Capítulo 15

35.1K 3.1K 215
                                    

NATHALIA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

NATHALIA

El gélido viento pega fuerte sobre mis manos y al sol no parece apetecerle iluminar el cielo. Tener a Daron tan cerca de mí, me transmite una especie de paz y seguridad, que me es difícil de explicar. Siento que estando con él, nada puede pasarme, no obstante, también está ese otro lado tenebroso y misterioso, que puedo palpar cuando estoy a su lado o cuando simplemente me escruta con sus lindos ojos. Cada palabra que pronuncian sus labios parece atravesarme. No logro entender cómo es posible tener todas esas clases de sensaciones juntas. Cómo es posible que alguien que apenas acabo de conocer y de quien no sé absolutamente nada, tenga ese efecto en mí.

Toma una hora y media más o menos llegar hasta la casa de Johnvid, pero a la velocidad a la que conduce, presiento que será menos que eso. Sin pedir autorización, vuelvo a apretarme fuerte contra él, sujetándome de su tórax. No quiero caerme y partirme en mil pedazos. Él no se queja para nada y yo tampoco me disculpo por el atrevimiento, porque el olor que desprende su cuerpo es embriagador.

Siendo sincera se siente bien.

De pronto pienso en que Vid tiene razón. Mi forma de ser todo este tiempo quizá se debe a que no tengo a nadie lo suficientemente cerca de mi corazón, con quien compartir mis cosas. Vid dice que, aunque no fuera alguien para tener una relación formal, siempre es bueno tener a otra persona que no sea tu amigo, con quien poder hablar de tus temores. Tal vez me siento así con este extraño, porque jamás he tenido a ningún chico tan cerca como lo tengo a él justo ahora, y no porque nadie se me acerque, sino porque soy lo suficientemente bastarda para alejarlos sin importarme nada.

Ya no escucho el motor rugir y tampoco siento el movimiento de la motocicleta, ni el viento helado soplar contra el casco. Abro los ojos y estamos en casa, estacionados frente a la puerta, me sorprendo por dos cosas: por lo rápido que hemos llegado y porque recuerdo no haberle dicho la dirección.

¿Cómo llego hasta aquí sin conocerla?

Inexplicablemente, los vellos de mi cuerpo cobran vida, pero solo me da la razón a mi loca teoría de que es él quien me observa. Me bajé de la moto sin cuestionar absolutamente nada y me quito el casco para entregárselo. Me sonríe cuando me lo recibe. Ese par de hoyuelos que tiene en sus mejillas lo hacen parecer inofensivamente atractivo, todavía más de lo que es. Su sonrisa parece esconder algo de inocencia dentro de él.

Suelto el aire que sin darme cuenta he estado reteniendo.

Gracias por traerme —nunca pensé que le agradecería algo—. Fue muy amable de tu parte.

—No es nada, cuando gustes —engancha el casco en el manillar.

—Al final si conoces lo que es ser amable —bromeo.

—Ya te dije que sí. Cuando quiero serlo, puedo —pasa su lengua por sus labios.

Un gesto que hace que mis ojos lo observen sigilosamente. No quiero hacer cuestionamientos sobre lo que ronda en mi mente, pero mi curiosidad puede más que mi capacidad de quedarme callada y dejarlo pasar. Así que me veo obligada a preguntarle:

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora