Capítulo 23

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NATHALIA

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NATHALIA

Por más que me duela tengo que admitirlo, el miedo que ahora siento es inmenso. Estoy aterrada ante todo ese mar de revelaciones y solo me queda aferrarme a mí misma, mientras él permanece de pie frente a mí en completo silencio. Todo lo que ha dicho me ha destrozado el corazón de una forma que no puedo ser capaz de explicar. Saber que el hombre con el que he vivido toda una vida no es mi verdadero padre, ha abierto una herida que parecía haber cicatrizado en mi pecho. Toda mi vida ha sido una mentira y se ha convertido en una locura desde entonces. Decir que soy una simple humana, ya no sé qué tan cierto puede ser. No nací de dos mortales, cuyos pensamientos y sentimientos decidieron traer a este mundo a una niña para cuidar y proteger, soy solo el resultado de la decisión de un ángel caído y una mortal.

Mi mente y alma no pueden contener la magnitud de tener que asimilar un hecho como este. Necesito a alguien que me estreche en sus brazos y me diga que esto solo es producto de una pesadilla, pero sé muy bien que no es así. Entonces me limito a soltar entre las confusiones de mi mente, infinidades de preguntas; ¿quién soy entonces? ¿Un ángel?

¿Alguna clase de mezcla extraña? ¿Un fenómeno? ¿Tengo poderes? Eso último no es posible.

En las memorias que aún quedan de mi niñez, no recuerdo algún signo de que algo extraño pasara a mi alrededor; ni siquiera una señal de sentirme diferente al resto por más mínima que fuera y honestamente, aunque todo esto me aterra, la necesidad de saber más sobre todo lo que Daron me ha contado, se incrementa. Ahora no solo quiero saber quién es Cialac, sino que también quienes son mis verdaderos padres.

—Sabes... —murmuro en medio del sepulcral silencio—. Ahora entiendo por qué ella nos abandonó, lo hizo por mí, por mi culpa —termino de hablar, mientras mi vista permanece fija en la nada, recordando a la mujer que creí era mi madre.

—Eras una niña, no tenías culpa alguna de las decisiones que ella decidió tomar.

Levanto la mirada hacia su cara, para encontrarme con sus hermosos ojos verdes fijos en mi rostro.

—Siento mucho no haberte dicho las cosas desde un principio —escucho sus disculpas, pero lo único que quiero es que me deje reposar bajo sus brazos.

—¿Podrías... abrazarme? —Susurro, haciendo caso omiso de sus palabras.

Me pongo de pie en el mismo segundo en que se lo pido, casi de manera suplicante. Él solo asiente, entonces me acerco de manera lenta para encajar en él. Aprieto los ojos mientras mis fosas nasales se dilatan, tratando de contener las lágrimas que amenazan mis ojos.

—Explicarte por qué no lo hice antes, es importante para mí —prosigue—. Cialac nunca deseó que supieras sobre esto, mucho menos que se supiera en el Coelum. Solo sabíamos que él habría logrado sucumbir ante lo que se nos tiene prohibido y que había sido perdonado entonces... —escucho como la saliva pasa por su garganta—. Él no quería que tu vida se viera afectada por un error suyo, pero al ver que Lyron está dispuesto a hacerte daño, lo que en parte es culpa mía. Me buscó —suspira—. Yo no sabía que tú eras el producto de su creación.

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora