Capítulo 39

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 Nos quedamos abrazados un momento más, disfrutando de la cercanía. Es increíble lo que me relaja y tranquilizan sus caricias y sus abrazos; es mas, solo su contacto, hace que todo dentro de mi de un vuelco. Qué cursi. Sí, lo soy, pero es que lo quiero tanto...

 De pronto, siento la presión de sus labios en mi cuello, seguido de otros dos besos. Algo se dispara dentro de mi, pues me dan las inmediatas ganas de besarlo como nunca antes. Nos separamos lentamente, sin soltarnos; quedando solo a milímetros uno del otro. Hago contacto visual con él unos segundos, antes de que mi mirada se intercambie entre sus ojos sus labios. La mano derecha de Derek viaja a mi quijada, acariciando mi labio inferior con su pulgar. Sin pensarlo mucho, me acerco para eliminar el espacio que nos separa.

 Lo beso con dulzura y simpleza, antes de que ambos abramos nuestras bocas para profundizarlo en un beso pasional. Él me guía, haciéndolo durar, haciéndome quererlo cada vez un poco más. Acaricia mi espalda baja, mientras mi mano derecha se enrieda en su pelo, bajando por la parte de atrás y dejándola en su nuca. Si antes estaba de mal humor por la maldita revista, quedó atrás... muy atrás.

 Muerde mi labio inferior y luego lo acaricia con su lengua; sorprendiéndome, arremeto la mía con la suya en un movimiento suave. Antes, los besos así me parecían asquerosos y forzosos. Por supuesto que mi pensamiento era a causa de la persona con la que los compartía. Con Derek es totalmente diferente y nunca lo imaginé así. Las mariposas vuelan, bailan y hasta explotan dentro de mi estómago, haciéndolo cada vez mas especial.

 Con su mano en mi espalda baja me acera más a él, chocando con su torso, sin dejar que aire pase entre medio de nuestros cuerpos; gimo bajo dentro del beso en reacción. La temperatura sube y el beso se torna febril, algo que no esperaba que sucediera hoy ni dentro de la próxima semana. Aún con ese pensamiento en mi cabeza, sigo besándolo con pasión y amor, sabiendo que probablemente esto no llegue tan lejos.

 La mano que tengo en su nuca, la muevo un poco, metiéndola por el cuello de su remera y teniendo acceso a tocar la cálida piel de su espalda alta. Lo siento gruñir dentro del beso en reacción a mi caricia, haciéndome sentir satisfacción de lo que puedo causarle. Con la yema de mis dedos lo acaricio, dejando que algunas veces mis uñas divaguen ligeramente por la zona. De pronto, siento ganas de sacar su remera y que mis manos recorran su suave piel con libertad. Su mano viaja hasta el borde de mi camisa, levantándola y acariciando mi espalda baja, haciendo los mismos movimientos que estoy haciendo yo en la suya. Los pelos de la espalda se me erizan y me da un escalofrío.

 Titubeante, saco mis manos de su posición. Separo un poco mi cuerpo del suyo, para que mis manos viajen hasta el borde de su remera y empujarla hacia arriba. Derek se separa de mi con lentitud y me envía una mirada llena de duda, como preguntándome si estoy segura de lo que estoy haciendo. Le sonrío dulzura y beso sus labios castamente, dándole la respuesta que necesita. Me sonríe de la misma manera en que yo hice, antes de sacar su remera, provocando que su pelo se despeine un poco mas.

 Coloca sus manos a cada lado de mi cuerpo y espera mi próximo movimiento. Inspecciono su torso desnudo con mi mirada sin pudor alguno, sintiendo la suya intensa sobre mi. Me sorprendo un poco al ver, justo debajo de su clavícula, un tatuaje: אן אמה, creo que está en hebreo; parecen dos palabras juntas en una misma oración, a penas con una separación entre éstas. No sabía que poseía uno; después le preguntaré qué significa.

 Con mi índice recorro el tatuaje, haciendo que su piel se erice. Vuelvo a poner mis manos en su lugar inicial y mi mirada en la de Derek. Sus ojos están mas oscuros de lo normal e inmediatamente sé que es a causa de la situación en la que estamos. No lo puedo culpar.

 Vuelvo a besarlo y acaricio su espalda como hacía antes, con la diferencia de que ahora tengo más libertad y lugar para hacerlo. Mientras una de sus manos está en mi cadera, siento la otra subir por mi hombro, dirigiéndose a los botones de mi camisa. Me sonrojo y detengo mis caricias, sintiendo inseguridad de repente. Con dedos ágiles de su mano derecha, comienza a deshacer el agarre de los botones y disminuye la velocidad del beso. Me pregunto vagamente si no le estarán doliendo las rodillas de estar en esa posición.

La vida de LorelayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora