10. De continua a alterna (16:58)

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El domingo fue un día un tanto agridulce. Por un lado las cosas con Samira se habían «reparado». Cualquiera podría decir que Madai disfrutaba los desplantes de la chiquilla de ojos verdes, sin embargo, al ver la sinceridad en su mirada y oír las disculpas de parte de ella y su madre, no pudo guardarles rencor. Josué Singer mintió al llegar al restaurante, todos esperaban ver a las mejores amigas hacer las paces y tuvieron una desagradable tarde.

Samira seguía al pie de guerra con su padre. Aurora no podía creer que la dejara fuera de la casa y que todavía tuviera el cinismo de ocultar el regalo. La muchacha portaba con alegría y orgullo, una cadena bañada en oro en forma de un corazón. En la parte trasera llevaba grabado el versículo que Madai eligió. Para ir limando asperezas, Sami le invitó al cine entre semana y le prometió que ningún chico se iba a entrometer de nuevo en sus vidas. Esto no significaba que ella dejaría a Lucas, no, esos dos iban viento en popa. Maddi aceptó, si bien, en su interior comprendió —con pesar—, que ya no podía confiar en ella, decidió aparentar con tal de evitarse unas cuantas lágrimas.

Ambas familias se despidieron fuera de la iglesia, Maddi venía del brazo de su amiga cuando distinguió el carro rojo de Renzo. ¿Qué hacía él ahí? Por lo que recordaba, del día anterior, ellos ya no asistían a ninguna institución religiosa. Ella mencionó a cuál iba —una vez al mes, cabe señalar— ya que las cenizas de su abuela se guardaban en la cripta. Lo primero que divisó fue su melena alborotada, él no gustaba de usar gel ni nada similar, portaba gafas oscuras y vestía una camisa (azul marino) de botones que cubría su torso; los pantalones beige finalizaban su atuendo. Saludó agitando la mano por encima de su cabeza, Madai ignoró el gesto, a pesar de que Samira aseguraba que se dirigían a ella. Pero cuando Renzo vociferó su nombre, resultó imposible seguir ocultándolo.

— ¿Segura que no le conoces?—El tonito irónico irritó a Madai, ya podía discernir que iba a ocurrir y la idea no le agradaba en lo más mínimo—. Él parece conocerte perfectamente, incluso viene para acá. ¿Quién es?—exigió saber.

— ¡Mierda!—masculló y Samira no pudo contener la risa. No le había escuchado decir malas palabras, ¡nunca!—. Es el nieto de la amiga de mi abuela, no sé qué hace aquí, ni siquiera nos llevamos bien—se justificó, intentado que su amiga perdiera el interés, cosa improbable.

Bajaron el resto de peldaños, Olivia se acercó al muchacho y su tía la golpeó en el hombro, para luego guiñarle el ojo. Ayer no lo vio puesto que estaba cubriendo a su padre, debía surtir la óptica de la clínica, de esa manera hacia puntos con su progenitor. Sin embargo, Maddi no comprendía su interés repentino en ella. ¿No pudo llamarla antes o esperarla en su casa? ¿Por qué fue hasta ahí? ¡Diablos! Ahora Samira se iba a fijar en él.

— ¿Cómo se llama?—la meneó del brazo, para susurrar una serie de frases que ya conocía bien: « ¿Cuántos años tiene? ¿Es soltero? ¡Es muy guapo! ¡Tienes que presentarme con él! ¿Me veo bien?»—. Ven, para que lo saludes y me lo presentes—dijo emocionada. Ella en cambio, estaba por volver a odiarlo.

Alterna y continua ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora