Capítulo 38

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No me separé de Nate en lo que restó de la mañana. Evité cualquier contacto visual con la gente de Pretty Land High, aunque tengo que admitirlo: fue muy difícil. Afortunadamente, no recibí ninguna mirada de asco o rechazo. La mayoría se me quedaba viendo fijamente, como si no pudieran creer que todo este tiempo, yo era una Hastings. Sentía cierto orgullo y respeto en su mirada y, aunque no todavía no descifro el por qué, me hicieron sentir mejor que la supuesta fulminante mirada de Stacy.

 Ciertamente, fijé mi mirada en ella un par de veces para tratar de captar las emociones en su cara; cada vez que lo hacía, la encontraba mirándome y desviando la mirada cuando la descubría. Tampoco la entiendo.

 Los profesores comenzaron a llamarme por mi apellido y se sentía bien escucharlo así. Sinceramente, el escuchar a los enseñantes llamarte por tu apodo, cansa. Estoy pensando en pedir que dejen de llamarme Lori... mm, no. Mejor no. Lori está bien, solo que no lo es para las autoridades del colegio.

 Cuando nos sentamos los cuatro a almorzar, mi celular vibró en el bolsillo del cardigan y no dudé en sacarlo. Derek. Mis labios se curvaron en una sonrisa. Sin decir una palabra, me levanté de la mesa y me dirigí hacia afuera, sintiendo mi espalda sobrecargada de miradas curiosas.

 No lo pensé dos veces antes de buscarlo en la agenda y llamarlo. Hace algo de frío afuera, pero la verdad es que no me importa. Solo quiero hablar con él. Contesta al tercer tono.

 – ¿Hola?

 – Hola – saludo feliz.

 – Hey, ¿Cómo te está yendo? – pregunta suavemente.

 – Mejor de lo que pensé. Stacy se acercó a reclamarme cosas sin sentido y la puse en su lugar. Nadie mas se acercó a mi además de ella.

 – ¿Eso es algo bueno? – pregunta bromeando.

 Río encantada de al fin escuchar su voz.

 – En efecto, lo es.

 – Estoy feliz por ti, entonces. Tu hermano estaba preocupado que algunos te molestaran. No sé si alguna vez lo habló contigo, pero en cierto modo, él se arrepiente de todas las cosas que dejó en Pretty Land.

 Mis cejas se fruncen.

 – ¿A qué te refieres?

 – Sí, bueno... no entiendo por qué, pero se abrió conmigo y me dijo eso; que tal vez, si él no hubiera sido un alumno prodigio, buen jugador de fútbol y buena persona, la educación de ustedes dos hubiera sido diferente. Sus padres no tendrían que haberlas escondido del mundo.

 – ¿Quieres decir que se siente culpable? – pregunto con horror.

 Nunca culpé a mi hermano por nada de lo que pasó en mi vida a consecuencias de la suya, no tiene por qué sentirse culpable.

 – Algo así.

 Dejo salir un suspiro largo. Tendré que hablar con él cuando llegue a casa. Iba a continuar mi conversación con Derek, pero un grito me dejó con las ganas.

 – ¡Lorelay! – gritaron mi nombre al unísono.

 – ¿Quién te llama?

 Volteo y veo a Charlie, Nate y Rory viniendo hacia donde yo estoy.

 – Las chicas y Nate.

 – Bueno, te voy a buscar a la salida, ¿Si? – dice riendo un poco.

 – Si – sonrío.

 – Te quiero.

 – Te quiero.

 Cuelgo suspirando sonriente y espero a que los otros tres lleguen hacia la valla de cemento. Ellos llegan a mi lado en medio segundo y sus expresiones me dicen que no vienen a informarme de ninguna buena noticia.

La vida de LorelayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora