La Mano Blanca

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—¿Capricornio?

—¿Hmm...? —respondió éste.

—¿De dónde sacas las habilidades para controlar todo nuestro dinero? ¿Qué trucos mentales le haces a La Mano Blanca?

—Sólo hablo con él.

—¿Y te da el dinero así sin más?

Capricornio asintió.

—Bien —murmuró el signo del arquero. Persiguió a Capricornio toda la tarde preguntando cosas sobre La Mano Blanca. Él lo desconocía, y era el único de los doce que lo hacía.

Sagitario ya sabía quién era ese personaje y qué relación tenía con ellos, pero ese recuerdo se borró de su memoria cuando se golpeó la cabeza el día en que trató de ir a beber a un bar junto con Aries. Comenzó bailando sobre la barra sobrio, y terminó cayendo junto a una mesa.

Pero de eso no va la historia ahora.

Se levantó del sillón y salió del departamento de los signos de tierra. Ya le había preguntado a Aries, Leo, Capricornio, Escorpio, Virgo... y no llegó a muchos detalles.

La Mano Blanca los había elegido a ellos. De alguna manera, hizo un acuerdo con sus padres y terminó por hacerlos quedarse a vivir en Chile. La Mano Blanca quería probar algo, algo secreto. ¿Pero qué tenían ellos de importantes? ¿Quién era realmente ese personaje?

Sagitario llevaba caminando un rato por la calle. Ya era tarde, el sol se ocultaba y la gente transitaba con normalidad. Llegó a una pequeña plaza cerca de su condominio, una plaza a la que regularmente iba. Caminó por el borde de cemento que rodeaba el lugar, haciendo equilibrio con los brazos.

Amaba venir aquí, se sentía libre. Perros, brisa, césped...

—¿Raúl?

El chico se volteó. Lo habían llamado por su nombre por primera vez en meses.

Una chica de apariencias bastantes normales lo observaba. ¿Quién era ella?

—Disculpe, ¿La conozco? —preguntó extrañado Sagitario.

—¿No me recuerdas? —preguntó con sorpresa. Sagitario negó con la cabeza— Entonces lo que me dijo Virgo era cierto.

—¿Conoces a "Virgo"? —el chico la observó más extrañado aún. La chica se le acercó.

—Soy La Mano Blanca

Sagitario lo pensó un momento, luego lo rechazó, luego lo volvió a pensar hasta que se lo tragó. ¿Ella? ¿La Mano Blanca?

—De seguro no recordarás mucho—replicó la chica— ¿Qué sabes de mí?

—Le das dinero a Capricornio... y nos elegiste a los doce. Convenciste a mis padres de quedarme aquí. Eres un puto misterio para mí ahora —agitó los brazos— ¿Cómo has hecho todo esto? ¿Para qué? O sea... —balbuceó— No entiendo nada.

Ella lo observó. Él la observó.

—Siéntate.

~o~

—Hace mucho tiempo los conocí a todos. A quién engaño, era y sigo siendo una aficionada con los astros —rio por lo bajo— Cuando terminé mis estudios comencé a idear planes, proyectos... cosas.

Sagitario la observaba con curiosidad, escuchando y procesando todo lo que pudiera.

—¿Qué no ves tu relación con los otros once chicos? —continuó— A pesar de que todos sean muy diferentes a ti, todos tienen algo en común, y es la razón por la cual los elegí. O sea, todos tienen entre 15 y 16 años. ¿No ves? Tú tienes 15, por ejemplo. Y lo más importante: son chicos con sol, luna y ascendente en el mismo signo. Son "signos puros"

—¿Eso quiere decir que soy como un "elegido"? —preguntó con un hilo de asombro en la voz. La Mano Blanca rio un poco.

—Sí, eres como un elegido —sonrió— Y bueno, cuando me adentré mucho en este tema, algo se me salió de las manos. Solté dinero y lazos con gente valiosa por un proyecto... extraño. Estuve buscando chicos de sus edades por todo el país, pero no a todos los padres le convencían mis intenciones. A ustedes les doy hospedaje en un condominio completo de cuatro pisos, y sus padres aceptaron, porque ya no tenían buenos ingresos para la familia que tenían. Prácticamente, yo les estoy ofreciendo una pequeña ayuda encargándome de ustedes.

—Si lo miras de cierto punto, eso es algo muy bueno para mi mamá y mi papá —comentó en voz alta para sí mismo. La chica asintió dándole la razón.

—Tampoco fue muy sencillo encontrar chicos con las características que ustedes tienen... ¿Te has fijado? Tal como Virgo es de España, tú eres francés. Con tus padres fue diferente, pues ellos se vinieron a vivir aquí para que pudiera hacerme cargo de ti. Y adivina qué: han ganado más dinero en Chile que el que ganaban viviendo en Francia.

—¿En serio? ¡Eso es genial!

—Ah, por cierto... me disculpo si todo esto es mucho para tragarlo al instante. Creí que debías de saberlo todo, ya que un golpe como el que te diste hace un tiempo borra más que la memoria...

—No hay problema —Sagitario le regaló una sonrisa. Se quedó pensando en lo último que ella le había dicho, no lograba entenderlo.

—¿Logré aclararte algunas dudas? —la chica le sonrió.

—Bastantes.

—Bueno, ya debo irme —se colocó de pie, al igual que el chico de fuego.

—Supongo que gracias, ¿no?

Ella se limitó a darle una sonrisa más amplia, y agitó su mano en gesto de despedida. Pronto se perdió entre los peatones.

Y pues ahí estaba Sagitario, tratando de procesar por segunda vez las cosas. Se tiró en el pasto de espaldas y miró las nubes. O sea, él era uno de los elegidos. Uno de los doce en todo el mundo. Y el único Sagitario de la familia.

Ya, mucho. No debía subirse el ego.

Alzó los brazos hacia el cielo y lanzó un grito a los aires. Se sentía extrañamente feliz.

—¡Sagitario~!

—¡CONCHETUMARE! —logró gritar el signo del arquero antes de que Aries se dejara caer en su vientre. ¿De dónde había salido?

—Hasta que te encuentro, te estuve buscando toda la maldita tarde —se argumentó.

—¿Y yo qué he hecho? —dijo en tono infantil.

—Pues aparte de dejarme solo, nada importante —su amigo frunció el ceño. Sagitario suspiró.

—Han pasado cosas...

—¿Qué cosas? —Aries se sentó con los ojos puestos en Sagitario, listo para escuchar cualquier disparate que vendría de la boca de un chico como él. "Un chico flotó sobre mí y voló un auto con su rasho láser" por ejemplo.

—Tuve una charla completamente normal con una chica —soltó Sagitario pacíficamente. DEMASIADO pacíficamente para alguien como él.

—¿Wey que chucha? ¡¿quién eres tú y qué has hecho con el verdadero Sagitario?! —le agitó de los hombros con torpeza.

Éste sonrió.

—Se me antoja ir a trepar a los cerros de piedrita a dos cuadras, ¿qué me dices? —salió la excitación por la aventura de Sagitario.

—¡Buena idea! —comentó su amigo.

Comenzaron a correr juntos al prado de los lomos de roca. Sagitario sonreía, cuando llegaran a casa podría contarle lo que había sucedido.

Aunque, de todos modos, ¿por qué necesitaría saberlo?

Microhistorias del Zodiaco (CANCELADA)Where stories live. Discover now