Capítulo XX: El conjuro Rojo.

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_¿Recuerdas la noche en que secuestraste el perro del comandante Amarello? –preguntó retorica mi abuela mientras nos sentábamos en la sala principal de la mansión D’Arce.

La imagen entonces me golpeó los recuerdos, tenía alrededor de 17 años y mi abuela quería que desposara al hijo de su mejor amigo y director de la milicia mágica -un veinteañero aburrido hasta la médula espinal-  yo me reusaba y ya había  agotado todos mi arsenal de defensa, así que no vi otra salida diferente a la de raptar a cookie, un poodle color chocolate bastante feo, con el chantaje de matarlo si me obligaban a desposar a Jax (el aburrido).  Cuando fui descubierta tuve el más épico de mis regaños, creo que estuve castigada alrededor de seis meses. Suspiré con aquel recuerdo, jamás le había perdonado a Viola aquella falta de pollo, en vez de ser una abuela normal y defenderme a pesar de todo, ella se volteó de bando y me castigó.

_¿Recuerdas con exactitud lo que dijiste aquella noche mientras rendías indagatoria frente al concejo de comportamiento? –preguntó nuevamente tras mi silencio. Esta condenada mujer estaba removiendo todas las escenas que mantengo bajo llave y encerradas en un cuarto confidencial en mi cerebro, por dolorosas y penosas.

 _Como no lo he de recordar Viola –respondí hosca- pero no  entiendo cuál es su relevancia en este momento.

Mi abuela hizo mala cara y aclaró su garganta empezando a irritarse mientras repetía nuevamente la pregunta realizada.   

_No me acuerdo con exactitud, pero sé que dije que prefería me cortaran le lengua con un cuchillo caliente antes que casarme con el aburrido de Jax –masculle entre dientes intentando no reír, el recuerdo de la cara del coronel vino a mi mente haciéndole cosquillas- que el perro estaba vivo y no me retractaría ante su dueño por haberlo tomado prestado como rehén.

_No eso jovencita, antes de que yo entrase a la sala de interrogatorio.

_¿No se supone que eso es confidencial Viola?

_Mi posición me permite ciertos lujos jovencita.

_¿Entonces quieres decir que te es correcto espiar a las personas solamente porque eres la representante de las Madrinas frente al concejo mágico? –pregunté ácida.

La rubia soltó un largo suspiro de desesperación. Estábamos en el preludió de una épica batalla, de esas que hacía meses no teníamos y que yo al menos ya extrañaba. Mi lengua hacia calentamiento.

_Ese no es el caso Armonía –replico tratando de calmarse- lo importante fue lo que escuché, desde ese día ha estado clavado en mi cerebro todo cuanto dijiste.

Entonces llegó a mi mente la escena en el cuarto de interrogatorio y aclaró la situación: Aquella noche frente al representante del concejo de comportamiento había sido sincera referente a mi relación con  mi abuela, Záitsev  ya era un buen conocido de la familia, incluso me había dictado una clase en el instituto –la cual milagrosamente aprobé con buena calificación- así que no me fue difícil decirle cuanto sentía; recuerdo haber usado la palabra “huérfana” repetidamente  al igual que la expresión “lamento hacerle esto a mi abuela, si mi madre viviera estoy segura no me obligaría a casarme con alguien solo por estabilidad”  de igual modo recuerdo haber dicho cosas horribles sobre Viola movida por el rencor en ese momento “ella es una amargada debería casarse con Jax, son el uno para el otro”  o “si tanto lío le doy que me dé en adopción o me destierre de una ves del reino mágico”  ahora que lo veo con más claridad, estaba haciendo una pataleta completamente inútil frente a Záitsev pero al final de cuentas fue el único que se preocupó por que estaba pensando y sintiendo en aquel momento.

_Aclaremos esto  de una vez Viola –dije mientras parpadeaba rápidamente intentando borrar de mi cabeza aquel recuerdo- ¿para qué me traes a la sala a hablarme de un hecho pasado que nada tiene que ver con los acontecimientos actuales?

Un Cuarto para las 12.Onde histórias criam vida. Descubra agora