CAPÍTULO 21

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—Porque siento algo por otra persona. —Sonrió limpiándose las lágrimas, agachando la cabeza. —Y sé que es imposible, porque a esa persona le gusta otra y... Es una mierda todo, ¿sabes? —Miró hacia el techo riendo, y luego apretó un poco los ojos, humedeciéndose los labios. —Siempre vamos buscando a alguien a quien no le interesamos, siempre buscamos lo que no tenemos. —Era gracioso, porque yo me sentía igual con ella. —Y quizás, deberíamos centrarnos más en la gente que sí nos quiere y nos valora. —Sonrió de medio lado, cogiendo una servilleta para limpiarse las lágrimas de los ojos.

Yo sabía que nunca nadie se fijaría en mí, y mucho menos Camila. Lo tenía asumido, pero escucharlo me dolía un poco más. Yo simplemente sonreí y rodeé la barra para meterme con ella detrás. Sabía que Camila nunca se fijaría en mí, y por eso intentaba algo con Vero. Necesitaba alguien que me quisiera de 'esa' manera. Necesitaba un beso, un abrazo, agarrarme de la mano por la calle, pero con ella no podía ser. Con Camila no podía.

La abracé pegándola a mi pecho, donde se refugiaba un poco y sus brazos rodeaban mi cintura. Le acaricié el pelo dejándola algo más tranquila, casi como la última vez, pero en esta ocasión al final nos sentamos en el suelo detrás de la barra. Apenas me miraba a la cara, siempre miraba al frente, siempre con la cabeza gacha.

—Tienes muchas inseguridades, ¿verdad? —Susurré buscando su mirada, y ella asintió, apoyando su cabeza sobre mi pecho. —¿Por tus novios?

—Sí. —Respondió en voz baja. No entendía bien cómo alguien podía hacer sentir tan mal a la persona que quiere, y mucho menos si ese alguien era Camila.

—Yo tengo inseguridad porque nunca he tenido novia, es curioso. —Susurré con una pequeña risa, pero ella no dijo nada, sólo estaba apoyada en mí.

—¿Sabes la sensación de tener sexo con alguien y sentirte sucia? —Me dijo levantando la mirada hacia mí por primera vez en bastante tiempo. —De que... Tu propia pareja disfrute y... Y tú no sientas nada, que no tengas confianza con él y... Sea como hacerlo con un extraño. O que me diese vergüenza que me viera desnuda. —Soltó una risa y sacudió la cabeza volviendo a ese semblante de dolor. —Puede que haya tenido parejas, pero nunca me he sentido querida y nunca he querido. No de esta forma. Y pensar que t— —Se le quebró la voz y negó, apartándose de mí. —Pensar que lo que siento ahora nunca será correspondido, me hunde aún más.

*

—¡Venga ya, Lauren, estoy esperándote fuera! —El claxon sonó tres veces haciendo que toda mi casa retumbase. Daba gracias a que no había nadie, ni siquiera mi hermana que aquella noche se quedaba en casa de los Clifford. Aquella familia estaba muy agradecida conmigo.

Me miré en el espejo por última vez, decidí dejarme el pelo suelto. Una camisa negra con débiles rayas blancas y unos jeans claros con las rodillas rotas, además, unos botines negros que me alzaban un poco más. Igual podría llegar a ser igual de alta que Michael.

Me aireé un poco el pelo, me puse aquella chaqueta de cuero y la bufanda y salí corriendo de casa para encontrarme un coche delante de casa. Michael estaba dentro de él asomado por la ventana y volvió a tocar el claxon.

—¡Te has comprado un coche nuevo! —Grité riendo, dando la vuelta para poder mirar aquella camioneta. Bueno, nuevo, lo que se dice nuevo no era. Quizás sería de segunda mano, pero aun así era diferente al que él tenía.

—No. —Bajó del coche riendo y cerró la puerta acercándose a mí. —Es tuyo. —Lo miré incrédula con una risa, pero él no sé reía, simplemente frunció el ceño por mi reacción.

—¿Me hablas en serio? —Puso las llaves en mi mano, que miré durante cinco segundos, y luego volví a observarlo a él atónita. —¿¡Me has comprado un coche!?

—¡No! —Puso su brazo por encima de mis hombros mientras los dos miramos la camioneta. —Era de mi tío. Me la dio porque estaba destrozada, así que la arreglé para ti. —Lo abracé fuerte, y él se echó a reír aunque yo le estaba más que agradecida. —Mi madre dice que es lo menos que podíamos hacer por ti después de todo, así que... —Sonreí ante aquello, mirando las llaves que yacían en mi mano.

La madre de Michael estuvo bastante enferma, y con bastante quiero decir a punto de morir. Necesitaba un trasplante de médula urgente, porque cuando los médicos le detectaron la enfermedad ya fue bastante tarde. Todos creíamos que iban a encontrar un donante en su familia, pero no fue así. Su padre se hizo las pruebas, y dio negativo. Su hermana también, y falló, por último él mismo, y tampoco resultó. Entonces me hice las pruebas yo por mi cuenta, nadie me lo pidió, pero aquella mujer me había cuidado como si fuese su hija durante años, y yo la quería como a una madre. Entonces di positivo, y por suerte, gracias a Dios, superó la enfermedad.

—Dile a tu madre que no tiene que agradecerme nada. —Sonreí corriendo hacia el coche con Michael mirándome.

—Eso díselo a ella, ¡a mí no me hace caso!

Mientras Michael se montaba en su coche, yo examinaba aquella camioneta de arriba abajo, y no le vi ni un defecto. Arrancaba bien, el asiento era cómodo, e incluso me había guardado mis frecuencias de radio favoritas para que no tuviese que buscarlas. Sabía que estaba harto de que le cambiase la música cuando él escuchaba punk—rock y yo prefería más pop—rock—indie. Pero así se resolvía el problema.

Wow, la última vez que conduje un coche fue cuando me examiné para tener el carnet. La ciudad se veía diferente desde el coche, las luces se unían creando una especie de juego de colores que iluminaban mi alrededor. Era sencillamente precioso.

—¿Te ha gustado? —Preguntó Michael cuando bajé del coche, y simplemente me abalancé sobre él para abrazarlo. Era lo mejor que había hecho nadie por mí. Sin duda, era como mi hermano.

Caminamos dentro del karaoke, y había sofás de cuero rojo con una mesa en medio que estaban situados mirando hacia el escenario. Al principio de la sala, antes de que los sofás y las mesas empezasen, estaba la barra. Había bastantes personas, pero pude reconocer aquella media melena rubia de Dinah a lo lejos. Ella alzó la mano, y yo vi a Camila que miraba su móvil, y este le iluminaba el rostro.

—¿Tenéis entrada? —Nos preguntó un chico al que ni siquiera habíamos notado. Entonces yo saqué la de Michael y la mía. —Está bien, tomad. —Nos colocó una pulsera verde fluorescente, y entonces encaminamos la mesa donde estaban ellas sentadas. Bueno, también Troy y Keith. Nela casi nunca acompañaba a Dinah, o eso parecía. Pero con lo celoso que era no parecía el típico tío que la dejaría sola en una fiesta.

—¡Eh! Habéis llegado. —Dijo Normani con un cóctel amarillo en la mano, y ambos asentimos sin saber muy bien qué decir. Camila me miró y sonrió un poco, suponía que estaba avergonzada por lo que pasó la noche anterior. Aunque no debería.

Esta noche acababa de empezar.


blue nighttimes; camrenTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang