Capítulo 17

33.3K 3K 422
                                    

NATHALIA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

NATHALIA


Me percato de que no estoy en casa de Johnvid, sino en una habitación poco iluminada, con una ventana que apenas deja que los rayos de sol se filtren por medio del cristal opaco. Me toco la cabeza, porque siento que me duele cada parte del cerebro, hasta el bulbo raquídeo. Sigo un poco ofuscada por todo lo que ha pasado y por no saber en dónde me encuentro ahora mismo. Tomo asiento sobre la cama con los pies por fuera de esta, recordando que Lyron me ha apuñalado y eso sí que no ha sido un sueño. Llevo mi mano hacia donde debería estar la herida, pero para mi sorpresa no siento dolor cuando me toco. Levanto la camiseta blanca que traigo puesta, para cerciorarme de que la herida sigue ahí, pero no hay rastro de ella, ni siquiera un indicio de que hubo una, eso hace que mi mente se cuestione muchas cosas: ¿realmente ya no sé distinguir entre la realidad y la ficción?

Me pongo de pie y recuerdo que Daron había llegado a mi rescate, tal y como él me había dicho que lo haría si lo llamaba.

—¿Cómo es eso posible? —murmuro tan bajo, que solo yo puedo escucharme.

—Has despertado —Su voz me guía hasta su rostro.

Me giro sobre mis pies y ahí está, parado junto al marco de la puerta sin su particular chaqueta y mirándome de brazos cruzados. Mis ojos se desvían unos segundos a sus brazos desnudos y músculos tensados. Pero que tentación es la que tengo frente a mí.

Contrólate, contrólate. Me repito una y otra vez.

—¿Dónde estamos? —cuestiono para alivianar el calor que está experimentando mi rostro.

—En mi casa —responde.

Entonces hago clic y recuerdo la habitación que está completamente cambiada. Enciende la luz de techo y puedo ver que efectivamente nos encontramos es la habitación que le ha pertenecido a mi padre por muchos años. Daron no tiene muchas cosas, más que la cama, una pequeña mesa de noche y el armario de ropa que se encuentra adjunto a la pared.

—¿Tú me quitaste la ropa? —pregunto, recordando que solo traigo una camiseta puesta. Acomodo mi cabello detrás de mis orejas—. ¿Dónde está mi ropa?

—Si no yo, ¿quién más? —Sus cejas se juntan al medio, formando dos líneas de confusión—. No podías hacerlo tu sola evidentemente, y yo no podía acostarte sobre mi cama, en el estado que te encontrabas —sonríe.

Agacho la mirada avergonzada por la situación y luego la levanto para percatarme de que sus ojos me observan como si me estuvieran sonriendo. Siento que el aire me falta por un momento.

—No te preocupes, Nathalia. No he visto nada más allá —se apresura a decir, al ver mi reacción—. No me aprovecharía de ti —eleva una de sus cejas—. Al menos que tú así lo quieras.

Un hormigueo aparece dentro de mí, provocando una ligera convulsión. "Me hubiera gustado que te aprovecharas de mí", ese pensamiento se viene a mi cabeza sin siquiera avisar y me avergüenzo al instante, golpeándome mentalmente. Él me sonríe como si hubiera podido escuchar lo que dije.

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora