—Mira, estaba con Steven en la cama. Y sabes, con él encima, moviéndose y fingiendo que son súper buenos en la cama mientras tú no sientes nada. —Dinah casi se ahoga de la risa al escuchar eso, y asentí rápidamente riéndome a la vez. —Sí, sí, estaba él ahí, con sus caras que no me ponían nada. Y de repente empiezo a pensar en Lauren.

—Oh no, oh no. Como sea lo que estoy pensando cortaste pero a lo grande. —Asentí riéndome a su suposición.

—Y cuando estaba en pleno orgasmo, ¡gemí Lauren! —Dinah estalló en risas casi hundiéndose entre el montón de cojines que había en su espalda, y yo también me reía con ella inclinándome hacia adelante.

—¡No puede ser que te corrieses y gritases su nombre! —Me eché encima de ella riendo, y tras unos minutos entre carcajadas y comentarios de Dinah fuera de tono paramos.

Dinah sabía exactamente cómo animarme, eso lo sabía hasta mi madre, por eso la había llamado. Yo casi nunca quería molestar, pero adoraba que ella me 'molestase' a mí con sus problemas. Podríamos estar en silencio durante toda la tarde viendo una peli abrazadas y ambas diríamos que lo habíamos pasado genial.

Al caer la noche, Dinah ni siquiera se levantó de mi cama, y es que casi tenía el mismo derecho de propiedad que yo sobre mis cosas.

Me abracé a ella que permanecía con los ojos cerrados apunto de dormirse, y le aparté el pelo de la cara.

—Dinah. —La llamé hundiendo el dedo índice en su mejilla.

—Quéeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee. —Bufó al final con una mueca.

—¿Te puedo dar un piquito? Aquí. —Puse el dedo en sus labios.

—No. A dormir ya. —Puso su mano en mi cara y me apartó de ella, pero luego dejó que me pusiese encima con la cabeza en su hombro.

—Dinah. —La llamé en un susurro.

—Te voy a matar.

—¿Tú crees que en un futuro podría gustarle a Lauren? —Ella se rio y abrió los ojos, cogiendo el edredón para ponerlo encima de las dos.

—Si te soy sincera, no tengo ni idea. —Eso me dejó triste. Dinah siempre me decía cosas positivas, pero entendía que en aquél momento no las había. Ella no podía leerle la mente a Lauren, ni tampoco ver cómo actuaba porque la mayoría del tiempo Vero nos interrumpía, y si estábamos juntas, la mayoría de cosas de las que hablaba me hacían daño.

—Buenas noches, Di. —Dije dándole la espalda, con una lágrima que se deslizó hacia el colchón.

—Buenas noches, Mila.

*

Lauren's POV

Camila estaba apoyada en el mostrador mirándose las manos. Metía y sacaba de su dedo anular un anillo, haciéndolo girar luego sobre él.

—Hey. —Sonreí entrando en la cafetería, y ella también lo hizo de forma más débil. —¿Cómo te fue hoy el día, bien? —Mi sonrisa no se borraba al verla, y me acerqué hasta la barra donde ella tenía los antebrazos apoyados.

—Bien, gracias. —Respondió con un tono menos de voz, no como ella solía hablar. —¿Qué te pongo?

—Mmh, nada, sólo vengo a verte. —Amplié mi sonrisa al decirlo, y ella parecía no querer sonreír. —Eh, ¿estás bien? —Estiré mi mano para darle una pequeña caricia en la mejilla, y ella levantó su cabeza para mirarme.

—Rompí con Steven, sólo eso. —No supe cómo sentirme. Una parte de mí dijo 'gracias', y la otra estaba destrozada por Camila. Pero, ¿por qué me alegraba de que cortase con su novio? Ella... Ella tenía novio, y, y... Y a mí me gustaba Vero.

—¿Por qué? —Mierda. Esa pregunta se me escapó de los labios casi sin querer.

