"Amigos"

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Llevaban un par de meses desde que se conocían. Hablaban cada cierto tiempo, y Lisa se hizo amiga de este chico tan peculiar.

Cáncer era ese chico, o como ella lo conocía: Diego.

Diego oía hablar cosas de ella en la escuela. La llamaban puta, y sólo porque poseía más curvas que una pista de Hot-Wheels. Claro que este chico no creía en nada de lo que decían de ella.

Aunque lo de que tenía mucha "pechonalidad", como solían decir sus amigos, era verdad.

Esa tarde ambos habían quedado para salir. Llevaban caminando por una desierta calle una media hora, y el sol que sobre sus cabezas ardía les estaba cocinando el cerebro.

—Que caloooor... —se quejó Lisa con su aguda voz. Trataba de echarse viento con su mano en vano.

—¿Habrán unos treinta grados? —miró Cáncer al cielo despejado.

—¿Treinta? ¿Tan poco?

—Bueno, yo no tengo calor.

Lisa lo miró con espanto.

—Dime tu secreto.

—Pero si no hay ningún secreto... —rió un poco.

—¡Que lo digas!

—E-eh... ¿mente fresca, cuerpo fresco...?

Se miraron. Guardaron silencio. Sólo se oían sus pasos andando sobre la vereda.

—Suena lógico... —dijo Lisa. Miró directamente al suelo. La verdad, es que esa tarde había estado muy extraña.

Y él estaba muy nervioso. Debía contarle algo.

—Oye Lisa... ¿T-te parece bien si compro un par de helados? —soltó. Ella no tardó nada en asentir desenfrenadamente.

Los doce signos habían llegado a un acuerdo la vez que se conocieron. Nadie podía enterarse de sus vidas fuera de las horas de clase y sociales. Nadie podía enterarse de los vínculos entre todos ellos. Nadie podía enterarse, y punto.

Pero él sabía que no todos habían cumplido con esa palabra. Y si él no quería, tampoco lo haría.

Ahora cada uno caminaba con un helado de vainilla en la mano. Las altas temperaturas hacían que se derritieran a una velocidad sorprendente.

—Lisa... tengo que hablarte sobre algo —logró decir Diego. Miró su helado y le dio otra lamida.

—¿Ajá...?

—Hay algo... que creo que deberías saber sobre mí a estas alturas.

—Dime, sabes que puedes confiar en mí.

—Bueno, es que...

—Espera. —Lisa colocó una de sus manos sobre la boca del chico y éste se sobresaltó. Ella miró a todos lados alrededor, en busca de algo con la mirada. Cáncer trató de hablar, pero obviamente no podía. Y en menos de un segundo, Lisa lo estaba llevando a rastras a un lugar que él no conocía. Bastante vacío y desierto, a decir verdad.

Estaba nervioso. O asustado. La verdad es que no sabía cómo se sentía.

Aparte de eso, se le había caído su helado.

—Ahora estamos más seguros... —le dijo ella jadeando luego de haber parado de correr muchos metros más lejos.

—¿De qué se supone que huimos? —respondió con brusquedad.

—Vi a Teo, y nos estaba espiando.

Oh.

—¡Por lo menos salvé mi helado! —sonrió ella y lo alzó. Estaba todo derretido y goteaba.

—Jeje... Bueno, ¿Ahora puedo hablarte con tranquilidad?

Lisa asintió con la cabeza y le dio una lamida a su helado.

—Es que... bueno, primero... Oh Dios, cómo te digo ésto... —se llevó las manos a la cabeza por un segundo— Puede que no me creas, pero...

Un momento. De golpe lo invadió la enorme duda.¿Será lo correcto decírselo? Quizá no, y pensándolo bien no quería arriesgarse. Rayos... plan B entonces.

—Creo... —continuó—creo que eres una chica muy b-bonita... —se sonrojó un poco. Esa mentira no era tan mentira, pero tampoco era algo que quería que ella supiera— Y quería que..

Un poco de helado calló en los pechos de Lisa. Cáncer miró inconscientemente la razón que lo había distraído de sus palabras. Y se quedó plantado unos segundos viendo el helado que había caído en ese lugar tan característico.

Pero Lisa no lo tomó a bien.

—¡E-eres un maldito pervertido! ¡¿Qué se supone que estás viendo?! —su mirada fue de horror, vergüenza e ira.

—¡N-no es lo que parece! —el sonrojo de Cáncer aumentó a la vez que alzaba las manos en señal de inocencia.

Lisa gimió con tristeza, y se veía como sus estuviera a punto de ponerse a llorar.

—Bien... —soltó Lisa con la voz quebrada, mirando al piso. Tiró su helado al suelo y no habló sin antes aclarar su garganta y relajar su voz —No creí que esto llegaría a estos extremos... —giró la vista con vergüenza.

Diego no entendía nada, y ni se le pasó por la cabeza lo que pasaría a continuación.

—Puedes tocarlas —agregó Lisa.

Espera, ¿Qué? Acaso... se refería a sus...

—¡¿Eh?! —la cara de Cáncer llegó a un rojo tomate.

—Eres libre de hacer lo que sea con ellas, pero si lo haces, no seremos nunca más amigos. —su cabeza estaba gacha.

—¡Pero yo no me refería a eso, nunca fueron mis intenciones!

—¡Sólo hazlo!

Estaba sorprendido. Hoy su horóscopo dijo que vería algo sorprendente, pero él creyó que se refería al horóscopo.

~o~

Cáncer caminaba a casa avergonzado. Iba mirando sus pies tratando de borrar de su cabeza el día de hoy.

Creyó que caminaba solo, pero se equivocó.

—Hey, Cáncer —se le acercó Acuario con caminata rápida.

—¿Qué? —respondió éste con desánimo sin siquiera mirar al chico que ahora caminaba a su lado. De hecho, bajó aún más la mirada.

—Te vi con Lisa, ¿Se puede saber qué onda...? —en su voz se hallaba diversión por el conocimiento.

—No. —Cáncer caminó más velozmente.

—¿Cómo que no? —el chico de aire alcanzó la velocidad de sus zancadas— ¿Acaso ahí hay onda~?

—No...

—Vamos, suéltalo pequeño.

Cáncer desvió la mirada.

—Es que... ya no somos amigos.

Microhistorias del Zodiaco (CANCELADA)Where stories live. Discover now