Capítulo 8

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 Después de aceptar su amistad con una gran sonrisa, hicieron de todo para hacerme reír. Thomas contó toda clase de chistes, malos y buenos; no creo que alguien se capaz de hacerte reír como él lo hace. No sé cuánto tiempo estuvimos riendo de las ocurrencias de Thomas, pero nos vimos interrumpidos por el celular de Addie, con esa canción que no conozco.

 Ella soltó un bufido y trató de poner una sonrisa en su cara antes de contestar, pero solo le salió una mueca.

 – ¿Hola?... Bien, en la casa de un amigo – nos miró a todos sonriendo, con una sonrisa de verdad. Pero se le borró enseguida – No, no lo conoces... Porque yo misma lo conozco hace poco... Porque sí Elliot... – dio un largo suspiro – uno de ellos es el hermano de la mejor amiga de la hermana de Lorelay... Sí, son tres... ¡Oh Dios Elliot! ¿Puedes parar de comportarte como un niño pequeño? ¿Qué te pasa?... – soltó una risita – ¿Estás celoso? – preguntó con una expresión y un tono más dulce. Que se desapareció enseguida, de nuevo. – ¿Por qué te cuesta tanto admitirlo?... No, no voy a ir a tu departamento... Porque, además de que estoy con mi prima y amigos, no quiero... Porque estás teniendo una actitud que no me gusta... Oh Dios, adiós Elliot.

 Finalizó la llamada, y en su cara se apoderó una expresión de tristeza.

 Saqué mi cabeza de su regazo y me arrodillé a su lado.

 – ¿Qué pasó? El viernes nos contaste que estaba todo más que bien entre ustedes.

 Ella suspiró y giró a mirarme.

 – Lo estaba... primero se ofendió cuando le dije que no me llame para poder estar con ustedes sin interrupciones. Y hoy, bueno prácticamente ayer, contando que son la una de la mañana, fui a su apartamento para dormir la siesta con él y le avisé mis planes. Se ofendió, de nuevo, porque no quería que venga con nosotras – terminó diciendo, encogiéndose de hombros.

 – ¿Se ven todos los días? – preguntó Thomas.

 Addie frunció el ceño.

 – Sí...

 Él le dio una sonrisa.

 – Es eso... él está acostumbrado a verte todos los días y a que acudas a él para hacer de todo.

 – Sí, puede ser... pero últimamente reacciona de maneras que no me gustan.

 – Deberías que hablar con él... decirle lo que no te gusta – le dije yo – pero no por teléfono, y tal vez no ahora.

 Ella me sonrió.

 – Tienen razón.

 Con eso quedó zanjado el tema de Elliot.

 Nos quedamos un rato en un silencio cómodo y me atreví a preguntarle a Zack por qué vive solo en una casa tan grande y no en un departamento. Él rió, y me contó que es porque los fines de semana suele venir su familia a visitarlo y en un departamento no entrarían todos. Su familia vive en otra ciudad. Siempre vivieron allí, solo vinieron unos años a Londres donde él asistió a Pretty Land School y conoció a Thomas y a Derek, ahí se hicieron amigos; por lo que siempre venía a visitarlos después de volver su hogar. Nos contó que tiene dos hermanas, una mayor de veintiún años llamada Carla; y una hermana menor de dieciséis llamada Willa. Se llevan casi la misma edad que mis hermanos y yo. Sus padres son George y Tina y, por lo que cuenta, son muy buenos y simpáticos, me caen bien y ni siquiera los conozco.

 Thomas nos contó sobre su familia pero yo ya lo sabía por Charlotte; Derek fue un poco más reservado, solo nos contó que tiene una hermana de veintiún años, Emma; que sus padres se llaman Anne y Dominick y están divorciados. Contó lo mínimo que pudo, es muy reservado, como yo pensé antes.

La vida de LorelayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora