Sostenía su mano, en ningún momento me había permitido dormir, siempre la observaba, pero esa ocasión fue distinta.

Cerré los ojos sin poder evitarlo, con su mano entre la mía. Recosté mi cabeza al lado de la suya y me quedé dormido.

Soñé, algo que no me había permitido en estos días.

- Christopher...

Escuchaba la dulce voz de Georgiana...

- ¿Georgie? - Volteé a todos lados buscándola, lo único que veía era luz.
- Chris... - Volvió a llamarme, pero ahora la sentí detrás de mi. - Amor...
- Georgie... - Me di la vuelta y la abracé. - No te vayas de mi lado, no me abandones por favor... - Comencé rápidamente apretándola contra mi. - No soportaría una vida sin ti a mi lado, no lo soportaría.
- Debo de irme, lo siento Chris...
- No Georgiana...
- Escuchame, esto puede doler al principio pero, debes de aprender a vivir lo que te falta sin mi, yo siempre estaré para ti, pero desde otro...
- ¡No! ¡no, me niego!

La alejé un poco para poderla ver a los ojos, en los cuáles estaba el brillo más hermoso que jamás había visto.

Antes de que volviese a hablar, fuimos  interrumpidos por una gran luz que empieza a jalar a Georgiana.

- Es hora de irme...
- No Georgiana.
- Si, Christopher, nunca me olvides, yo te amo.
- Yo también te amo, ¡pero no me dejes!

Otra luz comenzó a alejarnos, a mi también me jalaban, pero no quería estar lejos de Georgiana toda una vida.

- ¡No!

Grite al final volviendo a tomar la mano de mi amada.

Desperté agitado de aquel sueño, había sentido todo tal real... Volteé a mi lado y vi a Georgiana aún dormida, yo prefería decir que estaba solamente dormida, y no muerta, después de ese sueño solté un gran llanto, sabía que ella me había abandonado.

Sentía que ella ya había muerto.

Lloré aún más, no podía contener ahora mis llantos.

Después de unos momentos entró mi madre, quien volteó a ver a Georgiana y pensó lo peor.

- Oh no... - Dijo en voz baja también llorando. - Georgie...

Me levanté de allí, no podía seguir así, simplemente no podía.

Bajé rápidamente las escaleras, estábamos en la casa que Lord Armstrong-Jones había comprado en Francia.

Ambos estaban muy felices, Lady Armstrong-Jones había dado a luz a un niño, le pusieron Connor, Connor Armstrong-Jones.

Me alegraba que por fin pudiesen tener un niño, el título de los Armstrong-Jones estaba a salvo.

Seguí bajando las escaleras y llegué a un jardín que me recordó a Georgiana. Salí rápidamente por el jardín, sentía la presencia de mi amada a mi lado.

Me senté en el suelo, donde el gran árbol de allí me tapaba el sol.

Me recargué en este y sin poder evitarlo nuevamente, me quedé dormido.

Volví a soñar, pero ahora me soñé a mi, a Georgiana y a dos pequeños niños a nuestro lado. Un niño y una niña.

Después de este sueño, sentí que me movían, abrí los ojos un poco y vi a mi madre, que estaba con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.

- Hemos vestido ya a Georgiana.
- Ya voy. - Dije con la voz apagada y me levanté.

Antes de irme, le di un abrazo a mi madre quien lloró en mi hombro, yo también quería llorar pero, ni un sonido salía de mi garganta ni una lágrima de mis ojos.

Caminé a paso lento hacia la habitación donde estaba.

Entré y vi como la terminaban de arreglar.

Le habían puesto un vestido verde esmeralda, su cabello estaba adornado con pequeñas flores blancas.

Todas las señoras que estaban allí dentro, salieron dejándome solo con mi... con mi esposa.

Me acerqué a ella y las lágrimas salieron, un pequeño sollozo salió de mi garganta. Me puse a su lado y la besé. Estaba fría.

Tomé su mano y volví a pedir, tenía esperanza, de un momento a otro la esperanza volvió a mi.

- Christopher... - Escuché después de unos momentos.

Levanté mi mirada y vi como ella comenzaba a abrir sus ojos.

Comencé a sentir el calor de su mano entre la mía, su rostro seguía pálido, pero ahora sabía que estaba viva.

- Mi amor. - Dije y comencé a llorar de felicidad.

Corrí a la campanilla y jalé de esta, estaba tan feliz. Después de unos momentos entró el médico que la revisó.

Se veía en su rostro lo asombrado que estaba, no podía ocultarlo.

Me acerqué a él y pregunté por su salud, me dijo que empezaba a mejorar.

Siguió examinando a Georgiana y abrió aún más sus ojos.

-  Que se passe-t-il? - Pregunté preocupado.
- Bébé, encore en vie.

Sin poder evitarlo, la sonrisa se puso en mi rostro y lloré de felicidad, mi madre de encontraba afuera de la habitación, con emoción fui hacia ella y le conté todo.

Entró de inmediato y corrió a Georgiana que ahora estaba dormida, no estaba muerta, estaba dormida.

Todos se alegraron, Lady Armstrong-Jones se puso feliz nuevamente, no podía ir por su bebé, pero estaba tan feliz.

Todos se enteraron de la noticia y se alegraron.

Después de eso, yo me fui a bañar y comí.

Fui nuevamente a su lado y me senté en una silla a su lado, tomé un libro y leí.

- Tengo frío. - Escuché un leve susurro.

Voltee y la vi tratando de darse calor ella misma.

Me levanté de inmediato y la arropé aún más, ella abrió un poco sus labios y volvió a hablar.

- Tengo sed. - Dijo en un susurro nuevamente.

Fui por un poco de agua y la ayudé a tomarla.

- Descansa. - Besé su frente y la arropé.
- Duerme conmigo, siento frío. - Decía con dificultad en susurros.

Me levanté de mi lugar y me acerqué a ella. La veía tan frágil que me daba miedo lastimarla.

Lentamente Me acosté a su lado y la abracé. Ella se acostó en mi pecho.

- Siempre tuya. - Dijo y durmió.

Always Yours (2)Where stories live. Discover now