Los miedos de Rose

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  Los días y las semanas pasaron, y Rose y Severus seguían viéndose cada tarde.
Severus iba incrementando podo a poco el nivel de las pociones, pero aunque Rose lograba fabricarlas, no mejoró.
La causa era simple, Rose tenía muy poca confianza en sí misma, y se aterrorizaba cuando se ponía ante un caldero. Cada vez la situación era peor, hasta tal punto que cada noche tenía pesadillas en las que estaba condenada a ser tragada por un caldero gigante.
Severus hacía todo lo que podía para ayudarla, pero lejos de mejorar, Rose empeoraba a pasos forzados a causa de su miedo.
Dependía constantemente de Severus, y lograba sacar adelante las pociones gracias a su ayuda constante, pero en las clases de Slughorn, donde no podía contar con él, Rose era un completo desastre. En condiciones normales se habría refugiado en Lily, pero como esta estaba en la enfermería, tenía que conformarse con la ayuda de James, quien dicho sea de paso, no era muy buen profesor y consejero.
Su nota no mejoró, y en consecuencia, la de Severus empeoró. Cuando él fue a quejarse al profesor, este le recordó amablemente que su nota y la de Rose estaban ligadas, y que si la chica no mejoraba, él no obtendría los resultados que pretendía.
Severus se enfadó muchísimo, y decidió hablar con Rose esa misma tarde. Ya era hora de sacarle esos estúpidos miedos de encima.
Sin embargo, algo le llamó la atención, quitándole a Rose de la cabeza: Sirius Black andaba solo por los pasillos. Esa era una oportunidad excepcional para vengarse de él, y no la iba a desperdiciar.
Severus se escondió detrás de una estatua y le lanzó un hechizo paralizante. Como Sirius estaba de espaldas a él no pudo verle, y Severus aprovechó para lanzarle todos los hechizos y maldiciones que se le ocurrieron. "A ver si ahora despiertas tantas pasiones, Black" pensó mientras salía corriendo y se perdía por los pasillos.


Media hora más tarde, Sirius logró entrar en la sala común de Gryffindor. La única persona presente era Rose, que estaba aprovechando su tiempo libre para adelantar los deberes. Ella le miró asombrada con la boca abierta.

-Sirius ¿eres tú? -preguntó cuando al fin le reconoció. Sirius estaba totalmente deformado. Tenía la cara cubierta de verrugas, tentáculos y cicatrices, y su cuerpo estaba más gordo y deformado por una joroba-. ¿Quién te ha hecho esto?

-Ese... ese Quejicus -logró balbucir con dificultad, porque tenía dos lenguas-. Cuando le pille le voy a dar la paliza de su vida.

-Sí, claro -Rose no había entendido nada de lo que Sirius había dicho-. Anda, siéntate, que voy a ver si puedo quitarte eso -Rose tardó casi una hora en devolver a Sirius a su estado normal. Cuando terminó, estaba agotada, pero Sirius parecía la mar de contento cuando se tocó la cara y descubrió que volvía a estar normal.

-¡Rose! Eres maravillosa -exclamó besándola en la cara y abrazándola por la cintura.

-Yo que tú iría a la enfermería por si acaso, no me fío de los efectos secundarios de tantos hechizos juntos -dijo ella tratando de quitarse esos brazos de encima.

-¿A la enfermería? ¡Ni loco!-exclamó Sirius-. No pienso interrumpir a los tortolitos y su interminable intercambio de insultos- sin embargo, eso le dio una idea-. ¿Qué tal si te invito a una cerveza de mantequilla? Conozco una manera de llegar a Hosmeade sin que nadie lo note -dijo guiñándole un ojo pícara mente a Rose mientras la abrazaba más por la cintura. Ella intentó soltarse con disimulo.

-Es que... hoy no puedo, tengo clases extras de pociones -dijo ella. Sus esperanzas de que el interés de Sirius por ella hubiese disminuido durante el verano comenzaban a esfumarse.

-Bueno, pues mañana.

-Tampoco puedo. En realidad tengo clases todos los días, y me va a resultar completamente imposible quedar -dijo Rose muy deprisa-. Además, tengo un montón de tarea atrasada, y tendré que aprovechar los fines de semana para terminarla.

After all this time? [Severus Snape]Where stories live. Discover now