Recuerdos de un mortífago

747 77 7
                                    

  Severus se despertó y parpadeó repetidas veces para intentar ubicarse.
Reconoció en el acto la habitación de Rose, y recordó cómo había llegado hasta allí (la noche anterior, no le había hecho falta preguntar dónde iba a dormir; Rose se había mostrado muy firme al respecto)
Se giró hacia la mujer, que dormía de espaldas a él, y la abrazó por la cintura, enterrando la nariz en su pelo y aspirando su olor.
Aun sabiendo que ella necesitaba dormir, Severus no pudo resistir el impulso de besarle el cuello repetidamente, haciéndole cosquillas. Rose gimió en forma de protesta, saliendo del sueño, y se acurrucó aún más, pero él volvió a repetir su movimiento, besando también su nuca, hombro y espalda.
Finalmente, Rose se giró hacia él y sonrió con un gesto somnoliento.

-¿No tuviste suficiente ayer? -preguntó, aún medio dormida.

-No -respondió él, besándola en la boca. Rose se dejó llevar por su beso y sus caricias, hasta que se separaron y él la miró fijamente. Alargando su mano izquierda, Severus apartó con delicadeza un mechón de la cara de la mujer, y ella no pudo evitar fijarse en la Marca Tenebrosa, que brillaba en la pálida piel. Severus se dio cuenta e intentó esconder el brazo, pero Rose le cogió por la muñeca y, en un gesto que sorprendió al mortífago, besó la zona tatuada, pasando después los dedos sobre ella. Tras esto, miró a Severus con una expresión que decía "¿Lo ves? No tienes nada que ocultarme".
Severus se inclinó sobre ella y le dio un corto beso en los labios.

-¿Le encontraste? -preguntó de repente Rose-. A tu padre -aclaró, aunque no hacía falta.

Severus se dejó caer sobre la cama, mirando al techo, y Rose se incorporó, apoyándose sobre un codo, preocupada por haber despertado malos recuerdos.

-Sí, le encontré -respondió él, tras unos segundos de silencio.

-¿Me lo quieres contar? -preguntó ella con suavidad.
Severus no respondió de inmediato, sino que mantuvo sus ojos fijos en el techo, con la mirada perdida, y la mente puesta en otra parte. Rose esperó sin decir nada, respetando pacientemente su silencio, hasta que él decidió hablar.

-Le encontré -dijo Severus, hablando lentamente, como si estuviese sacando las palabras de un pozo muy profundo-. Le había buscado por todas partes...


FLASH BACK


Le había buscado por todas partes.
Tras salir de Hogwarts, después de ver cómo Rose saltaba del tren en marcha, y tras jurarle lealtad a Vóldemort, Severus no había hecho otra cosa que buscar a su padre.
El muggle lo había hecho bien: después de evitar la cárcel con el pago de una fianza que le había llevado definitivamente a la ruina, Tobías se había escondido de tal manera que parecía haberse esfumado. Pero su hijo no le había olvidado.
Aunque debía obedecer a Vóldemort eliminando Aurores u obteniendo información acerca de los planes del Ministerio, Severus aprovechaba todos sus viajes para recoger pistas sobre su padre. En poco tiempo, gracias a su carácter y su diligencia a la hora de cumplir con las órdenes de Vóldemort, Severus fue escalando posiciones dentro del grupo de los mortífagos, ampliando su círculo de contactos.
Por supuesto, también se granjeó envidias y enemigos entre sus propios compañeros, pero ninguno de los que se enfrentaron a él sobrevivieron por mucho tiempo.
Severus no tenía nada que perder, y no había nada con lo que se le pudiese chantajear, así que muy pronto llegó a ser temido y respetado en el entorno cercano a Vóldemort, aunque no fue uno de sus favoritos.
Sin embargo, Severus tenía una ambición que le impedía dormir, y que le hacía estar en continuo movimiento: encontrar a Tobías.
El localizar el paradero de su padre le producía tal obsesión que ni siquiera el poder o las riquezas pudieron hacer que se olvidara de él, y finalmente, tras meses de intensa búsqueda, Severus le encontró.


Severus había seguido el rastro de su padre desde que este había salido de la cárcel, buscando en su pueblo natal y en los alrededores, pero no había tenido suerte. Tampoco le encontró cuando buscó en los albergues o en las otras cárceles del país, y sabía que tardaría toda una vida en registrar tan sólo las ciudades más grandes.
El único dato fiable que tenía era que su padre no tenía el suficiente dinero para salir del país, pero eso no aportaba demasiados datos. Sin embargo, la suerte le sonrió un día, cuando estaba comiendo en el comedor público de un hospital que llevaban unas religiosas.
Severus solía acudir a esos lugares, con el presentimiento de que en alguno de ellos encontraría a Tobías.
Miraba fijamente a su alrededor, a la búsqueda de una enorme nariz ganchuda, o de una melena larga y grasienta, aunque como tantas otras veces, no encontró nada de eso. Cuando estaba a punto de marcharse, oyó por casualidad cómo una de las religiosas hablaba de un tal Snape bastante irritable al que tenía que atender.
Levantándose inmediatamente de la mesa, Severus se dirigió hacia la monja que había pronunciado el apellido, y ella le miró de arriba a abajo, sobresaltada.

After all this time? [Severus Snape]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora