—Suéltame —ordeno.

—¿Por qué estás molesta? —inquiere.

—Que te importa —contesto tajante, tratando de soltarme y cuando lo hago casi caigo de espaldas sobre el cemento, si no es porque vuelve a sostenerme con firmeza, hubiera caído no muy dignamente.

—¿Por qué tienes que ser tan irritante? —Me pregunta y solo lo miro directamente a los ojos, entretanto permanezco sostenida a sus brazos—. ¿Me culpas porque tu padre me vendió la casa?

La sorpresa que esas palabras causan en mí, casi hace que la boca se me caiga al piso. Lo miro con la confusión en mi rostro, tratando de entender por qué mi padre ha hecho semejante cosa. Creí que solo la había alquilado.

—¿Te vendió la casa? —repito con la incredulidad en mi boca—. Eso no puede ser...

—Sí, estaba buscando un lugar para vivir, así que encontré la oferta y se la compré.

—¿Por qué mi padre vendería la casa?

Es más, una pregunta para mí que para él.

—Tendrá sus motivos.

¿Qué motivos podría tener mi padre para vender la casa?

Ni siquiera me consultó nada, no me ha considerado en su decisión, pero me lo merezco. Se ha largado y no sé a dónde ni por qué, seguramente se cansó de tener una hija tan estúpida. Me quedo observando la nada, mientras Daron sigue frente a mí.

—¿Hiciste esto a propósito? —interrogo.

Me suelta.

—¿Hacer qué? —alzo la cabeza para poder mirarlo a la cara.

—Comprar la casa, seguro sobornaste a mi padre, lo amenazaste para que te la vendiera, pareces de ese tipo. ¿Qué quieres de mí? —pregunto con la paranoia en mi rostro.

—¿Por qué haría algo así? —pregunta con diversión—. Suenas un poco loca.

La sangre me hierve.

—¿Acabas de llamarme loca? —Mis fosas nasales se dilatan.

—Me gustan las locas —admite.

Lo abofeteo tan fuerte que siento el picor en la palma de mi mano.

—Me has estado acosando, diciéndome cosas extrañas y me tratas y hablas como si me conocieras de toda la vida —exploto—. Además, te atreves a llamarme loca.

Acaricia su mejilla con esa sonrisa suya.

—Buen golpe —Se burla—. ¿Crees que te estoy acosando?

—Desde que te conozco, me han estado pasando cosas raras, siento que alguien me mira a cada momento y a dondequiera que voy —levanto las cejas—. Oigo voces en mi cabeza, tengo sueños en donde tenemos conversaciones que no comprendo —muevo las manos como una loca—. Apenas te conozco, ¿por qué mierda soñaría contigo?

—¿Qué tipo de sueños son? —pregunta con el ceño fruncido y cuando estoy a punto de responder me interrumpe—. ¿Son de esos donde nos quitamos la ropa?

Lo miro indignada.

—Eres un cerdo asqueroso.

Pero claro que no, es todo lo contrario. Ese pensamiento sale por inercia.

Él sonríe.

—Dime, ¿sientes escalofríos cuando te observan? —pregunta esta vez con el rostro serio.

—Sí.

—¿Aceleración cardiaca o desesperación? —Su rostro está serio y sus ojos fijos en los míos.

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Where stories live. Discover now