—No te quedes ahí —pongo los ojos en blanco.

Johnvid no duda en correr para ayudarme, pero Daron se adelanta y me levanta rápidamente de un tirón; cargándome entre sus brazos. Me quedo nuevamente con la boca abierta, sorprendida por su actuar. Observo a Vid con las cejas juntas, mientras presencia la escena. Daron camina hacia la puerta, sin decir absolutamente nada, pasando por el lado de Vid sin pedir permiso para entrar.

—¿Qué te pasa? —Musito—. Bájame. Ahora.

—¿No querías que te ayudara? —Inquiere, mientras me deja sobre el sofá, como si estuviera tratando con una delicada rosa.

—¿Es en serio? —Cuestiono—. ¿Qué sucede contigo? ¿Sufres algún trastorno? —Sus ojos verdes me contemplan y sus hombros se levantan ligeramente—. No quiero tu ayuda —mi voz suena firme y como jamás lo hubiera imaginado.

Vid entra para reunirse con nosotros.

Observa en silencio, aún con el gesto de evidente molestia, escruta al sujeto que yace frente a mí y luego me observa, poniendo atención en la vestimenta que traigo puesta; sus ojos azules me miran con cierta decepción e inmediatamente sé lo que está pensando.

—¿Estaban juntos? —Interroga.

No sé si la pregunta es para mí o para el imbécil que tengo enfrente.

—No... —digo rápidamente, pero las palabras de Daron me interrumpen.

—Invité a cenar a Nathalia —añade escrutando a mi amigo con sus ojos verdes, que parecen sonreír por sí solos.

—Claro... —musito para mí misma—. Pan con huevo. Vaya cena —añado entre dientes.

Daron me observa con el cejo fruncido y luego vuelve su mirada hacia Johnvid, quien parece no estar muy contento con lo que él le ha dicho. Su rostro mantiene un dilema sin un ápice de gusto o emoción.

—Bueno, me tengo que ir —Daron camina hacia la puerta, para luego salir sin decir nada más.

No se ha molestado en disculparse y eso hace que me enfurezca más. Mis manos se cierran en puños, los cuales aprieto para evitar lanzar un grito lleno de cólera. Johnvid cierra la puerta y se apresura para abalanzarse contra mí.

—¡Maldición, Vid! —Me quejo.

Hace nada he azotado mi culo contra el pavimento y estoy lo suficientemente adolorida, como para aguantar que se tire encima de mí, como si fuera un saco de papas.

—Lo siento... —Se disculpa—. Cuéntame todo —dice con una enorme sonrisa.

¿Qué quiere que le cuente?

¿Qué Lyron intentó matarme?

¿Qué si no fuera por el sujeto que acaba de irse, a esta hora estarían enterrándome?

¿Qué me enteré de muchas cosas de las que desearía no haberme enterado?

¿Qué es un maldito mentiroso?

—¿Ya no eres virgen? —Pregunta.

Entrecierro los ojos y lo miro ofendida, ¿acaso cree que me le serviré en bandeja de oro a cualquier aparato reproductor masculino que se me cruce enfrente? No estoy tan necesitada.

—Soy perra, más no puta —contesto.

—Eso es prácticamente lo mismo —hace una mueca, y lo miro con disgusto—. ¿Lo hiciste o no?

—No, no me acosté con él —suelto un resoplido—. ¿Cuál es tu obsesión?

—¿Lo dices en serio? —Me mira de reojo.

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Where stories live. Discover now