—No puedo ser capaz de mirarte con lujuria si no me lo permites —termina de decir.

—Tenías razón sobre Lyron —Cambio el tema.

—Es bueno saber que te has podido dar cuenta de ello —añade—. ¿Tienes hambre?

Al parecer no quiere tocar esa conversación, mucho menos hablar sobre Lyron, pero yo tengo tantas dudas, lo que conlleva a hacer muchas preguntas; de las cuales quiero saber todas las respuestas. Daron tiene que explicarme, cómo es que encajo en todo el odio que Lyron revela hacia mí, como es que soy parte de su necesidad de matarme y de quién quiere que me aleje, pero, sobre todo, tiene que explicarme, ¿dónde está la herida que me propició? Porque recuerdo haber recibido una puñalada, y ¿cómo es posible que haya llegado hasta mí con tan solo haber pronunciado su nombre?

—Sí —respondo—. Tengo hambre, pero tengo hambre de explicaciones, de saber qué está pasando.

Él me mira y la sonrisa que tiene dibujada en los labios desaparece completamente. Lo que le he dicho no le ha causado mucha gracia y lo puedo notar en su duro semblante.

—¿Qué cosas quieres saber exactamente?

—¿De dónde vienes? ¿De dónde conoces a Lyron? —Trago saliva —. ¿Por qué quiere matarme? ¿Por qué ya no estoy herida, e incluso no tengo la herida de bala que sufrí antes? —recuerdo que la herida que se encontraba en mi pierna tampoco está.

—No comprenderías de donde "venimos" —enfatiza la última palabra—. Tampoco me creerías.

—¿Cómo sabes que no te creería? —Frunzo el ceño—. ¿Cómo es posible que llegaras a mí con tan solo decir tu nombre?

—Lo puedo divisar en tus ojos —añade respondiendo a la primera pregunta—. Además, haces muchos cuestionamientos innecesarios. No es el momento.

—No importa si no te creo, y tampoco si hago muchas preguntas, menos si no es el momento. Necesito que me des una explicación.

Lo miro a los ojos con decisión. No estoy dispuesta a seguir bajo esta manta de confusión, en donde no comprendo nada y tampoco obtengo respuestas. Estoy decidida a escuchar cualquier cosa que pueda iluminar mi entendimiento, así sea lo más absurdo del planeta.

—Lyron y yo somos hermanos sagrados, o lo fuimos hace eones.

¿Hermanos? Aunque tienen características físicas parecidas, al igual que sus caracteres, al final ambos son muy diferentes. Ambos poseen esa misma belleza descomunal que es capaz de dejarte embelesada de una manera irracional. Tienen ese misterio que los rodea y esa peculiar forma de hablar con tantos rodeos, pero no es como para que fueran hermanos. Daron tiene ojos verdes esmeraldas y cabellos dorados, mientras que Lyron tiene ojos celestiales y cabellos castaños oscuros.

—¿Hermanos? —dudo.

—No hermanos como los que tienen ustedes los humanos —su tono es carente de alguna emoción—. Fuimos creados por el mismo ser, al cual traicionamos para venir a la Tierra.

¿Ser? ¿Venir a la tierra? Estoy más confundida de lo que ya me encuentro. Me observa y como si supiera cuál sería mi siguiente pregunta, continúa hablando.

—No, no somos humanos y tampoco extraterrestres, Nathalia —me mira directamente a los ojos—. Somos condenados, ángeles caídos. Expulsados del Coelum.

—¡¿Qué?! —No puedo evitar que mi entrecejo se arrugue y aquella pregunta se manifieste con asombro.

—Tenemos ciertas habilidades o poderes, como prefieras llamarle —agrega sin importarle lo sorprendida que me encuentro—. Mismos que podemos usar con los humanos, para ayudarlos o simplemente beneficiarnos y hacerles la vida imposible a cualquier miserable.

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Where stories live. Discover now