Paulina

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El clima era agradable. A pesar de encontrarse en invierno, un calor navegaba por las calles soleadas y un tanto desiertas de la capital.

-¿Necesitas ayuda con tus maletas? -cuestionó una madre joven mientras descendía de su vehículo. Su copiloto ya lo había hecho, y trabajaba en el maletero del auto.

-No, má -respondió el chico con tono cansado. El viaje de regreso había sido largo, y en más de una ocasión cayó rendido contra el sueño, pero su cuerpo anhelaba descansar en una cama y no en el asiento de un auto.

Suspiró mientras tomaba una mochila muy pesada de entre sus pertenencias. Bueno, era casi lo único que había llevado de viaje. Cuando tomó el segundo bolso, se le cruzó por la mente pedirle ayuda a su madre... pero no estaba cómodo al hacerlo, por lo que guardó silencio.

A la entrada del recinto llegó un chico medianamente alto con una sonrisa desafiante. Se había percatado de la llegada de su compañero de cuarto, y había descendido a echar una mano. Por alguna extraña razón, la simpática mujer lo notó antes que su propio amigo.

-Oh, ¡Hola Carlos! -le hizo un pequeño gesto con su mano, a lo que el chico le regaló una sonrisa suave. Pronto la mujer continuó con lo suyo.

Piscis hacía un gran esfuerzo por llevar todo el insignificante pero pesado equipaje a casa sin dañarse la espalda. Cuando estuvo cruzando la entrada, notó a su amigo.

-Que onda, Carlitos -sonrió, para luego reír con nerviosismo, y mirar sus pertenencias con lástima.

Escorpio rió, pasándole agresivamente una mano por el cabello al chico de menor estatura. Al instante le quitó uno de los bolsos, liberándolo de cierto peso importante para su columna, ayudándolo sin preguntar. Piscis le agradeció con la mirada, cuando decidió voltear a su madre y despedirse finalmente. Se colgó la mochila al hombro mientras que con su otra mano le decía adiós. No esperaron a que se largara para subir a su piso.

-Casi no eres el único que salió estas semanas -habló Escorpio, sin despegar la vista de los escalones que iba subiendo mientras caminaba.

-¿Ah? -Piscis colocó los pies en la tierra.

-Sagitario, Virgo y Capricornio también salieron -recordó. Por un momento se quedó pensando- ...y el Anthony.

Esa extraña manía de Escorpio de no poder tratar últimamente a Libra más que por su nombre.

Piscis dirigió la vista a sus pies mientras caminaba, tratando de formular una respuesta o cualquier clase de comentario, hasta que una duda saltó por su cabeza.

-¿Y Tauro se quedó solo? -giró levemente su cabeza hacia su amigo.

-Ehh... algo así. Era extraño, contando que por las noches dormía en nuestro sofá o en la habitación de Cáncer. Decía algo de que le daba no se qué quedarse solo... o qué sé yo.

-Ya veo... -susurró. Cualquier respuesta se tomó unos segundos en aparecer.

-No, no ves -bromeó Escorpio, cubriendo los ojos de Piscis. Ambos no tardaron en reír, puesto que como iban subiendo las escaleras, el de menor estatura casi se cae por el extraño movimiento de su amigo, y les causó gracia.

Recobrando la compostura, siguieron caminando con lentitud y entre una conversación sin mucho sentido, hasta parar frente a la puerta de su piso. Ésta siempre se hallaba abierta.

-Y, ¿qué hicieron en mi ausencia? -le dirigió una mirada de atención a quien le había ayudado a cargar sus pertenencias. Éste se encogió de hombros, mirando en otra dirección.

-No mucho caos... pero puedes verlo si quieres -con la mano en el cerrojo, abrió a tope la puerta, dándole dónde mirar a su amigo. Todas las paredes de la sala de estar y el comedor que antes estaban blancas, ahora se encontraban pintadas de un azul profundo, y pobladas de estrellas.

Microhistorias del Zodiaco (CANCELADA)Where stories live. Discover now