—Sí, gracias a Dios.

Veo como su expresión se aligera y sus hombros que parecen estar tensos, también lo hacen. Recuesta su cabeza en el respaldo del sofá.

—Και στον παράδεισο.²

—No estoy de humor.

Efectivamente no lo estoy.

—Lo lamento... —Vuelve a disculparse, esta vez por el griego—. Por un momento pensé que me harías caso a lo que tanto te he dicho.

—Esperaba a que me dijeras algo como: semejante bombón que tenías y no te lo tiraste, Nathalia Chardin —digo y luego lo observo.

—Aunque no lo creas, me alegro de que no lo hayas hecho —una enorme sonrisa abierta resalta en su rostro.

—¿Y eso por qué? —Arqueo una ceja.

Sus ojos azules manifiestan una fosforescencia deslumbrante y única.

—No creo que él te merezca —dice—. Además, deberías darme a mí ese privilegio —agrega en tono de broma.

—Eso jamás va a pasar —me río y tiro la cabeza hacia atrás.

La cabeza empieza a dolerme y el poco humor que poseo comienza a desvanecerse. Me toco la sien para sopesar el dolor punzante que se instala ahí. Así como Daron es capaz de cambiar su humor de manera repentina, yo también lo puedo hacer y me molesta el hecho de no poder controlar eso. Por otro lado, no comprendo la alegría repentina de Johnvid al enterarse de que no ha pasado nada entre Daron y yo, sabiendo que él más que nadie ha querido que algo así pase en mi vida. A veces se comporta y actúa de una manera tan insólita, que me exaspera. Lo observo con detenimiento y presiento que oculta tantos misterios.

—Tú y yo debemos hablar —digo recordando su mentira.

—¿De qué? —Pregunta y dirijo mi vista hacia él.

Sus tupidas cejas se juntan en un dilema confuso y no puedo evitar molestarme.

—¿Por qué me mentiste?

—¿De qué hablas?

Tengo que admitir que este no es el mejor momento para reclamarle sobre su mentira. Mi cólera está en su punto máximo y el dolor de cabeza solo lo empeora. Pero realmente lo que me molesta es la actitud de Daron y todo su maldito misterio, no obstante, eso no cambia el hecho de que también estoy molesta con Johnvid, pero él no tiene la culpa de mentirme, ¿o sí? Es su vida y él sabe por qué hará las cosas. Yo solo soy una intrusa, a la cual él considera su amiga y eso no me hace merecer saber todo lo que él hace. Pero, sí me hace merecedora de que no me haga sentir como una idiota.

Daron por otro lado, no entiendo por qué me afecta tanto su actitud, cuando ni siquiera debe de molestarme lo que diga o lo que piense. Él no significa nada, no me importa lo que haga o lo que deje de hacer. Yo no necesito su ayuda y no lo necesito tener cerca, sin embargo, algo me hace querer hacer todo lo contrario y me fastidia que mi curiosidad sea más grande que mi dignidad.

—Lo hablaremos después —digo seria.

—Como digas —responde.

Decido seguir su mentira.

—¿Por qué no me cuentas como te fue con Aileen en el aeropuerto? —Le sonrío.

—Bien —responde con el rostro serio—. Nos despedimos y dijo que volvería pronto.

—Ah, ¿sí? —Las ganas de decirle lo mentiroso que es, me sale por los poros.

Daron dijo que se había reunido con Lyron, otro idiota del que prefiero no hablar. Me da curiosidad saber en dónde se encontraba Vid cuando Lyron decidió atacarme. Me asusta que él sepa exactamente en donde vivimos y el miedo a pensar en la posibilidad de que Johnvid ha tenido que ver en eso, me hace querer arrancarme la cabeza. Daron ha hecho referencias sarcásticas respecto a Vid y eso solo me hace pensar cosas absurdas, pero que sabiendo todo lo que ahora sé, pueden ser tan posibles como imposibles.

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Where stories live. Discover now