—Porque no siento nada por él. —La vi sonreír mientras lloraba, limpiándose las lágrimas que caían por sus mejillas.

—Camila, lo siento mucho... —Susurré bordeando la barra para entrar con ella, y la abracé. Apreté los ojos y mis manos en su espalda, dejando que ella se deshiciese contra mí. Besé su frente y suspiré, me dolía tantísimo verla así que sólo quería hacerle ver que ese imbécil no era nada a su lado. —Eh, eh, mírame. —La aparté de mí y sujeté su cara entre mis manos, mirándola a los ojos. Estaban enrojecidos, húmedos, y Camila hipaba mientras su mirada se clavaba en mí. —Cualquier persona tendría suerte de tenerte como pareja, ¿me oyes? —Si yo tuviera una novia como Camila haría planes de futuro hasta la jubilación. Era perfecta, era perfecta para mí. Era dulce, cariñosa, siempre tenía una sonrisa en el rostro y además, era preciosa.

Me giré y alcé la mano donde estaba el conector de la luz encima de la máquina de café y la apagué, viendo cómo, a través de la nieve, se colaba el color azul de Toronto por los ventanales.

—Ven. —La agarré de la mano con firmeza, y la saqué de detrás de la barra, sentándome con ella en un rincón desde el que se veía toda la cafetería. Aquél azul eléctrico que tintaba las paredes gracias al skyline era relajante. Pasé mi brazo por encima de sus hombros, y ella apoyó la cabeza en mi pecho sin dejar de llorar en silencio. Yo no dije nada, a veces llorar era la mejor solución a todo y, por mucho que quisiera, unas palabras no iba a arreglar nada. Acaricié su brazo lentamente, con las yemas de los dedos, sintiendo su piel contra la mía. Dejé un beso en su coronilla y cerré los ojos, suspirando. —Era gilipollas. —Camila rio, apretando un poco la mano que tenía sobre mi abdomen. Estaba prácticamente abrazada a mí, y no creo que pudiese haber mejor sensación que esa. Ni siquiera el sexo.

—¿Sigues escribiendo? —Dijo con la voz tomada por el llanto, y se limpió las lágrimas separándose un poco de mí.

—No, no escribo mucho. —Respondí sintiendo cómo apoyaba su cabeza en mi hombro. Sonreí girándome para mirarla, quedando así bastante cerca de ella.

—¿Por qué no? —Me encogí de hombros y subí mi mano para acariciar su pelo, eso siempre relajaba.

—Mis ideas no fluyen en papel. Sé que suena materialista, pero... No es lo mismo. Y cansa mucho. —Reí sacudiendo la cabeza.

—¿No tienes ordenador? —Negué torciendo los labios, y ella se quedó en silencio, mientras yo le acariciaba el pelo con la máxima dulzura posible. Podría pasarme así toda la vida, con ella sobre mi pecho mientras yo le acariciaba el pelo. —Ojalá pudiese pasar más tiempo contigo.

—Pasamos tiempo juntas. —Camila levantó la mirada, con los ojos hinchados y alzó una ceja.

—Lauren... —Suspiró cerrando los ojos. —Cada vez que te acercas a mí aparece tu novia y nos interrumpe...

—No es mi novia, por ahora. —Dije riendo, y Camila negó volviendo a apoyarse en mi pecho sin decir nada más. —Lo siento, Camz. Mira... Creo que mañana Normani me dijo que íbamos a ir a un karaoke, ven. Cantar siempre es divertido.

—¿Tú crees? —Soltó una risa y se apoyó en la pared a mi lado, mirando al frente.

—Además, cenaremos japonés. ¿Qué dices? —Puse mi mano sobre la de ella, y la estrechó enlazando un poco sus dedos en los míos, poniendo de punta hasta los pelos de mi nuca.

—Hecho.

blue nighttimes; camrenWhere stories live. Discover now