No te enamores de Gael Green © [S.U.D.C #2] ❌

Capítulo 36: "Él simplemente es... Caleb"

Capítulo 36

"Él simplemente es... Caleb"

GAEL

No bajes la mirada.

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Podía sentir como una vena resaltaba en mi garganta gracias a la presión que estaba ejerciendo para no moverme de mi sitio.

Me encontraba estático. Era la primera vez que no sabía qué hacer. Mantenía la mirada fija en la de ella, aguantando la tentación de no ver hacia abajo.

Frankie estaba de pie frente a mí, solo con su ropa interior puesta y yo me preguntaba como carajos estaba aguantando tanto para no habérsela arrancado y poseerla ahora mismo. Un pequeño rubor se adueñó de sus mejillas al notar mi estado de embobamiento.

No bajes la mirada —me repetí.

¡Con un demonio! ¿Quién iba a soportar tanto no ver ese escultural cuerpo que ahora tenía en frente?

Me encontraba observándola; mi mirada se desplazó lentamente por su contextura. Tragué saliva con fuerza, apretando mis manos en puños a mis costados. Es hermosa. Sus curvas pronunciadas más esas piernas de infarto que poseía, me estaban volviendo loco.

Ella estaba ahí, ofreciéndoseme como mi obsequio, inclusive pude imaginarla con un moño rojo sobre su cabeza. No sabía que carajos estaba pasando conmigo. No entendía la razón del por qué no me había abalanzado sobre ella.

Suspiré, regresando la mirada hacia la suya.

Continué observándola, mientras libraba una ardua lucha en mi interior. Un mes atrás, ya habría robado la inocencia de esa dulce niña que ahora se mordía su labio inferior mientras jugaba con sus dedos. Pero no ahora. Quería que su primera vez fuese algo especial para ella, no quería que simplemente lo hiciera por un simple obsequio.

Sonreí de medio lado.

¿Qué mierda le había pasado al Gael que solía aprovechar cualquier oportunidad de estas no importa la circunstancia?

Esa chica había logrado eliminar a ese Gael.

—¿No te gusto? —me preguntó, elevando su mirada por primera vez.

Noté como trató de cubrir su cuerpo. Caminé hacia ella y alejé sus manos, sin dejar de sonreír.

—Eres la chica más hermosa que ha pisado la tierra —le dije, tomando su barbilla con mi mano, para que su mirada se encontrara con la mía—. Pero no quiero que me entregues tu inocencia de esta forma. Te amo, Frankie. Y sabré esperar todo el tiempo que sea necesario.

Ni yo podía creer en lo que estaba diciendo, cuando lo único que pasaba por mi mente era en las mil y un maneras en las que podía deshacerme de ese pequeño conjunto de encaje blanco que llevaba consigo.

Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. Noté como dejó escapar lentamente la respiración y mordía su labio otra vez. Jalé de él con mis dedos, para poder verla sonreír.

—Eres increíble —me dijo en un susurro.

—Lo sé —contesté, guiñándole un ojo—. Pero me gusta que me lo recuerdes.

Puso los ojos en blanco.

—Y egocéntrico.

—Así te gusto, nena.

Reí, mientras me alejaba para ir a mi armario. Saqué una camiseta lo bastante grande, para que pudiera cubrir su cuerpo lo suficiente. Pues si seguía teniéndola sin ropa en medio de mi habitación, obedecería a la voz en mi interior que me decía que la hiciera mía.