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Había conseguido dormir tres horas, siendo más precisa hasta las 3 am. Pero a Scott no se le ocurrió mejor momento que ahora para llamarme.
—Si no quieres que destruya ese maldito teléfono deberías apagarlo —gruñó Lydia.
—No te atreverías.
—Pruébame.
—Por el momento prefiero conservar a mi teléfono sano, quizá la próxima —le respondí para luego contestar la llamada.
—¡Hasta que al fin respondes! —exclamó Scott—. ¿Qué demonios estabas haciendo?
—¿Dormir quizás?
—Hallamos una nueva quimera —me informó Scott.
—¿Y quién es?
—Es Hayden.
—¿Y qué? ¿Necesitas ayuda para asesinarla?
—Sé que no tienen la mejor relación...
—No pienso salvar su vida o siquiera arriesgar la mía.
—¿Permitirás que ellos ganen?
—No es algo que me importe.
—No puedes cegarte por el odio, sería tan injusto que otra persona muriera a causa de estos experimentos.
—No me interesa salvarla.
—Te enviare la dirección por mensaje. Solo ten en cuenta lo decepcionado que estaría si no vinieras.
—¡No puedes enojarte conmigo... —le dije, pero no puede terminar de hablar debido a que Scott había finalizado la llamada.
—Yo creo que deberías ir —me aconsejó Lydia—. Sé que la odias pero si le salvaras la vida, ¿no serías mejor persona que ella? Después de todo habrías dejado sus diferencias de lado por un momento. Si decides ir, puedes usar mi auto y me encargare de cubrirte para que mi madre no se entere.
Le agradecí a Lydia y después de pensarlo por un largo rato, finalmente decidí ir.
Al llegar Scott me abrió la puerta y me indico que pasara, aún sin creer que había acudido para ayudar a Hayden.
—¡Estas aquí! —exclamó sorprendido.
—Has logrado convencerme.
Scott me guió hasta la habitación en la que estaban Liam y Stiles intentando sostener a Hayden, la cual tenía garras, colmillos y sus ojos se habían tornado de un amarillo luminoso.
—¿Por qué soy la única que parece sorprendida? —pregunté.
