lo tenemos.

Sí, pensó Angelo: pudo ver claramente que era el formulario de registro para una asociación civil y... ¿qué clase de asociación planeaban ellos y por qué él no sabía nada de ella?

-¿Qué fundación? -siguió Raimondo, frunciendo el ceño.

-Fue idea de Annie -siguió el pelirrojo, sonriendo-. Comenzó como un proyecto para ayudar a las madres jóvenes, pero cada vez que lo hablamos, abarcamos mucho más: ella quiere servicios médicos para los niños, Nicolas está enfocado en generar conciencia y enseñarlas (a las mujeres en general, sin un marco de edades o perfiles) a detectar el abuso y las maneras de combatirlo; y yo realmente creo que, atacando la raíz, educando de manera efectiva, reduces todo lo anterior.

-Y yo creo que es un gasto enorme todo eso -lo interrumpió Gianluca, y luego se aclaró la garganta-. Ella no tiene idea de los costos que genera un bebé prematuro (con todos los cuidados que madre e hijo requieren), lo cual es muy común si la mujer, durante su gestación, estuvo expuesta a factores como... -buscó una extremadamente común- la desnutrición, por ejemplo.

La rubia hizo un puchero suavísimo.

-Es el objetivo de la fundación -le recordó-: que no pasen hambre.

-Sí -suspiró Lorenzo-, entre otros (muchos otros) objetivos -se quejó y miró a Raimondo-: ahora mismo hablábamos sobre adopciones: Gianluca cree que una opción es conseguir hogar a los bebés y hacer que los futuros padres paguen los costes... y Annie cree que las madres, que den en adopción a sus hijos por motivos económicos, deberían poder recuperarlos -asintió, mientras Anneliese ponía los ojos en blanco y se recargaba contra Nicolas, como si buscara apoyo moral-. Es difícil centrarnos en una sola cosa.

Raimondo arqueó las cejas y, buscando respuestas, miró lentamente a Angelo, quien, a su vez, miró a otro lado: él no tenía ni idea de que Anneliese había estado trabajando en eso.

-¿Me das jugo, de ahí? -preguntó la rubia a su hermano, presionándole cariñosamente los dedos de su mano izquierda, mientras señalaba un contenedor a unos pocos metros, sobre el suelo de madera.

En silencio, Angelo fue allá y, entre el hielo y las cervezas, buscó jugo de fresas o arándano, pero no encontró nada; sintió que alguien se acercaba a él, pero se quedaba a una distancia prudente, como si estuviese esperando a que él se alejara del contenedor.

-¿Me traes una cerveza, por favor? -le preguntó Lorenzo.

-A mí otra -pidió Raimondo, sentándose junto a Annie (pero no para ver ningún papel ni ayudar con nada, tan sólo se sentó a beber cerveza).

Ambrosía ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora