—Necesitamos hablar —oigo la voz de Daron a un lado mío.

Dirijo mi mirada hacia él y asiento levemente con la cabeza.

Quiero abrazarlo, pero me limito y solo caminamos, hasta alejarnos unos cuantos metros de Johnvid y su discusión con Alexander. El bosque no me parece algo aterrador estando acompañada de él. Mientras caminamos, unos pasos que pisotean unas cuantas hojas se escuchan apresurados detrás de nosotros. Me giro para encontrarme con Clya. Con la épica llegada de aquella tropa de ángeles, he olvidado por completo que ella sigue aquí.

—Solo quiero despedirme —añade en cuanto mis ojos escrutan los suyos—. Supongo que todo esto acabó y que ningún otro maldito desquiciado intentará matarnos —sonríe con amargura—. Después de ver al hombre que me ha procreado, supongo que eso está resuelto.

La tristeza en sus ojos es palpable.

Cialac ni siquiera le dirigió una mirada cuando hizo acto de presencia. Corro hacia ella, para abrazarla. A pesar de no conocerla del todo, la voy a extrañar. Es mi familia.

—Gracias... —susurra—. Me alegra que seas una buena chica —Se separa de mí, para mirarme a los ojos, mientras acaricia mi cabello.

—Hay algo que debes saber —interrumpe Daron.

Ella sonríe sin ganas, para después llevar su mirada hasta él.

—Si es algo que vaya a explicar por qué a Cialac no le importo en lo más mínimo, no me interesa. Creo que él se ha encargado de hacérmelo saber muy bien.

Daron guarda silencio.

Ella toma mis manos y me sonríe.

—No necesitas para nada ser una aberración como yo —Una risita sin gracia sale de su boca—. Estás bien siendo lo que eres, Nathalia, no desees ser nada más que humana. Vales más de lo que cualquier ser podría.

Luego me abraza unos segundos y después simplemente se aleja. La melancolía quiere apropiarse de mí, pero simplemente no se lo permito. Me siento tan feliz de saber que no estoy sola como creía.

—¿Qué es lo que quieres saber? —pregunta Daron, robando mi atención.

—Pareces saberlo todo, ¿no es así? —bromeo—. Eres como una enciclopedia de lo sobrenatural.

—No lo sé todo y tampoco soy una enciclopedia —responde—. Pero si puedo responder algunas preguntas —arquea una ceja.

—Bien, empieza respondiendo esto, ¿qué es Alexander de Lysander o Johnvid?

Eso está picando en lo más profundo de mi curiosidad y necesito saber la respuesta.

—Creo que eso tienes que preguntárselo a tu enamorado, Nathalia. Voy a pasar de contestar esa pregunta.

Mi ceño se frunce ante sus palabras y me observa con el rostro lleno de neutralidad.

—¿Otra cosa?

Okay... ¿Sabes quién es mi verdadero padre y dónde puedo encontrarlo? —ignoro la respuesta anterior.

—Su nombre es Caittan.

—Eso ya lo sé, Desmond me lo dijo —Lo miro fijamente y él hace lo mismo.

—Cialac me compartió su conocimiento antes de venir aquí, es muy difícil que un arcángel engendre a otros de su clase. Clya fue la primera hija de un arcángel y la primera en nacer siendo Néfilim. Luego nació Caittan, siendo completamente un ángel —Lo escucho atentamente—. Por ello Cialac pudo llevarlo al Coelum y hacerlo parte de la divinidad, pero al igual que muchos, Caittan decidió caer y procrear aberraciones.

—¿Entonces soy una aberración? —Mi entrecejo se frunce—. ¿Si soy una Néfilim?

—No sé si lo eres, Cialac no dijo nada —dice—. Creo que no corriste con la desgracia de Clya.

—¿Por qué no? —Mis ojos buscan los suyos, hasta encontrarlos—. Si soy hija de un ángel, debo tener algo que no me haga humana.

—A veces pueden existir excepciones —veo como sus cejas se juntan—. Tal vez simplemente te pareces más a tu madre.

Soy nieta de un arcángel, hija de un ángel caído y tengo una tía Néfilim, sin embargo, no soy nada de lo que ellos son.

La decepción hace acto de presencia en mí.

Me quedo unos segundos en silencio.

—Entonces mi madre es humana, ¿dónde está ella?

—Él no habló sobre ella, así que no tengo respuesta a esa pregunta.

El sueño de saber en dónde encontrar a la mujer que se encargó de traerme a este mundo, han desaparecido. Las ansias de saber quién es esa mujer que tuvo la osadía de enamorarse de un ángel caído, se han esfumado.

En mi vida solo hay desgracia, y las ganas de seguir con ella o de permanecer luchando contra el desconocimiento de los rostros de mis padres, se han vuelto un gran dilema.

—¿Y sabes dónde está Caittan? —pregunto—. ¿Dónde puedo encontrarlo?

—Cialac dice que está en uno de los infiernos existentes —responde—. No podrías, ni querrías ir a ninguno de ellos —guarda silencio y da unos cuantos pasos hasta acercarse más—. Cialac me dijo que no le importas en lo absoluto. Estás mejor sin él.

Me sorprendo al escuchar ese "no le importas".

Es más que verdadero que eso es una cuestión irrefutable. Él nunca se inmutó por buscarme en todo el tiempo que llevo de vida, nunca supe de él hasta ahora y, aun así, sabiendo eso, me ha dolido en el alma. Suelto un suspiro de cansancio y pena, mientras pienso en lo triste que ha resultado ser mi vida.

—No le importo, así como Clya no le importa a su propio padre.

—No creo que eso sea así, Cialac solo es muy reservado y serio.

—Ni siquiera volteó a mirarla —digo—. Y ustedes siempre —hago referencia a los ángeles—. Siempre que hablan de ella, la llaman aberración, cuando no creo que lo sea en lo absoluto —hablo un poco molesta—. ¿Me puedes llevar a casa? —pregunto y él asiente.

Me toma en sus brazos y despliega sus magníficas alas, elevándose en lo más alto del cielo. Cierro los ojos, porque no me apetece mirar hacia el vacío.

Mi corazón y cerebro debaten entre sí; uno me dice que debo decirle todo lo que estoy sintiendo justo ahora y lo que sentí en el momento en que decidió marcharse. Lo mucho que estoy dispuesta a dar contar de estar junto a él, no obstante, el otro me dice que quedaré como una estúpida confesando cosas que ya no importan, porque él no se quedará, tal y como Desmond lo ha dicho, él no dejará nada por una simple humana como yo.

De solo pensar en eso, el pecho se me encoge y las ganas de querer ser tragada por mi miseria se hacen inmensas. Si hablo y lo que Desmond ha dicho resulta ser cierto, quedaré desecha, mi corazón se quebrará en miles de pedazos que no podré recoger. Pero si no hablo, me quedaré con la duda de saber que puedo ganar o que puedo perder.

No quiero que se vaya, no quiero alejarme de él, ni que él se aleje de mí, pero está tratándome de una manera tan fría y distante, que no sé qué más hacer.

━━━━━━━━━━━━ ━━━━━━━━━━━━

Por favor, apóyame en redes sociales también ♥

Por favor, apóyame en redes sociales también ♥

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Where stories live. Discover now