—¿Y qué pasa? —Ashley giró el volante para girar en una glorieta, parándose luego en un semáforo.

—Que... Mira, me gusta una chica, y tengo miedo de decírselo. —Escupí girando todo el cuerpo hacia ella.

—Oh, venga ya Lauren, tienes, cuanto, ¿veinte años? —Alzó las cejas y yo negué lentamente.

—Acabo de cumplir veintidós. ¡Pero ese no es el caso! Es que... Me da miedo, va a querer besarme, ¡y yo no sé besar! —Ashley paró delante de un edificio y me miró con el ceño fruncido. —Y va a querer tener sexo y yo, yo... —Abrí los ojos al darme cuenta de aquello, casi me faltaba la respiración.

—Y temes que se ría de ti porque eres virgen a los veintidós. —Dijo ella con media sonrisa, parando el coche. —¿Quieres subir a mi casa y te doy algunos consejos? —Para mí consejos eran simples consejos. Mi mente no iba más allá en aquél doble sentido.

—Claro, claro. Estaría bien. —Sonreí algo más calmada y salimos del coche.

Su piso consistía en un sofá verde, paredes pintadas de blanco, una mesa de madera, televisión y libros encima de la mesa del salón.

—Estudio bioquímica. —Asentí mirando la mesa. Me sentía algo intimidada por aquella chica; parecía tan segura de sí misma, tan lista, que yo no era suficiente siquiera para hablar con ella. Lo mismo me pasaba siempre con Camila.

—Qué difícil. —Murmuré mientras ella abría una botella de cerveza y me la daba, y luego otra para ella.

—¿Has pensado mucho en cómo quieres que sea tu primer beso? —Negué apretando los ojos, dándole un largo trago a la cerveza.

—No, no lo veo algo especial. Sólo quiero que pase rápido, y que no me juzguen y ya... —Volví a beber echando la cabeza hacia atrás, engullendo la cerveza.

—Vale. —Me quitó el botellín casi vacío de las manos y dejó el mío y el suyo encima de la mesa. —¿Puedo besarte? —La pregunta me dejó congelada. No pensé que nadie, nunca, jamás, en mi vida fuese a preguntarme aquello. —Te beso y ya aprendes para esa chica que te gusta, ¿sí o no?

—Sí. —Respondí sin dudar. Las manos me sudaban, y me puse aún más nerviosa cuando ella se puso delante de mí. Cerré los ojos soltando el aire tembloroso entre mis labios.

—Lauren, no te voy a matar, es sólo un beso.

—Vale, ¡vale! Uf. —Abrí los ojos y ella negó poniéndome la mano en estos de nuevo.

—¡No! —Dijo riéndose. —Se besa con los ojos cerrados, abiertos es raro. —Asentí con el ceño fruncido. —Cuando veas que me acerco a ti los cierras y ya está. —Asentí de nuevo.

Ashley puso la mano en la parte posterior de mi mejilla, colindando con mi oreja y casi bajo mi pelo y se acercó a mí, entonces cerré los ojos. Mi corazón latía a mil por hora, y es que era mi primer beso. Sus labios tocaron los míos, se separaron lentamente escuchándose en la habitación. Era tan lento, tan suave, notar la humedad de otra persona en la boca era algo indescriptible. El calor subió por mis mejillas y la parte inferior de mi abdomen. Oh no. No abrí los ojos porque me besó de nuevo, y esta vez atrapé su labio inferior entre los míos, pero se me escapaba la lengua entre mis labios.

—Lauren no me metas lengua. —Me dio un golpe en el pecho separándome de ella.

—Perdón. —Volvió a acercarse a mí, poniendo la mano en mi cuello para que me agachase, dándome un beso igual de lento y tierno, pero se me volvió a escapar la lengua. Su mano impactó contra mi mejilla. —¡Ah!

—Eso es lo que te va a hacer la chica si a la primera le metes la lengua hasta la garganta. Así que, lengua fuera. —Suspiró acercándose a mí, y justo antes de besarme paró. —Sin lengua. —Susurró en voz baja, y puse todas mis fuerzas en contenerla.

Bajé las manos a su cintura, apretándola fuerte mientras nuestros labios se besaban lentamente, de forma suave, dulce, tímida incluso. Aunque fuese así, aquél beso estaba haciendo que mi chaqueta sobrase y que el calor se instalase ya en todo mi cuerpo. Entonces sentí la lengua de Ashley en mi boca, apretando mi nuca con sus dedos. Si ella había sacado la lengua, ¿yo también podía? No me arriesgué a otra bofetada, así que simplemente dejé que ella la colase entre mis labios.

—Lauren. —Se separó riéndose con las manos en la boca. —La lengua.

—¡Pero si ahora no la he sacado! —Abrí los ojos casi indignada, abriendo los brazos y dejándolos caer a los lados de mi cuerpo.

—¡Es que deberías haberla sacado! Ven aquí. —Cogió mi mano y me llevó hasta el sofá, sentándome en él. Luego Ashley se sentó encima de mí, con sus piernas a cada lado de mi cuerpo. Jamás creí poder tener a una chica así. —¿Dónde vas a poner las manos? —Tragué saliva y la miré casi con cara de cordero degollado. No iba a moverlas y ya me había regañado. —Vamos, cógeme. Tienes que saber cómo agarrar a una mujer si quieres tener una relación, ¿no? —Ladeó la cabeza mostrando una amplia sonrisa.

—¿Por qué haces esto por mí? —Su entrepierna se posó sobre mi regazo y se encogió de hombros.

—Porque estás muy buena, me pareces buena chica y me gusta eso de ser el primer beso de alguien. —Se dejó caer a mi lado en el sofá, pero una de sus piernas seguía subida sobre mi regazo. Chocó sus labios contra los míos, y mi mano por inercia fue a su muslo apretándolo mientras, sin ser consciente de ello, mi lengua se coló en su boca, tocando la suya lentamente, succionando suavemente, lento, llevándome su lengua conmigo para chuparla. —Mmh... —La solté en cuanto la escuché, no sabía si le iba a gustar o no. —Está bien eso. ¿Me lo haces otra vez? —Volví a besarla, succionando su lengua entre mis labios, acariciándola a la vez con la mía, mientras mi mano apretaba su muslo que tenía sobre mí.

Ashley puso la mano en mi abdomen y la coló bajo mi camiseta, comenzando a acariciar mi piel con lentitud. Solté un suspiro contra su boca, y es que me estaba derritiendo casi literalmente, porque mi entrepierna en aquellos momentos echaba fuego.

—A-Ash... —Balbuceé carraspeando, y ella levantó la mirada hacia mí. Tenía la frente llena de sudor y los labios entreabiertos. Iba a explotar.

—¿Quieres que pare? —Dijo mientras no paraba de acariciarme. Negué. Se inclinó sobre mí, quitando su pierna de encima, y levantó mi camiseta un poco para mostrar mi abdomen. Hizo una hilera de besos, sacando su lengua, húmeda y suave, que recorrió mi piel. Estaba muriéndome. Puse una mano sobre su espalda jadeando, hasta que en uno de aquellos besos con lengua que estaba dando bajo mi ombligo me mordió.

Algo explotó en mí, si tengo que definirlo de alguna manera. Era la mejor sensación que había experimentado nunca, casi me había llegado el placer a la cabeza y la respiración se me había cortado.

—L—Lo siento. —Murmuré agitada, y Ashely sonrió desde abajo con el ceño fruncido.

—¿Por qué lo sientes?

—No lo sé.

blue nighttimes; camrenWhere stories live. Discover now