Capítulo 6. [Editado]

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Después de mi pequeño incidente con los chocolates seguimos ensayando la canción de George: Taxman, pero a decir verdad me estaba sacando de quicio que George no pudiera tocar el solo de su propia canción. 

    ¡¿Quién demonios no sabe tocar el solo de su propia canción?!

   —Estoy seguro que puedo hacerlo... —nos respondió George una vez que John y yo le ofrecimos un poco de ayuda. 

    —George, por favor ¡Es evidente que no puedes hacerlo! —le grité, completamente desesperado. Ya estaba súmamente cansado, me dolía la cabeza y sentía los pies hinchados, y eso que ni siquiera llevábamos más de dos horas en el estudio, todo lo que quería era que George tocara ese estúpido solo y largarme a casa.

   —Nadie pidió tu opinión, Paul —me contestó George de mala gana. 

    —¡Bueno, no es mi culpa que seas un pésimo guitarrista! —le grité enfadado. Rápidamente tomé mi saco de encima del piano y me lo coloqué—. ¡Por mí te puedes ir al infierno! ¡Al fin que ya quería dejar esta sucia banda! —y salí del estudio como alma que levaba el diablo. Subí a mi Aston Martin y comencé a conducir desenfrenadamente por la cuidad. 

    ¡Estúpido George! ¡Estúpido Ringo! ¡Pero aún más estúpido John Lennon! 

    Odiaba los cambios de emociones que estaba sufriendo, yo nunca le había hablado a George de ese modo, y él nunca me había respondido mal; al pensar eso me entraron unas enormes e incomprensibles ganas de llorar 

    ¡¿Pero que demonios sucedía conmigo?! 

    Aproveché que estaba cerca del despacho de Brian y rápidamente baje de mi auto en busca de Freda, la única que parecía que podría entenderme. Subí hacia el segundo piso del despacho, y tal y como me lo esperaba Freda estaba ahí, arreglando unos papeles, como siempre. 

   —¡Paul! —me saludó Freda con una sonrisa, y rápidamente esta se puso de pie para darme un abrazo—. ¿Qué haces aquí? Pensé que estaban ensayando para el nuevo álbum. 

    —Esos idiotas... me sacan de quicio —resoplé—. ¡George no puede tocar el solo de su propia canción, Ringo no deja de fastidiar con que tengo muchos cambios de humor! ¡Y John cree que estoy gordo! ¡Me regaló chocolates, Freda! ¡CHO-CO-LA-TES!

    Freda me miró completamente desconcertada, aunque con una pequeña sonrisita de diversión en el rostro. 

    —Bien, empieza a contarme todo, pero despacio —me pidió sentándose frente a mí. Rápidamente me senté frente a su escritorio y comencé a contarle como era que John me había llevado flores y chocolates, mi primer rechazo hacia ellos y mi posterior partida hacia el baño a llorar, mi cambio de humor, el vómito y la pelea con George. 

   En ningún momento Freda me interrumpió, lo que me hizo sentir bastante bien al poder desahogarme, y cuando terminé mi relato ella se encontraba con una enorme expresión de terror en su rostro. 

    —¿Y que opinas? —le pregunté, cruzado de brazos, esperando un poco de consuelo. Mi amiga había perdido un poco el color, y la sonrisa, además de que parecía analizarme de arriba a abajo. 

   —Paul ¿No crees que de verdad estás un poquito gordo? —me preguntó, hiriendo mi orgullo profundamente. 

   —¡Claro que no! —repliqué, comenzando a molestarme. 

   —Bien, bien ¡Lo siento! —se apresuró a disculparse Freda—. ¿Puedes repetirme la razón por la que John te lleva chocolates al estudio? —al instante sentí un horrible escalofrío recorrerme toda la espina dorsal. 

     El recuerdo de la violación seguía ahí, de vez en cuando tenía pesadillas horribles reviviendo el momento, pero nunca había hablado con nadie acerca de ello, pero Freda me pareció la persona oportuna para hacerlo.  

    —John y yo... bueno, John más que nadie... —comencé a titubear, pensando en cómo debía de explicarlo sin ponerme a llorar. 

    —¿Se acostaron? —me preguntó rápidamente la chica. 

   —¡No! ¡Yo no quería! Él... él no me pidió permiso —le expliqué, sintiendo un horrible nudo en la garganta. 

   Rápidamente Freda se cubrió la boca con las manos, completamente sorprendida. 

   —¡Paul! ¡Esto es muy grave! —susurró. 

   —Ya lo...

   —¡¿Terminó dentro de ti?! —me interrumpió Freda, haciendo que de inmediato me sonrojara e inconscientemente gritara—: ¡Eso no se pregunta, Freda!

   —¡Contéstame, Paul! —me exigió la chica, asentí lentamente mientras sentía mis mejillas arder, realmente no me gustaba dar detalles. 

    Ésta se llevó las manos al corazón y se puso de pie de un brinco. 

   —¡¿Hace cuanto pasó?! —hice cuentas rápidamente con mis dedos—. Creo que dos o tres meses, no lo sé —repuse—. ¿Pero por qué quieres saber eso?

   Antes de recibir respuesta, Freda corrió hacia el almacén de papeles, y comenzó a buscar desesperadamente entre los cajones, tirando algunas cosas y haciendo mucho ruido. 

   —Freda ¿Te volviste loca? —le pregunté con cierto toque de burla, pero ésta hizo caso omiso a mis palabras y siguió buscando entre el montón de expedientes y carpetas archivadas, hasta que pareció sacar la que tanto buscaba. 

   La carpeta era de un color amarillo ligeramente desgastado, y tenía mi nombre escrito con una pulcra caligrafía que reconocí como la de mi madre, ya que la había visto mucho antes en cartas que le mandaba a mi padre. 

   —¿Por qué tienes esto? —pregunté con molestia, señalando el sobre. No era algo que se suponía que ella debería de tener. 

   —¡Eso no importa! Paul, repíteme qué fue lo que te pasó hoy, todos los síntomas —me pidió Freda, que seguramente se estaba volviendo loca, pero igualmente hablé—: Bueno, cambié mucho de humor, vomité y me dolieron los pies todo el maldito día, además de que ahorita que te vi dando tantas vueltas, la cabeza comenzó a dolerme —le expliqué, enumerando cada síntoma. 

   —¡Esto es más grave de lo que pensé! —se quejó Freda, sacando rápidamente una hoja amarillenta del sobre—. ¿Qué demonios es esto, Freda? —pregunté examinando la hoja, que a distancia parecía ser una receta muy muy antigua. 

    —Creo que esta es la respuesta a todo lo que me dijiste —contestó la chica, pasándome la hoja a través del escritorio. 

James Paul McCartney Mohín. 18 de Junio de 1942. 

Diagnosticado con intersexualidad semi-desarrollada. 

The little Beatle. [McLennon] [MPREG]Where stories live. Discover now