Cupcakes

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—Con su mano derecha, tome la cuchara y revuelva la masa con suma velocidad y cuidado.

—Vale... —Tauro le habló al aire, o a la computadora, da igual. Comenzó a revolver la torpe masa que había en un bol intentando de hacerlo como la chica del vídeo que estaba viendo, pero no le resultó esa maniobra. En fin, la masa saltó del bol manchando un poco su lugar de trabajo. Tauro maldijo en lo bajo.

Él, junto a Leo, habían hecho una apuesta un tanto extraña hace un par de días. Si ganaba Tauro, Leo sería su esclavo y haría todo lo que su amigo le dijese; si ganaba Leo, Tauro le cocinaría sus cupcakes preferidos.

Adivinen quién ganó.

Y esa no era la peor parte, ya que Tauro sí sabía cocinar algo, pero especialmente los cupcakes no. Y para más aún, no podía pedirle ayuda a ninguno de los otros chicos que supiera hacer cupcakes (si es que alguno sabía).

El punto es que Tauro estaba cabreado. Llevaba media hora y dos intentos fallidos de cupcakes.

De un segundo a otro, Leo llegó a la cocina sonriente, con las manos en la espalda y silbando una alegre melodía. Miró a Tauro, y se rio con los ojos. En cambio Tauro lo fulminó con los suyos.

—¿Cómo van mis cupcakes? —soltó burlón el chico de fuego, acompañado de una sonrisa maldadosa.

Tauro gruñó.

—Si vienes aquí a burlarte de mí, ahórrate el esfuerzo y la saliva, ¿quieres? O me terminaré comiendo estos cupcakes yo.

—¿A eso le llamas cupcakes? —rió secamente— Yo le llamaría "perder".

Tauro volvió a gruñir, incluso más agresivamente. Estaba llegando a su límite. Comenzó a maniobrar cualquier acción en plan de ignorar al intruso en la cocina.

Pero Leo no se fue. De hecho, se acercó más al otro chico para presenciar de cerca el monstruo que estaba creando con comida.

—Lo siento, pero no resisto verte así... —Leo cogió las manos del chico de tierra por la espalda y empezó a manipularlas. Cocinaba con ellas, como podía pensar Tauro.

Éste se sobresaltó y no logró decir nada. Miraba las manos de su amigo sobre las suyas, controlándolas. Sólo dio por mirarlo sobre su hombro.

—Me diste pena, pero olvida eso. Quiero que aprendas. —soltó con seriedad el chico de fuego. Tauro obedeció sin más y vio cómo sus manos cocinaban gracias a Leo.

La cercanía le incomodaba al chico de tierra, puesto que Leo apoyaba su cabeza en el hombro de Tauro y lo rodeaba por la espalda para agilizar sus manos. Pero no podía hacer nada, no lograba moverse.

Pasado un rato, Leo soltó a su amigo para que pudiera meter las cosas al horno. Ya habían terminado, ahora faltaba esperar a que la temperatura y el horno hicieran su parte.

—¿Y entendiste como se hacen los cupcakes? —preguntó Leo, con un tono bastante amigable, haciendo caso omiso a la incomodidad que todo este tiempo le causó a Tauro.

—Pues... sí. De hecho ni sabía que sabías hacer cupcakes —rió un poco. Lo tenso del ambiente aún no se iba bajo su opinión.

—Qué bien. Mi trabajo aquí está hecho. —Leo comenzó a marcharse de su cocina, pero se detuvo— Ah, por cierto. Tiemblas como chihuahua.

Eso no se lo esperó Tauro. Pero qué más da. Por fin podría salir de la casa de los de fuego. Y al marcharse Leo de su vista, eso fue lo primero que hizo.

~o~

—Necesito darme un baño —soltó Tauro irrumpiendo en su hogar. Caminó como zombie a su habitación bajo la mirada de Capricornio y Virgo, quienes se encontraban en la sala de estar.

—¿Cómo te fue cocinando? —le cuestionó Virgo antes de que desapareciera en su habitación. Tauro se volteó y apuntó su cuarto.

—Ducha. Hablar luego —soltó con lentitud, y de la misma manera llegó al cuarto de baño que se encontraba en su habitación. Quería sacarse el olor a gato mojado que le dejó aquel cercano león esa tarde.

Tal fue el desinterés y la pereza, que Tauro sólo llenó la bañera a la mitad, y se dejó caer dentro aún vestido, para terminar quedándose dormido.

No era la primera vez que le pasaba.

~o~

—Oye, Tauro... despierta —murmuraba Capricornio, quien estaba arrodillado a un lado de la bañera en la que reposaba Tauro. Éste no tardó en reaccionar.

—¿Eh...? —se restregó los ojos— ¿Qué quieres?

—Leo te busca, y dice que es urgente. ¿Le digo que se vaya? O que te espere a que te cambies de ropa...

—No no, así está bien... —Tauro se puso de pie y salió empapado hasta los dientes de la bañera. Caminó rumbo fuera del cuarto de baño.

—¿P-pero tío, qué haces?- le preguntó con agresividad Capricornio. Después de tantos meses, aún no se acostumbraba a la idea de que Tauro fuera tan diferente a Virgo y él, siendo del mismo elemento.

Tauro llegó a la sala de estar y se acercó a su otro amigo de tierra. Ahora estaba más despierto que antes, por ende hablaba con más ánimo.

—¿Y Leo? ¿Ya se fue?

Virgo lo miró horrorizado. La alfombra, el piso flotante, el sillón en el que se acaba de apoyar con medio cuerpo. ¿Quién secará todo eso?

—E-en la cocina... —sólo supo decir. Cuando vio que Tauro se dirigió hasta allá, reaccionó— Hey, ¡Que no andes así, todo mojado por la casa! —pero su amigo lo ignoró.

Tauro llegó a la cocina, y se encontró con Leo. Él fue el primero en hablar.

—Hola hermano... —le habló con naturalidad, ignorando que el chico que tenía enfrente goteaba como si sus propias prendas llovieran— Cashai que compartí los cupcakes con Aries y Sagi y no nos alcanzaron, sólo queda éste.- Leo le extendió un cupcake a Tauro, quien lo cogió con desinterés.

—¿Y ésto a qué va?

—Ah, que si podías venir a la casa otra vez y cocinar más cupcakes, ahora que cashai cómo... —el chico del león le mostró una de sus mejores sonrisas. Tauro también le sonrió.

Y seguido de eso, le restregó el cupcake en toda la cara.

Microhistorias del Zodiaco (CANCELADA)Where stories live. Discover now