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—Le prometí a Malia que la ayudaría a estudiar —le dijo Stiles a Scott—. Esto no fue tu culpa, espero que lo entiendas.
—Es que si lo fue —dije—. No debiste ser tan agresivo.
—Lo sé...
Stiles comenzó a darle una charla motivadora a Scott por lo que decidí salir de allí inmediatamente. Me dirigí a la habitación de Liam y al ingresar comenzó con su interrogatorio.
—¿Y tú quién eres?
—Probablemente la chica más linda que hayas conocido.
—¿Qué sucedió? —le preguntó un médico de tez morena.
—Jugué contra dos chicos mayores en Lacrosse y uno de ellos era el capitán del equipo.
—Por más que lo intente no podría enfadarme contigo y mucho menos por este motivo. De igual manera, ¿quién es esta chica?
—Es mi novia.
—No soy tu novia y tú ni siquiera eres mi tipo.
—Creo que tienen mucho de lo que hablar —le dio un beso en la mejilla a Liam y salió de la habitación.
—¿No podías mentir?
—No cuando no eres mi tipo.
—¿Y cuál es tu tipo?
—No deben ser menores que yo.
—«Para el amor no hay edad» —recitó.
—Para este sí.
—¿Acabas de admitir que tenemos algo?
—Nunca dije eso —me puse de pie.
—¿A dónde vas?
—Voy por pastillas para dormir.
—¿Para ti?
—No, para ti.
A pesar de lo que me costó conseguirlas, finalmente lo había logrado. Pero al ingresar en la habitación no encontré a nadie allí.
—Maldito demonio de primer curso —maldije.
Salí de allí y comencé a buscarlo pero parecía haber desaparecido. Había visitado cada maldito lugar de este hospital a excepción del techo, pero él no subiría al techo ¿verdad?
Subí rápidamente las escaleras hasta encontrarme con la peor escena del mundo.
—¿Qué sucedió aquí? ¿Ustedes lo asesinaron?
—No, no hemos sido nosotros —respondió Scott.
—Un tipo con un hacha l-lo apuñalo —explicó Liam.
—Creo que los calmantes comenzaron a hacerte efecto.
—Yo lo he visto, te lo juro.
—Seguramente lo has imaginado.
Cuando Liam logró calmarse regrese a mi casa e intente sacar apuntes para matemáticas.
Al día siguiente tuvimos clase en las primeras dos horas de la mañana, pero cuando leí los apuntes que había escrito en la noche noté que había creado lo que parecía ser un código. Me vi obligada a acudir a las chicas, quizá alguna de ellas podría pasármelos.
—¿Esos son tus apuntes de matemáticas? —le pregunté a Lydia.
—Algunos lo son, pero creo que el resto podría ser un código.
—Yo también creo haber escrito uno —le dije—. Deberíamos compararlos.
—No son iguales —observó Kira—. Ni siquiera coinciden en la primera letra.
—Tienes razón.
Me dedique a prestar atención a la profesora pero me distraje cuando observe a mi tía entregándole las llaves de la casa del lago a Lydia.
—¿Acaso harás una fiesta?
—Solo irán algunos amigos.
—¿Estoy invitada?
—Claro que no.
—¿Entonces invitaras a salir a un adolescente? —le preguntó Stiles a Lydia.
—Ya pensare en algo.
—Si quieres que Liam vaya a una fiesta, me necesitas —le dije.
—No —me cortó Lydia.
—¿Y qué ganarías tú con todo esto?
—Quiero entrar en el círculo interno.
—De ninguna manera —dijo Lydia.
—Considéralo hecho —respondió Scott.
Baje las escaleras llamando la atención de todo el pasillo incluyendo la de Liam y cuando cruzamos miradas me tropecé por culpa de mis zapatos.
—Sabía que caerías a mis pies —dijo con una sonrisa.
—¿Quieres ir a una fiesta esta noche?
—¿Qué tipo de fiesta?
—Una fiesta para chicos de primer grado.
—¿Sin alcohol? Porque de ser así, no me interesa.
—Creo que podríamos ordenar algo de alcohol.
—Entonces quizá pueda asistir.
—Pasaremos por ti a las ocho, se puntual.
NARRADOR OMNISCIENTE.
Lydia se aseguró de cerrar la puerta para que Mora no logrará oír lo que estaban hablando y junto con Stiles comenzaron a explicarle absolutamente todo a Liam.
—Déjame ver si entendí —mencionó a todos los presentes y dijo las criaturas que eran.
Después de que finalmente comprendió decidió preguntar:
— ¿Y Mora? ¿Que se supone que es ella?
—Una niña mimada —respondió Lydia—. Ah, te referías a lo sobrenatural. Mora es humana.
Liam había comenzado a transformarse, fue entonces cuando alguien comenzó a tocar la puerta.
—¡Mora! Necesito que abras la puerta —le pidió Lydia.
Mora salió de su habitación y abrió la puerta. Fue entonces cuando se encontró con una cantidad de personas aguardando para entrar.
—¿Qué creen que hacen aquí?
—¡Venimos por la fiesta! —gritó un chico de tez morena.
Sin dudarlo dos veces Mora se despidió de ellos y cerró la puerta, impidiéndoles el ingreso. Después de cerrar con llave susurró:
