1. Prefectos

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Comenzaba el sexto año en el colegio de Hogwarts; Harry, Ron y Hermione estaban situados en la estación de King Cross entre el andén nueve y diez. Los tres amigos y los demás hermanos Weasley se despidieron y corrieron directamente hacia el muro del andén 9 ¾ para desaparecer del otro lado, donde los esperaba el Expreso de Hogwarts, lleno de magos, brujas y padres que saludaban a sus hijos.

—Esto de ser prefecto será una aventura, ¿No crees?— Le dijo Ron a Hermione mientras subían al tren.

—Claro, y eso significará que deberás ser más responsable si de verdad quieres asumir tu puesto, Ronald. Aunque no sé de que te sorprendes, el año pasado también lo fuimos— Contestó la castaña.

Harry se fue a sentar en un compartimento con Luna Lovegood, Ginny y Neville, mientras que Ron y Hermione, como prefectos, debían sentarse con los demás que compartían su cargo en las diferentes casas de Hogwarts.

Al llegar al compartimento de los prefectos, Hermione notó algo que le disgustó mucho y supo en ese instante que el viaje no le iba a resultar nada placentero; Draco Malfoy estaba sentado allí, al parecer también conservaba el puesto de prefecto de Slytherin. Cuando la castaña y el pelirrojo entraron, Malfoy hizo un gesto de asco bastante notorio, pero aun así no se quedó callado.

—¿Pero que tenemos aquí? ¿La parejita del milenio? Ni siendo prefecto, Weasley, lograrás impresionar a alguien—. Dijo el Slytherin fijando su atención en los dos Gryffindor, burlándose de ellos.

—Yo no soy como tú, Malfoy, no intento hacerme el interesante frente a todos para ganar atención y sentirme superior, cosa que tú haces y simplemente no eres más que... hum... ¿Cómo era? Ah sí, huroncito—. Contestó Ron sentándose en el asiento libre que quedaba al lado de la puerta mientras el Slytherin hacía un mohín.

A Hermione no le quedó otra que sentarse al lado de Draco, "gracias Ron" pensó, pero no puso objeciones, sabía que le había puesto los puntos a Malfoy casi cuatro años atrás cuando le golpeó con una estruendosa bofetada.

—De ti no me sorprendo, Granger, no eres más que una triste sabelotodo que siempre es consentida por los profesores, ¿Verdad?—. Dijo de repente el Slytherin de cabello rubio platinado y mirada maliciosa. Pansy Parkinson, la prefecta de la misma casa que Malfoy, comenzó a reír.

—Lo que tengo es porque de verdad lo merezco ¡Y a mí no me consiente nadie!—. Contestó Hermione dirigiéndole una severa mirada, sin dejarse intimidar.

—¿Ni siquiera él?—Dijo mirando a Ron, a Hermione le hervía la piel de la furia que contenía.

—Bueno, bueno—Intervino un prefecto de Hufflepuff— Estamos aquí para hablar sobre nuestro cargo, así que empecemos.

El joven de corbata negra y amarilla comenzó a dar explicaciones a los nuevos prefectos, ya que él era un alumno de séptimo y debía informarles correctamente sobre sus obligaciones. De vez en cuando, Malfoy le lanzaba miradas odiosas o hacía gestos de desdén, ya que no le gustaba para nada estar ahí.

—...Y así podrán obtener los ingresos a las diferentes aulas y salones—. Concluyó el prefecto de Hufflepuff.

—Muy bien, interesante charla. ¿Ya podemos irnos? —Preguntó Draco, con cara de aburrimiento. —No soporto estar al lado de una sangre sucia.

Hermione le lanzó una mirada feroz y amenazante, estaba dispuesta a atacarlo sin ningún remordimiento e incluso lanzarle un maleficio imperdonable, pero Ron la contuvo y ambos salieron del compartimento, detrás de Malfoy. Éste, le hizo una zancadilla al joven Weasley y Ron cayó al suelo; los demás Slytherins reían a carcajadas y silbaban sin contención.

—Vamos Ron, hay demasiada escoria acumulada aquí—. Le dijo Hermione mientras iban al compartimiento donde estaban Harry, Ginny, Neville y "Lunática" Lovegood.

—¿Y? ¿Cómo ha ido? —Cuestionó Potter, mientras ambos amigos se sentaban enfrentados.

Hermione se limitó contestar y clavó la mirada en la ventana, Ron le dijo algo a Harry pero ella no los escuchó.

Pasada un par de horas, el tren frenó finalmente en la estación de Hogsmeade, donde todos los alumnos debían bajarse para subirse a los carruajes (tirados por thestrals, animales que solo unos pocos podían ver) y dirigirse a Hogwarts para darle la bienvenida a los de primer año y disfrutar la cena.

Rápidamente, los alumnos se empezaron a subir a los carros en grupos de a seis, Hermione se había quedado atrás por estar juntando las decenas de libros que se le habían caído al suelo al rompérsele la valija. Sus amigos no la habían visto, por lo tanto tuvo que quedarse a levantarlos sola y, para su mala suerte, no podía usar magia porque le había prestado su varita a Harry para que le hiciera un encantamiento ensordecedor a su compartimiento para que nadie oyera sus conversaciones, ya que Harry tenía la varita de él en su baúl y no le apetecía sacarla aún.

La castaña sintió que se le enmarañaba aún más el cabello con el frío viento del anochecer, pero sintió una presencia detrás de ella que le hizo darse vuelta para mirar. Draco Malfoy la observaba con sonrisa triunfante y perversa, como si estuviera disfrutando su desgracia. A ella se le erizó la piel, y dudaba que fuese por el frío.

—¿Qué sucedió, Granger? ¿Se te cayeron tus libritos? —Dijo mientras pasaba al lado de ella con aire burlón e importante.

Hermione le lanzó nuevamente una mirada de odio y no dijo nada.

—¿Por qué no usas magia para recogerlos? Ah sí, ya recuerdo, cierto que tú eres una repugnante muggle—. Añadió Malfoy mirándola de soslayo, se le notaba la maldad y el rencor en sus claros ojos. —Eres repugnante, ¿Lo sabes? No entiendo como Dumbledore puede aceptar gentuza como tú en este colegio, deberían echarte un avada kedavra, así quizás servirías como alimento de hipogrifo; a tu amigo, el gigante papanatas, le encantaría—. Y dio media vuelta para enseñarle una macabra sonrisa.

Hermione se lanzó hacia él, dispuesta a golpearlo, pero ambos cayeron al lodo. La Gryffindor comenzó a sacudirlo mientras le gritaba cosas como "¡Cállate imbécil!" o "¡No hables así de mis amigos". Draco la tomó con fuerza por las muñecas y logró dominarla, cambió de posición y se colocó encima de ella, reteniéndola, mientras a Hermione se le escapaban algunos sollozos.

—¡¿Cómo te atreves a atacarme?! ¡Maldita sangre sucia inmunda! —Le gritó Malfoy, sin ya importarle el barro o la incómoda situación en que estaba entrometido.

De repente, Draco se pasó el dedo índice por el labio y notó una mancha de sangre.

—Me has herido, ¿Sabes? Pagarás muy caro por esto, Granger, tú y tus estúpidos amiguitos me las pagarán y te arrepentirás—. Y Malfoy se levantó, se sacudió un poco la vestimenta y se dirigió a los carruajes junto a Pansy, Crabbe, Goyle, Blaise y Nott, que ya estaban a punto de partir.


♥Traición Mestiza♥ #DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora