El parque de Santa Ana

774 81 4
                                    

Era ella, Severus estaba completamente seguro. Era Rose, su Rose, la mujer a la que había estado a punto de matar en el bosque.
Severus aceleró el paso, escurriéndose entre los muggles que llenaban la calle a esa hora de la mañana, e intentó centrarse en lo que debía hacer. Y sin embargo, no podía olvidarla.
Durante esos dos años, Rose había sido una imagen que le acompañaba siempre, incluso en sueños. No había habido día que Severus no hubiese pensado en ella, incluso había perdido la cuenta de la cantidad de veces que, en una ciudad extranjera, había seguido durante horas a cualquier mujer de pelo negro y rizado, para después comprobar que no era ella.
Había llegado a asumir que no volvería a verla nunca más, y que jamás podría cumplir la promesa de volver a su lado. Pero entonces, ella había aparecido, dándole nuevas esperanzas.
Severus se detuvo en seco, dándose cuenta de que se había pasado de calle, y volvió atrás para corregir su rumbo. Al instante, la imagen de Rose en el bosque regresó a su mente; sus enormes ojos abiertos, fijos en los suyos, su boca cerrada, en un firme gesto para no gritar, su pelo esparciéndose en desorden por el suelo, aquella fina línea de sangre resaltando en su pálido rostro.
Severus revivía ese recuerdo una y otra vez, y cada vez que lo hacía, su pulso se aceleraba, al igual que le pasaba en el colegio.
Se maldijo a sí mismo y se recordó que debía centrarse en su misión, pero un nuevo pensamiento rondaba por su mente: quería volverla a ver.
Pero ¿Dónde? ¿Cuándo? Seguramente Rose era una Auror, o eso pensaba él, y estaría completamente protegida por hechizos que impedirían que cualquiera se acercase a ella. Además, ¿cómo podía pretender fingir que no había pasado nada, que no había cambiado, después de todo lo que había hecho?
No había solucionado su dilema cuando se dio cuenta de que había llegado a su destino.



-Estoy embarazada -dijo Lily.

-¿De verdad? -preguntó Rose, a lo que la pelirroja respondió sonriente, con un asentimiento de cabeza-. ¡Enhorabuena! -exclamó, abrazando a su amiga. A su alrededor, algunos muggles las miraron con mala cara, porque se habían parado en mitad de la calle.

-Gracias -sonrió Lily.

-¿Cuándo te enteraste?

-Hace un par de semanas, pero no quería decir nada hasta estar completamente segura -explicó Lily.

-¿Y James cómo se lo ha tomado?

-Está como loco -rió Lily-. Esta mañana ha aparecido en casa con una cuna ¡Y eso que no daré a luz hasta Julio!

-Me alegro mucho por vosotros -sonrió Rose-. Vais a ser unos padres muy jóvenes.

-Ya lo sé, pero James dice que así tendremos más tiempo para tener una familia numerosa -dijo Lily-. Quiere que tengamos cinco hijos.

-¿Cinco? -Rose la miró con incredulidad y comenzó a reírse-. ¿Qué pretende, formar un equipo de Quidditch?

-Más bien uno de baloncesto -la corrigió Lily.

-¿Un qué?

-Déjalo, es un deporte muggle -Lily agitó la mano para restarle importancia.

-Bueno, da igual. Quiero ser la madrina de este niño -exigió Rose, fingiendo ponerse muy seria.

-¿Quién te ha dicho lo contrario? -bromeó Lily. Rose le dio un pequeño codazo-. ¡Hey, ten cuidado! Estoy embarazada.

-Sí, claro, ahora te vas a estar quejando durante los nueve meses.

Lily rió con ganas, pero se volvió a parar.
-Mira, es aquí donde quería venir -dijo, señalando una tienda.

-¿"El hogar del bebé"? -preguntó Rose, leyendo el cartel de la tienda-. Y decías que el exagerado era James.

After all this time? [Severus Snape]Where stories live. Discover now