Quince

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Después de que Jack me preguntara si estaba bien, salí grosera y rápidamente del negocio para volver a la oficina.

Cuando por fin me dejo caer en mi silla suspiro y llamo a Lily.

—Estoy trabajando —dice en cuanto contesta—, habla rápido.

—¿Joe te llevará a casa hoy? —Ella afirma con un sonido nasal—. Bien, quizá no llegue temprano.

—Por fin le darás alegría a tu cuerpo, Macarena —chilla emocionada y me río—. ¡De lo que te estás perdiendo! —agrega. Mi sonrisa se esfuma y entrecierro los ojos aunque no puede verme.

—Sigues siendo virgen e inocente para mí, idiota —Ella ríe, recuerdo lo raro que fue cuando me contó sobre su primera vez—. Y no quiero que me di...

—¡Es que Joe es divino! —Cierro los ojos con fuerza e intento no sonreír ante su animosidad.

—¡Pero si llevan como dos días saliendo! —La regaño y ella suspira.

—No, llevábamos un par de meses pero hasta hace poco que...

—¡No me digas! —Interrumpo y se ríe. Yo también me rio y respiro hondo para calmarme—. Se están cuidando, ¿verdad?

—Sí, mamá —Sé que puso los ojos en blanco—. Tomo la píldora como tú, pero no se lo he dicho, así usa preservativo y es doble protección —Asiento en silencio—. Además papá tiene cientos de condones, no lo notará.

Me trago un jadeo, que es medio risa y medio vergüenza.

—Dios, ha sido tanta información que me siento mareada —Me llevo la mano a la frente—. ¿Sabes que es más efectivo? La abstinencia, deberías probarlo —Ella se carcajea y tengo que apartar el móvil de mi oreja.

—No sabes lo que dices. Deberías decirle a ese amigo tuyo que... ¡Mierda, mi jefe! —Es lo último que escucho antes del bip-bip-bip de la llamada terminada.

Intento concentrarme en mi trabajo pero tres horas después me doy por vencida y busco el pedazo de directorio que arrojé a mi bolsa.

Lo extiendo en el escritorio y observo que no tiene mucha información. Sólo el nombre con unas letras abajo que dicen "Hipnoterapeuta reconocida" y dos números de teléfono.

No comprendo cómo es posible que el mundo sea tan pequeño. Tal vez es una señal, tal vez por eso llegó a mi vida.

Tomo mi teléfono y marco los primeros dígitos del número que aparece en el papel, pero me salta en automático el nombre de Número desconocido. No hay duda de que es ella.

Pienso en todas las veces que la he llamado desde ayer y me pregunto si quizá alguien solicitó su ayuda en otro estado o país y por eso no ha respondido.

Cada llamada me manda a buzón así que doy por hecho que Larissa no vendrá a verme.

Es increíble cómo hace unos días estaba molesta de que apareciera y desapareciera sin decir qué buscaba, y ahora resulta ser justo lo que necesito pero no puedo encontrarla. Mi móvil suena.

«Vestido de cóctel turquesa, calzado que combine. Yo arderé en rojo. Nos vemos».

Maldición, Laura.

Me parece imposible que mi vida se haya vuelto éste ruin embrollo en menos de una semana.

Lidiar con todo esto era simple antes. Ahora todo ha aumentado y siento que en cualquier momento mi vida va a explotar y ni siquiera tendré tiempo de averiguar por qué.

"Vale, nos vemos ahí", tecleo de vuelta con rapidez, insegura de cómo me sentiré en dos días.

Ryan entra a la oficina y me pregunta si estoy lista, asiento y salimos juntos hacia el estacionamiento. Me cuenta algunas cosas para distraerme porque puede notar cómo me tenso al estar de nuevo aquí.

Susurros ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora