La decepción se planta en mi cara y me abofetea con fuerza, cuando veo quien está parado frente a mí con una sonrisa cerrada.

—Hola, Nathalia —saluda—. No sabía que teníamos esta clase juntos.

Le sonrío de vuelta para no hacerle saber lo decepcionada que me pone el hecho de que sea él y no el otro.

—Está interrumpiendo mi clase, jovencito —Me hago a un lado para que Lyron pase al salón y luego cierro la puerta.

Camino, devuelta a mi asiento y él toma su lugar en el último que se encuentra en la fila que da a las ventanas. Aún siento esa sensación tan desesperante de que alguien sigue observándome. Miro a Lyron, porque de pronto pienso que puede ser él quien causa esta horripilante sensación, pero me golpeo mentalmente. Es imposible, esta sensación está desde antes de que él llegara al salón. Me estoy volviendo paranoica.

La arrugada profesora Crosby continúa su aburrida clase y no es aburrida porque no me guste, lo es porque su voz es tan calmada y tan relajada, que solo dan ganas de cerrar los ojos y dormir. Quisiera que me dispararan de nuevo, pero esta vez en los oídos.

Diez minutos pasan desde la llegada de Lyron al salón de clases.

La sensación de ser observada no me ha abandonado en ningún momento y no puedo evitar llevar mis ojos hasta donde se encuentra él. Está concentrado como todos los demás, su cabello negro y piel bronceada llaman mi atención, es atractivo del mismo modo que lo es el otro idiota; igual de misterioso que el mismo. Muevo la cabeza de un lado hacia el otro, mientras volteo los ojos hacia arriba. Además de loca, ahora parezco una patética acosadora.

Escucho voces donde no las hay, siento cosas que no suceden y todo desde que llegue a Dijon. Me golpeo levemente la cabeza con la palma de mi mano, de modo que nadie se dé cuenta de lo que hago. Cierro los ojos para respirar profundamente, quiero que las cosas vuelvan a ser como antes. Quizás me hace falta tener una de esas salidas con Vid, tal vez hoy le proponga que salgamos necesito dejar de pensar en estupideces.

Abro los ojos y me quedo perpleja.

—¿Qué demonios? —susurro.

Me doy cuenta de que estoy sentada en mi puesto, pero la sala está desierta, ahí está otra vez la cegadora luz. Otra vez no, ¿está pasando lo mismo que en la clase de inglés? ¿Me quedé dormida otra vez? ¿Cómo es posible?

—Es otro estúpido sueño, Nathalia —sonrío nerviosa—. Despiértate —Me digo a mí misma.

Acto seguido me pellizco, pero me percato de que duele tanto como si lo hubiera hecho estando despierta. Froto en donde me he autolastimado en vano, para alivianar el dolor, mientras una maldición sale de mi boca.

—¿Qué te dije sobre Lyron? —ahí está el desgraciado.

Busco su voz con la mirada. Ya puedo ser capaz de distinguir y reconocer su tono a kilómetros, ahora es inconfundible e inolvidable para mí.

—Que me mantuviera lejos de él —respondo aun buscándolo.

—Y no lo estás haciendo —Su tono es serio.

—Yo no soy quien lo está buscando.

—Aléjate de él, Nathalia, es por tu bien.

Al escuchar eso otra vez, río y cuento hasta tres. La paciencia se me ha ido a la mierda.

—Esto no es algo de lo que tengas que reírte —dice al notar la burla.

—Quel bâtard! ¹ —Exclamo.

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Where stories live. Discover now