-¿Por qué no dejas de fingir?, ¿Por qué no te vas y me dejas como los demás? -dijó y pude notar rabia en sus palabras, cosa que me dolió.
-Porque yo no soy como los demás -dije con sinceridad. Tenía mis ojos húmedos. Las lágrimas no tardarán en sali...
Al terminar la entrevista, Konohamaru y sus amigos nos desearon suerte para después irse.
Ya estaba un poco más tranquila, aunque no dejaba de sentir ese mal presentimiento, pero decidí ignorarlo.
—Todo este lugar me pone muy nerviosa —habló Sakura a lo que mi prima río.
—Puede ser, lo llaman el bosque de la muerte, y muy pronto descubrían por qué.
Anko siendo Anko.
Apuesto que esta disfrutando esto.
Naruto se empezó a burlar de lo que había dicho Anko.
Si yo fuera tú Naruto, no haría eso...
Y justo como lo pensé, Anko le lanzó un kunai, rosando su mejilla, cortando un poco esta, para después ponerse detrás de él.
Vi como resbalaba la sangre de Naruto por su mejilla, causandome cierta tentación.
«Al parecer alguien sigue sin controlar su "pequeño" problema con la sangre»
Un ninja de la hierba se colocó detrás de Anko para regresarle su kunai...con su lengua.
Eso fue...raro.
Anko soltó a Naruto, así que me acerque a él.
—Déjame ver eso.
El rubio quitó su mano de su mejilla, mostrándome su herida. Pase mi dedo debajo de ella, quitando un poco de sangre para verla.
«Te agrada, no es así. Acepta que te gustaría ver más sangre»
— ______ —mire a Naruto al escuchar que me hablaba. —¿Estas bien? Te perdiste al ver la sangre.
—¿Ah?, no, sí, estoy bien, solo ignorarme —dije, limpiando la sangre de mi dedo.
Es mejor que me alejé de la herida de Naruto, y de cualquier otra herida.
«Cuánto tiempo piensas qué podrás controlar tu sed de sangre»
Podrías callarte aun que sea una vez.
—Antes de comenzar este examen, hay algo que debo darles a todos ustedes —Y dicho eso, sacó unas hojas.
Era una carta de consentimiento; por si morimos haya dentro.
Nos pasaron una hoja a cada uno.
La segunda etapa era un examen de supervivencia.
Nos iban a dar un pergamino por equipo, ya sea de la tierra o el cielo. Nuestras tarea era conseguir ambos pergaminos. Cuando los consigamos, tendríamos que ir a la torre que esta en el centro del bosque. Y todo eso en 5 días.
—Y quisiera advertirles algo más —me miro. —¡NO SE MUERAN!
Indirecta captada.
Empecé a leer la carta de consentimiento mientras caminaba sin mirar a donde iba.
Sigo pensando en lo que me dijo Temari. En realidad me altere más por lo que hablé con Akuma.
Como se supone que podré controlar mi sed de sangre durante 5 días. Tarde o temprano tendremos que pelear con otro equipo. Se que llevó bastante tiempo controlándolo, pero ahora que el demonio despertó, es más difícil hacerlo.
Y sobre el tema de Gaara y Temari... No conozco a ninguno de los dos para saber si es verdad o no lo que me dijo. Tendré que averíguarlo por mi misma, y eso implica ignorar la advertencia de Temari sobre alejarme de él.
«La curiosidad mató al gato»
— ______ —alce mi vista de la hoja al oír mi nombre.
Era Anko.
—¿Qué sucede, prima? —pregunté mientras colocaba un mechón de mi pelo detrás de mi oreja.
—Quisiera darte algo antes de que inicié el examen —después de decir eso, sacó una caja y me me lo dio.
Lo abrí.
Era un collar de Luna.
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Se me iluminaron los ojos al verlo.
Era hermoso.
—Era de tu madre —habló. La mire a los ojos.
—¿Era de mi madre?
Nunca hablamos sobre mis padres, y que mencione a mi madre ahora, se me hace extraño y un poco incomodo.
—¿Por qué medas esto?
—A ella le hubiera gustado que lo tuvieras —tomó la caja de mis manos y sacó el collar de ahí. Se puso detrás de mi para colocarlo. Cuando terminó, tomé el collar para mirarlo mejor.
Cuando mis padres murieron, ese collar fue lo único que quedo de ellos, así que decidieron dármelo, pero me negué. No quería nada que me recordará que los dejé morir.
Mi madre siempre ocultaba ese collar debajo de su blusa, por lo cual nunca vi como era, hasta ahora.
—Vamos a empezar a dar los pergamino —uno de los sujetos dio la indicación.
—Sabes, es lindo el saber que solo conmigo te comportas de esta manera, y no como la Anko agresiva y sádica que todos conocen.
—Oh, vamos, mejor ve con tu equipo por el pergamino, mocosa —me reí por ello.
—De acuerdo sensor Anko —dije con burla, a lo que rodó los ojos, pero note su sonrisa de lado. —Ah, y algo más —se detuvo antes de irse al oírme. —Gracias, prima —Y me fui corriendo.
Entregamos las cartas de consentimiento y nos dieron un pergamino del cielo. Nos dirigimos a una de las puertas y esperamos la indicación.
—No voy a morir ahí dentro —dije, mientras apretaba el collar con mi mano.
