Capítulo 35

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Me despierto sobresaltada, con la respiración acelerada y una capa de transpiración en mi frente, mi corazón galopa frenético en mi pecho. Giro mi cabeza para ambos lados de una manera brusca, haciendo que me den punzadas de dolor. Qué estúpida. Llevo mis manos a mi cabeza y gimo por el dolor. Maldito Brandon. Nunca fui de tener pesadillas, no recuerdo haberlas tenido de chica y tener una en este momento de mi vida me hace sentir miserable. Me incorporo lentamente y tomo la pastilla que la enfermera dejó en la mesa de al lado de la cama. Devuelvo el vaso y me quedo sentada, confundida. Recuerdo haber estado con Derek anoche, me dio un beso y después nos quedamos abrazados... ah, me debo haber quedado dormida. ¿Dónde estará él?

 La pregunta se responde sola cuando la puerta se abre y él se deja ver. Le sonrío automáticamente, cosa que desaparece cuando veo que está totalmente serio.

 – ¿Qué pasa?

 Se despeina el cabello en un gesto nervioso y suspira.

 – La policía está aquí, quieren hablar contigo. Están esperando hace un rato, pero estabas durmiendo.

 – Uhm... bueno.

 Me observa por un momento antes de acercarse y besarme castamente en los labios, se aleja y me sonríe antes de salir de la habitación. Mi estómago y mi vejiga comienzan a quejarse. Me muerdo el labio inferior nerviosamente y retiro las frazadas que cubren mis piernas. Me siento en el borde con las piernas colgando y, antes de levantarme, presiono con mis dedos mi muslo y compruebo que sigue doliendo, pero menos que antes. Deslizo mi cuerpo hasta que mis pies descalzos tocan el frío piso de la habitación. Sosteniéndome de la cama, doy el primer paso. Sorprendentemente, puedo caminar sin tener que contraer mi cara por el dolor. A paso lento y tranquilo, entro al baño y hago mis necesidades.

 Cuando salgo del baño, veo que en el sillón que está contiguo a éste, hay un bolso. Lo reconozco, es un bolso de viaje y es mío. Me acerco y lo abro, verificando que hay ropa mía dentro. Rebusco un poco y encuentro, milagrosamente, un cepillo de dientes con dentífrico. Aleluya. Desde que estoy aquí que no tuve una buena limpieza bucal. Encuentro, también, una banda elástica y la agarro para poder atarme el pelo en un rodete.

 Cuando estoy devuelta en la cama, me pregunto qué estará haciendo que los policías tarden tanto para venir a hablar conmigo. Me dejo caer en la cama a esperar. Unos segundos después, la puerta se abre, entrando Derek y un señor detrás de él.

 – Hola, señorita Hastings – saluda cordialmente – yo soy el oficial Clark y me estoy haciendo cargo de lo que le pasó a usted.

Frunzo el ceño al oírlo.

 – ¿Lo que me pasó a mi?

 – Fue secuestrada...

 – Oh, eso. Bueno – asiento avergonzada.

 – Hubiera venido antes, pero, además de que estaba dormida, sus visitas no me dejaban.

 – ¿Visitas?

 – Maddison, – menciona Derek – ella está con su hermano y el resto de tu familia afuera. El problema es que no pueden entrar de mas de a dos personas y ella se puso a discutir con el oficial. Quería entrar primero.

 Niego con la cabeza, divertida, y dejo que el oficial continúe hablando.

 – No voy a robarle mucho de su tiempo señorita Hastings, sé que quiere ver a su familia así que empecemos por lo básico. ¿Cómo empezó todo? Porque su familia y amigos nos contaron que él fue su ex novio...

 Procedí a contarle todo. Empecé contando por cómo lo conocí y algunas cosas de la relación, por qué cortamos y por qué me volvió a buscar. Lo del martes de hace dos semanas atrás pude contarlo con mas detalle y fue ahí donde él y Derek me prestaron demasiada atención. En el momento en que conté lo de la llamada, lo vi tensarse y contraer la mandíbula. Relaté los hechos desde que me levanté en la habitación desconocida hasta que llamé a Addie y me desmayé después de eso. La voz se me debilitó un poco, pero mantuve la compostura y terminé de hablar sin derramar ni una lágrima. Mientras yo hablaba, el oficial hacía anotaciones en su libreta.

La vida de LorelayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora