—Como lo dices, me suena a que hablas de algo indeseable —digo separándome de él.

—Muchos no creíamos posible que un ángel pudiese engendrar un hijo con una humana.

Suspiro.

—¿Qué pasó con él... con mi verdadero padre?

—No lo conozco, nunca lo he visto.

—Si engendrar hijos con humanos es un pecado y a ese tal Cialac lo perdonaron, entonces también lo hicieron con su hijo.

—Yo me encargaba de la guardia en el Coelum, así que no era mucho el contacto que tenía con los ángeles protectores. Solo sé lo que por boca de Cialac ha salido, él dijo haberlo llevado al Coelum cuando su madre murió y que había sido parte de la legión de ángeles protectores, pero cayó cuando conoció a tu madre.

—¿Solo tuvo a mi padre? —Pregunto, pero en esa pregunta hay una chispa de esperanza.

Nunca he tenido una familia, más allá de Lucas.

—No, también nació una niña. Ella no es ángel como tu padre, pero sí una Néfilim.

—¿Néfilim?

—Los arcángeles pueden ser capaces de engendrar ángeles y Néfilim, mientras que los ángeles como yo o tu padre solo podemos engendrar Néfilim, o simplemente humanos.

Entierro ambas manos en mis hebras de cabellos, intentar entender esta locura es más complicado de lo que suena en sí.

—Todavía no comprendo, ¿por qué quien resulta ser mi abuelo fue perdonado? —Me observa por unos cortos segundos.

Me tiende su mano para que la tome y lo hago sin titubear, me conduce con sutileza devuelta al sofá en donde estaba sentada minutos atrás, luego toma asiento a mi lado.

—Cuando eres un arcángel, cuando tus acciones son más puras que oscuras y tu alma a pesar de todo se mantiene intacta, tienes ciertos privilegios —Me explica.

—¿Hay alguna manera de que pueda hablar con él?

Daron me extiende una sonrisa.

—Te prometo que sí.

Inclino la cabeza hacia atrás, entretanto dejo escapar todo el aire que estoy reteniendo desde hace rato a causa de la tensión, me siento tan cansada mentalmente y aliviada al mismo tiempo. Pero me siento más cansada de lo que debería, ¿y cómo no? Cualquiera lo estaría si se viera inmiscuido en una situación como esta. Enterarme de un día para otro que mi vida nunca ha sido como la viví y creí, que todo ha sido nada más que parte de una gran y planeada mentira, es una razón válida para causar demasiada tensión emocional y física.

—Asumo que mi padre sabe de esto, ¿o me equivoco? —Pregunto haciendo referencia a Lucas.

—Por lo que él me ha dicho, siempre ha sabido todo, Nathalia, solo ha tratado de mantenerte a salvo desde siempre y desde que llegaste a Dijon.

Al escuchar la palabra Dijon, una duda salta en mi cabeza, cuando recuerdo aquella noche que llegué.

—¿Tú estabas ahí? —Sus cejas se juntan al centro y puedo percatarme de que no sabe de lo que le hablo—. En el autobús... —explico.

Su semblante se relaja al escuchar mis palabras.

—Sí —afirma—. La noche que te quedaste encerrada —sonríe—. Lyron y yo estábamos ahí.

No puedo evitar sonreír al ver cómo sus ojos se achican y en sus mejillas se abren paso dos hoyuelos, haciendo que su sonrisa se destaque aún más. Puedo ver detrás de ese gesto de chico serio y misterioso, al ángel que aún parece permanecer intacto.

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora