07; La nueva huérfana.

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—Prueba con Maddy —le dije a Lydia

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—Prueba con Maddy —le dije a Lydia.

—Maddy es muy obvio para ser una contraseña.

—Estoy segura de que es Maddy.

Lydia asintió y comenzó a escribir la posible clave del código pero esta salió incorrecta. Así que seguimos intentando con nuestros nombres, el nombre de mi tía y el nombre de mi madre pero ninguno era correcto.

—Dejaron las cenizas y el código para nosotras, se supone que somos capaces de descifrarlo.

—Pero es que es tan difícil —se quejó—. Nadie más es capaz de descifrar esto.

—Nadie más, eso es. Todas nuestras suposiciones son relacionadas con ella, tal vez deberíamos tratar con algo acerca de nosotras.

—¿Nosotras? ¿Qué hay de nosotras?

—¿Qué solíamos hacer a menudo con nuestra abuela de pequeñas?

—Leíamos «La sirenita».

—De Hans Christian Andersen, intenta con sirenita.

—Incorrecta.

—Prueba con Hans.

—Incorrecta.

—No lo entiendo, lo leíamos cada vez que nos quedábamos en su casa.

—E incluso nos hacíamos llamar Ariel. Volvíamos a todos locos pero nuestra abuela...

—Lo consideraba adorable.

Lydia tecleó «Ariel» e inmediatamente comenzaron a aparecer los nombres de la lista.

—¿Reconoces a alguna persona en la lista?

La impresora comenzó a imprimir innumerables veces la nueva lista. Estire mi brazo y tome una de las listas impresas.

—¿Tenemos las otras listas?

—Sí, aquí están —me las entregó.

—¿Notas la diferencia?

—Ya no valemos 40 millones...

—Ahora valemos 80.

La tensión se vio interrumpida por el sonido de una llamada entrante:


—¿Mora? —preguntaron del otro lado de la línea.

—¿Malia?

—¡Si! ¿Vienes a la hoguera?

—¿Estas de broma?

—¡Genial! Paso por ti en media hora.

—Malia, no iré —le dije pero Malia ya había cortado.


Lydia no quiso acompañarme a la hoguera pero igualmente me ayudó a elegir el vestuario y tal como lo había prometido, Malia pasó a buscarme media hora después.

—¡Te dije que estaría genial! —exclamó bailando.

—Estas borracha —le saqué la botella de las manos.

—¡Estás haciendo de mamá conmigo!

—¡Claro que no! Es solo que ya ha sido suficiente.

—Eres una aburrida.

—¿Acaso me has dicho aburrida? No soy aburrida.

—Entonces baila conmigo.

Malia me tomó de la mano y me obligo a bailar, permanecimos así por varios minutos hasta que llegó Scott a interrumpirnos.

—¿Que están haciendo aquí?

—¡Emborrachándonos! ¿Y tú?

—Intento asegurarme de que nadie salga herido.

—Parece muy divertido.

—No quiero arruinarte la noche pero no puedes emborracharte.

—Tal vez deberías decírselo a Liam —señaló a Liam.

—Yo me encargo —dije pero en el intento tropecé y caí al suelo.

»Creo que deberías ir tú.

—Solo quiero hablar.

—¡Y yo solo quiero bailar! —exclamó Malia.

—Y yo solo quiero que alguien me ayude —me quejé.

—Lo lamento —susurró Scott levantándome del suelo.

»No te dijimos lo de Peter para protegerte.

—Eso fue lo que Peter dijo que dirías.

—¿De qué están hablando? —pregunté sin comprender.

—Peter es mi padre.

—¿Peter?

—¿Qué sucede, Mora?

—Tan solo me siento mal por considerar que tu padre era lindo.

—¡Tenemos que permanecer unidos! —gritó Scott—. Tu, Mora, Lydia, Stiles, yo...

—¡No quiero hablar de Stiles! Solo quiero bailar y emborracharme...

—Están borrachas.

—Probablemente.

—Pero no puede ser, ¿qué han bebido?

—Solo es vodka.

Scott nos cargó a ambas sobre sus hombros hasta llevarnos con Liam y Mason.

—No creo que sean los tragos...

—Es la música —concluyó Liam.

—Bien, iré a apagarla.

La música parecía intensificarse aún más cada segundo, mis piernas estaban tan débiles que eran incapaz de sostenerme por lo que caí al suelo. Los hombres de seguridad llegaron y sacaron de allí debido a nuestra intoxicación.

—¿Qué están haciendo? —intentó detenerlos Mason—. ¡Son mis amigos!

—Tus amigos están excesivamente intoxicados, tal vez necesitan que los acompañen afuera.

—Bien, iré con ellos.

—Eso no será necesario.

—¡Son mis amigos!

Uno de los hombres empujó a Mason y provocó que cayera al suelo. A continuación nos arrastraron hasta el instituto y nos dejaron contra los casilleros.

—¿Qué es eso? —pregunté asustada.

—Es gasolina. Haigh dice que tenemos que quemarlos.

—¿Quién es Haigh?

—Eso no es de tu incumbencia.

De pronto la música finalmente cesó y llegó Derek a nuestro rescate. Scott nos llevó a todos a nuestras casas y al llegar fui directamente hasta mi habitación.

—Hey Lyds —la llamé.

—¿Qué quieres?

—Ya van dos veces en las que me han intentado matar por dinero así que si sabes algo que yo no, deberías decírmelo ahora.

—Tienes que saber que esto cambiara tu vida para siempre, ¿aún quieres saberlo?

—Definitivamente.

Lydia's cousin | Teen WolfWhere stories live. Discover now